29 marzo, 2024

Japón

Es la tercera economía mundial, después de los Estados Unidos y la China. La presión fiscal es menor que la de cualquier otra potencia occidental, apenas un 26% del PIB; solo una minoría de empleados y obreros paga impuesto a la renta, el IVA es apenas 5%, los impuestos corporativos son los que más sostienen el Gobierno. El crecimiento económico japonés de las décadas de la posguerra hasta los ochentas, es lo que se conoce como el milagro económico que los llevó a alcanzar el grado de desarrollo actual.

El constante desarrollo tecnológico, su esmerada ética de trabajo y la reconocida calidad de sus productos, son los factores que más han influido para su éxito económico. La cooperación entre Gobierno e industria, la libertad económica, la interacción permanente con los centros de educativos y de investigación, han permitido su permanente avance.

Exporta $750 miles de millones, un 15% de su PNB. La mayoría de sus materias primas y combustibles son importadas, igual la carne y cereales que consumen. Tienen una de las flotas pesqueras más grandes del mundo, su dieta principal son productos del mar. Su captura es la segunda después de la China y representa el 15% de la producción mundial. Un tercio de la energía que producen es nuclear y antes del último terremoto estaba previsto duplicar su generación.

Geográficamente está ubicado al Este del Asia, por ello etimológicamente su nombre “lugar donde nace el Sol”; su territorio exclusivamente insular, lo constituye cuatro grandes islas más un conjunto de más de 6 000, su extensión un tercio más grande que el Ecuador, 375 mil km2, con apenas un 15% de tierras cultivables. Son 127 millones de habitantes con la tercera población más longeva del planeta, 82 años promedio. Lo que ha hecho grande esta nación es su educación y su laboriosidad.

Es un pueblo trabajador, solidario, que respeta la ley y la naturaleza, curtido por la adversidad, las guerras y las tragedias. El holocausto nuclear y el último terremoto de marzo, permitieron al mundo entero admirar las virtudes de su gente. Mantuvieron la calma y la dignidad, el sufrimiento era llevado amargamente en su interior, todos se preocupaban por ayudar y mantener el orden. No hubo saqueos o tumultos, la gente tomaba solo lo necesario, nunca en exceso.

Los restaurantes disminuyeron los precios, los medios de comunicación informaban, nunca alarmaron o exageraron, pedían y procuraban la calma, el orden. Cuando se iba la luz, la gente en los supermercados, volvían a poner las cosas en su sitio y se marchaban en silencio. La disciplina, en las filas, todos respetaban su lugar y eran amables con los demás. El sacrificio de los cincuenta obreros de Fukushima que se quedaron a bombear el agua de la planta nuclear.

Los valores de responsabilidad, honestidad, superación, puntualidad, pulcritud, respeto siempre han sido evidentes, han sido inculcados desde cientos de generaciones atrás. Los japoneses cuando oran no exigen ni piden nada para sí, ellos ofrecen dar y siempre ser mejores.

Tomado de: http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/japon-3-484860.html

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