29 marzo, 2024

“Cultura y Fraternidad ¡Al maestro ecuatoriano!”

Una vez más Cultura y Fraternidad, Agrupación que me honro en presidir, se hace presente en homenaje al Maestro ecuatoriano, en un acto, que revela nuestra preocupación por los aconteceres culturales y sociales de la Patria.

El dedicarle un acto de homenaje al maestro ecuatoriano, significa la concepción grande que tenemos, por la legión magisterial representada en cada hombre o mujer: titanes formadores de nuestra nación, que desde allende el mar, montañas y selvas, en pueblos hoy con ríos desbordados y deslaves mortales, hasta a los barrios urbanos y suburbanos de nuestras ciudades, cumplen la gran tarea formadora de niños y jóvenes ecuatorianos.

Maestros sembradores que van llevando sabiduría científica y espiritual a su alumnado, ante quienes les toca oficiar.

Nuestra Agrupación simboliza cada año al maestro ecuatoriano en dos personalidades, que han dado y dan su vida misma por la educación de la patria; verdaderos apóstoles en la gran misión educativa.

Hoy les corresponde recibir ese homenaje a Solange Raad Dibo y Cristóbal Garcés Larrea, dos maestros, honra y orgullo del Magisterio ecuatoriano, a quienes se los galardona como Maestros Ejemplares 2012 de Cultura y Fraternidad, por quienes ofrezco este acto público.

No sin antes, como maestra que soy, dejar de invocar a Gabriela Mistral en algunos versos de su Oración.

“¡Señor Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestra, que Tú llevaste por la tierra…”

“…Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes…”

“…Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes…”

“Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la caricia. ¡Reprenda con dolor, para saber que he corregido amando!..”

Y por último, mezclando con sus versos, mi propia invocación:

Dame que alcance a hacer de mis días de maestra,
en mi Poema Pedagógico del Steiner, rimas perfectas;
para cuando mis labios no canten más.

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Mi luz son ellos

Empezar de nuevo. Emprender un prolijo viaje al parque donde siempre paseas al perro, pero esta vez vendada, sin perro y sin apegos. Decir adiós a los amigos. Dar la bienvenida a los extraños. Cambiarte el nombre. Decir que sí. Sonreír. Pretender. Ante ellos no. Ante ellos siempre fuiste tú misma. Te recibieron sin expectativas. Los atiborraste de sueños e ideas. Desvelaste pedazos de tu historia. Se mostraron vulnerables y auténticos. Gracias. Siempre gracias.

Despertabas muchas veces con los ojos y sin el cuerpo. Andabas como perdida, sumida en una ola que nunca descendía. Ellos fueron tu ancla. Llegaron playa, se impusieron como tierra firme. La ola cedió al mar y te convertiste en faro. La luz que siempre soñaron sin comprender que aquel sueño les pertenecía. Fueron días alegres. Y tristes. También fueron días tristes. ¿Recuerdas cuando uno de ellos te confió un secreto y tú abriste un hoyo en tierra húmeda para guardarlo? Después de aquella vez primera, tuviste que cavar más hondo. Una hilera de hoyos por cada secreto revelado. Llegaban por todos los medios. Dibujos sangrantes, palabras sufridas, ojos de vidrio. Llegaron también rimas de colores, risas pomposas, abrazos inesperados. No sabías qué hacer con tanto amor en bandeja. Y lo repartiste entre ellos.

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