Escribo éstas breves palabras, no solo para celebrar, admirar y agradecer la justa indignación, con las que, como verdadero guayaquileño Guillermo Arosemena, enfrenta y seguirá enfrentando la eterna actitud de algunos historiadores quiteños y otros, que tienden a minimizar la participación de Guayaquil en la gesta de la independencia del Ecuador que culminó en Pichincha el 24 de mayo de 1822.
Por mi parte, después de tantos años de sufrir tanta mezquindad, he llegado a la conclusión es inútil toda argumentación por que es intentarlo con oídos sordos y negados para todo lo que históricamente ocupan el lugar que ellos desean para su terruño. Lo que necesitan es leer documentos y escuchar voces, que no pueden ignorar so pena de aparecer como tales, que desde el fondo de nuestra historia, espeten a su magín verdades irrefutables.