Siendo Correa un presidente inconstitucional, ya que no juró respetar ni hacer respetar la constitución de la república, se puede esperar lo peor de su mandato. En su accionar, la permanente violación de la carta magna, el desprecio institucional y el autoritarismo diario, se suman a una personalidad descocada e incontrolable.
En la primera vuelta electoral quedó en segundo lugar con el 18 % de los votos; que son sus partidarios reales. En la segunda vuelta llegó a una cifra importante por varias razones: la primera por el gran porcentaje de votantes contra Álvaro Noboa. La segunda por que mucha gente votó contra el sistema personificado en los partidos políticos tradicionales y también hubo otro porcentaje que lo hizo por razones afectivas ( joven, atractivo, representaba el cambio etc.) .
En la votación obtenida de la consulta para la asamblea, Correa se apropió de un triunfo masivo que en realidad no era suyo, sino que pertenecía al cambio que todos queríamos. En forma muy astuta, vendió la idea de que el triunfo era de él, porque de él era la propuesta.
La gente que está a su lado es profesional y se mueve por encuestas. Hizo todo lo que tenía que hacer para hacer parecer que este triunfo era suyo y por otro lado, hizo aparecer como que su popularidad estaba en relación directa con el porcentaje logrado en las urnas.
Hoy estamos en una elección donde Correa ha pisoteado los estatutos que confeccionó para la campaña. A usado dinero nuestro para financiar a sus candidatos y a violentado todos los reglamentos que prohibían que participe en esta campaña. Este desprecio hacia la norma vigente, demuestra claramente su personalidad autoritaria y despótica. Pero, preocupa aun más a los entendidos como yo, que en su fondo Psicológico se trate de una especie de caballo loco, que solo sirve apara confrontar, bailar y hablar, pero sin ninguna capacidad real para gobernar, administrar y especialmente para ser tolerante e incluyente con aquellos que no piensen como el.
Supongamos que en estas elecciones Alianza País barra en el país, significaría que sacaría un promedio de uno o dos diputados por provincia, por lo que sumarían unos veinte. Si a eso le agregamos si es que ganara la mitad de los de Guayas, Pichincha y Manabí (que no va a hacer así) no llegaría a los cuarenta asambleístas, por lo que se vería obligado a pactar con el MPD. PRE, ID, Pachakutik etc. Para lograr una mayoría en la asamblea. Por eso en buenos términos, la asamblea solo será otro congreso, pero más grande y con mayor fragmentación política, pero con los mismos vicios de siempre.
Lo que me preocupa de todo este embrollo son dos cosas: la primera es ver cómo Correa a jugado con la esperanza de un pueblo al que se le hizo creer que la asamblea curará todos sus males, cuando solo es un congreso más grande y de pronóstico reservado.
Lo segundo son las pretensiones de reelección presidencial y los cálculos de Correa para completar su mandato.
Llevamos nueve meses de desgobierno. Diez para la asamblea. Pongamos dos para que se instale y seis meses para que hagan la nueva constitución. Añadámosle tres meses de gracia y nos da veintiún meses en total. Si a esto le agregamos cuatro meses más para el referéndum aprobatorio, veremos que habrán pasado ya dos años.
Supongamos que Alberto Acosta no quiera la reelección como la quiere Correa, lo que si hará será aumentar el periodo a seis años en lugar de cuatro, que según Correa comenzará a correr desde que se apruebe el referéndum.
Cuando nos demos cuenta tendremos un Correazo que durará ocho años y con la desgraciada posibilidad de otros seis más.
Para ese entonces estaremos inmersos en una dictadura con un país quebrado y empobrecido peor que Cuba o quizás vivamos un caos de incalculable inestabilidad social con enfrentamiento entre hermanos o regiones, gente presa en las cárceles o a lo mejor fusiladas o expatriadas.
Nuestro futuro es negro y descabellado, como descabellado y negro es el pensamiento que quien es la terrible consecuencia de nuestro propio fracaso como sistema democrático.
Si un extranjero me preguntara que si nuestro presidente y el alcalde de guayaquil han dado empleo,yo le contestaría que sí han dado empleo,pero con la diferencia de que el presidente paga y va a pagar unos sueldazos sin producir nada,ha creado un ministerio exclusivamente para el futuro alcalde destructor de guayaquil,se inmaginan la cantidad de plata que se GASTA para pagar sueldos en ese ministerio;se inmaginan la cantidad de plata que se va a gastar en pagarle hospedaje a todos esos asmbleistas pudiendo tranquilamente hacer la asamblea en quito sin necesidad de gastar tanta plata en contruir otro edificio en montecristi y por último creó dos provincias lo que implica la creación de dos gobernaciones;dos prefecturas,dos tribunales elctorales,etc.. y a mas de eso tendrá que pagar sueldos para aquellas personas que trabajen en esos edificios;y ¿de dónde sale esa plata? lógicamente del estado,que es la plata de todos los ecuatorianos.
En cambio el señor alcalde ha generado miles de fuentes de empleos a base de grandes obras que son de beneficio para todos los ciudadanos y el país,porque estas obras aparte de generar empleos también genera turismo y esto a su vez genera ingresos para el país.
El señor presidente debería dedicarse a dar empleo a base de producción e inversión y no crear puestos que solo generan gasto para el país.