La DSI, como dijimos el sábado pasado, se diferencia del socialismo en su esencia misma. La opción de la DSI es por los pobres, por mejorar su nivel de vida, por preservar la dignidad humana. Pobreza y esclavitud para todos, no es su opción.
La Iglesia defiende la libertad de cultos, la libertad del hombre y principalmente la dignidad de la persona humana, por el simple hecho de ser hijos de Dios. “La DSI es una enseñanza expresamente dirigida a TODOS los hombres de buena voluntad y, efectivamente, es escuchada por los miembros de otras Iglesias y Comunidades Eclesiales, por los seguidores de otras tradiciones religiosas y por personas que no pertenecen a ningún grupo religioso” (DSI 84). “La Iglesia está llamada a colaborar con todos los hombres en la verdad, en la justicia y en el amor, para construir una auténtica comunión. Por esta vía, el crecimiento económico no se limitará a satisfacer las necesidades de los hombres, sino que podrá promover también su dignidad.” (DSI 94).
Como en toda relación, los derechos están íntimamente ligados a los deberes: “Inseparablemente unido al tema de los derechos se encuentra el relativo a los deberes del hombre, que halla en las intervenciones del magisterio una acentuación adecuada. Frecuentemente se recuerda la recíproca complementariedad entre derechos y deberes, indisolublemente unidos, en primer lugar en la persona humana que es su sujeto titular. Este vínculo presenta también una dimensión social: En la sociedad humana, a un determinado derecho natural de cada hombre corresponde en los demás el deber de reconocerlo y respetarlo. El magisterio subraya la contradicción existente en una afirmación de los derechos que no prevea una correlativa responsabilidad: Por tanto, quienes, al reivindicar sus derechos, olvidan por completo sus deberes o no les dan la importancia debida, se asemejan a los que derriban con una mano lo que con la otra construyen.” (DSI 156).
“Cuando el poder humano se extralimita del orden querido por Dios, se auto-diviniza y reclama sumisión: Se convierte entonces en la Bestia del Apocalipsis… La Bestia tiene a su servicio al falso profeta que mueve a los hombres a adorarla con portentos que seducen” (DSI 382).
La DSI defiende el derecho al trabajo. “El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él. La plena ocupación es, por lo tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico orientado a la justicia y al bien común. Una sociedad donde el derecho al trabajo sea anulado o sistemáticamente negado y donde las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social. (DSI 288).
Otro aspecto fundamental de la DSI tiene que ver con la globalización: “Los países ricos han demostrado tener la capacidad de crear bienestar material, pero a menudo lo han hecho a costa del hombre y de las clases sociales más débiles… pues al igual que existen desigualdades sociales hasta llegar a los niveles de miseria en los países ricos, también, de forma paralela, en los países menos desarrollados se ven a menudo manifestaciones de egoísmo y ostentación desconcertantes y escandalosas.” (DSI 374)
“El salario debe ser proporcionado no sólo a las necesidades del trabajador, sino también a las de su familia. El Estado… debe aplicar el principio de subsidiaridad, principio que se convertirá en un elemento permanente de la doctrina social.” (DSI 91)
Analizaremos en otros artículos, los principios de la DSI.