“Consecuencia característica de la subsidiaridad es la participación, que se expresa, esencialmente en una serie de actividades mediante las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a otros, directamente o por medio de los propios representantes, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece. La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común.” (DSI 189)
“La participación en la vida comunitaria no es solamente una de las mayores aspiraciones del ciudadano, llamado a ejercitar libre y responsablemente el propio papel cívico con y para los demás, sino también uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos, además de una de las mejores garantías de permanencia de la democracia.” (DSI 190)
El ímpetu participativo viene en parte de una decepción con los mecanismos de una democracia participativa que no respondió a las expectativas del pueblo, después de derrocar a las dictaduras.
La participación tiene 2 lados: 1: El derecho que tenemos todos a participar, por ejemplo, a participar en los planes de gobierno, a participar en un partido político, conducido democráticamente y a tener representatividad, y 2: El derecho a recibir parte de las utilidades en el negocio o empresa en la que trabajamos, a menos que sea de interés social.
La participación es uno de los principios de la DSI y debe ser respetado. Por este motivo, está mal lo que ocurre con el caudillismo en los partidos políticos que no tienen alternabilidad. En todos los partidos hay gente idónea, gente pensante y capaz. Desafortunadamente hay pocas ideologías políticas y muchos caudillos. Abundan las cabezas de mosquito y faltan cuerpos para vencer. Cada caudillo piensa en su persona y no en las ideas y lo que desea es liderar e imponer. Por eso, si el partido ya tiene dueño busca crear o adherirse a otro sin importar mayormente la ideología, para ser la cabeza del nuevo partido.
Me pregunto cuantas ideologías tenemos en el país y cuantos partidos y movimientos políticos. Si observamos la realidad, hay pocas diferencias entre muchos de ellos. Actualmente nadie quiere ser calificado de derecha, porque la moda es la izquierda. Hay algunos partidos que defienden el capitalismo, en el que el capital es el que manda y dentro de este grupo coexisten personas que piensan sólo en su bienestar personal o familiar o de grupo. Hay otro grupo, a mi modo de ver también minoritario, que se consideran de extrema izquierda. Este grupo incluye a los comunistas y a los socialistas, que piensan que la solución está en la fuerza del gobierno que centraliza todo el poder. La sociedad está por encima del individuo. La igualdad de los ciudadanos coarta el deseo de superación e iguala en la pobreza a todos. Todos reciben asistencia del gobierno en las necesidades básicas de salud, educación, techo y alimentación y sólo la plana mayor del gobierno decide y escoge el rumbo a seguir. El tercer grupo que a mi modo de ver, incluye a la mayoría de los ciudadanos, tienen un mayor o menor grado de conciencia social y buscan cambios que permitan combatir la pobreza, conseguir la igualdad de los ciudadanos.
Creo que un gobierno con conciencia social, que siga los lineamientos de la DSI, donde la dignidad del individuo esté por encima de la sociedad y del Estado, que respete y haga respetar a todos por igual las leyes, donde la justicia no sea artículo de venta libre y la autoridad se ejerza con respeto, donde Ejecutivo y Legislativo miren por el bienestar de todos y no exista oposición por oposición o por conseguir beneficios personales sino con razonamientos y lineamientos limpios, puede ser un Estado en el que el derecho de todos esté por encima de las ambiciones personales y logre sacar adelante a nuestro país.
Publicado el “El Telégrafo” el 26 de mayo de 2007