La libertad de expresión es un tema del que nunca dejaremos de hablar. Al menos mientras este gobierno nos gobierne. Irónicamente, es un tema que sólo se aborda cuando se la ha violentado o se quiere extinguirla. Nuestro gobierno y la libertad de expresión ocupan espacios contrapuestos. Son lo malo y lo bueno . Lo torpe y lo discreto. Lo perverso y lo ético. Y no podía ser de otro modo.
Estaba previsto – muchos lo anunciamos – que las cosas vayan por el camino que hoy van y que , aprovechándose de una mayoría parlamentaria cuyos integrantes debieran reflexionar sobre su futuro personal en la conciencia ciudadana, pronto tendremos un ordenamiento legal que permitirá a Correa – dar rienda suelta a su fobia personal contra los medios de comunicación. Cuando el vendaval Correa cese y su protagonista ingrese progresivamente al olvido ( para su bien ) , la sociedad ecuatoriana, principal víctima de la autocracia correista y de la fobia narrada, comenzará también a resarcirse anímica y materialmente de los daños infligidos por su aberrante conducta.