22 noviembre, 2024

Educar o Instruir

El objetivo de los programas de Gobierno en materia de educación, sea  escolar, media o superior, deben estar fundamentalmente dirigidos a educar a la niñez y a preparar a la juventud, con el propósito de preparar a los hombres y mujeres que mas adelante serán los conductores de la política y serán los rectificadores e inspiradores de los cambios que fueren necesarios para lograr el desarrollo permanente del pueblo ecuatoriano, a través de la capacidad, esfuerzo y trabajo que cada uno debe desarrollar para lograr el éxito y obtener la superación de nuestra auto-estima, para con nuestro ejemplo, impulsar el desarrollo de los demás.

Lamentablemente parecería que los programas educacionales están dirigidos muy poco hacia la verdadera educación de la juventud, pero si canalizados para instruirlos sobre fines y planes políticos, lo cual resulta casi lógico por el control y dominio que el MPD mantiene por mucho tiempo sobre la educación publica, limitando la capacidad y coartando la libertad del desarrollo intelectual de la juventud, quienes serán los que tendrán que asumir con responsabilidad, preparación, capacidad intelectual y sobre todo con absoluta libertad, la conducción de los destinos del país, en el ámbito legal, económico y social, en busca de las mejores alternativas que permitan lograr el verdadero desarrollo de todos los sectores de la Patria, sin distingos ni condiciones, ni publico ni privado.

EDUCAR es preparar, forjando en la juventud su desarrollo intelectual, bajo el concepto de libertad de discernimiento y de expresión, solo así podrán enfrentar con absoluta capacidad a los retos y desafíos que la sociedad impone en el recorrido del largo camino de la vida, camino, que todos incuestionablemente debemos recorrer. INSTRUIR es en muchos casos sinónimo de forzada adaptación a los vicios y desvíos con que la equivocada conducción política de los politiqueros electorales conducen a la juventud, para encadenarlos al subdesarrollo y por tanto a la miseria, para hacerlos esclavos de la caridad y no forjadores de su propio destino en busca de un futuro cada día mejor.

Estudie en la escuela fiscal No. 1, Simón Bolívar, ubicada en ese entonces en la calle Machala y 9 de Octubre, continué mis estudios en el legendario Colegio “Vicente Rocafuerte”, que orgullo tan grande que fue siempre ser vicentino, y culmine mis estudios en la Facultad de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Guayaquil, con brillantes profesores, que por su capacidad y abnegación para enseñar y educar, forjaron mi preparación y mi convicción de que todo es posible en la vida, cuando se tiene preparación y deseo de triunfar, dentro del marco de la mas absoluta corrección y honestidad de procedimientos, para tener la libertad de caminar sin que nadie lo señale y poder mirar a todos, de frente y a la cara. Que pena que algunos no puedan hacer lo mismo, aunque antepongan su titulo a sus nombres y apellidos.

Si hiciéramos una encuesta sobre la educación que se imparte en escuelas y colegios, posiblemente triunfaría la opinión que marca el descontento de los alumnos y de los padres de los alumnos, sobre la educación que reciben, pues para muchos profesores es más importante quemar el tiempo en fiestas, aniversarios y elecciones estudiantiles, que preparar y discutir los programas de estudio para mantener un ritmo de actualización permanente, al que nos obliga el desarrollo tecnológico de un mundo globalizado como el actual.

La instrucción de doctrinas y privilegios caritativos que día a día se acentúan como plataforma política para esclavizar la pobreza, es solo usada como sistema o plataforma política para captar con instrucción dirigida y adiestramiento planificado, lo que no se puede lograr convencer con capacidad, superación y esfuerzo, porque no se tiene capacidad necesaria para hacerlo, ni existe la intención de hacer el esfuerzo para lograr la superación que todos anhelamos.

Estamos frente a un nuevo espectáculo político pronto a inaugurarse, “La Asamblea Constituyente” de amplios poderes, la que por su integración eleccionaria poco se puede esperar como cambio en el sistema operacional, volverán las ordenes telefónicas, se pararan los obedientes elegidos y atropellaran las mayorías sin discusión ni análisis de las discrepancias con las minorías, todo en espera de las prevendas ofrecidas en las ardientes campañas eleccionarias. Nuevamente el nivel de capacidad y honestidad estará limitado solo a unos pocos.

El acierto de las decisiones no siempre esta en la cantidad, sino en la capacidad de los hombres y mujeres que deben tomar las decisiones.

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