Al margen de la forma intemperante y falta de respeto público con que día a día es manifiesta la personalidad del presidente Correa, el adelantarse al veto de las reformas a una Ley de Tránsito que aun no estaba configurada como tal, es un criterio por demás descabellado y ausente de todo tino político. Sin embargo, lo válido de esta contradicción es poder aclarar el significado real de los problemas del tránsito, tal cual existen y que, por ningún pretexto, pueden soslayarse, defenderse o peor aun proteger sus excesos casi siempre sinónimo de muertes, o de víctimas con discapacitación permanente. Es que el accidente causado por un vehículo (automóvil, camioneta, camión, tractor, volqueta, bus colectivo, motocicleta, etc.) rara vez es fortuito. O sea, rara vez no responde a una causa concreta con posibilidades de inculpación mediante la justicia.
De una u otra manera están presentes en los problemas de tránsito 3 elementos básicos: el chofer, la institución pertinente y el peatón. Pero los valores culturales es el contexto en que interactúa el conflicto. ¿Cómo dejar de lado la ruralización de las ciudades y la ausencia de perspectivas urbanas en quien conduce, en quien camina en las calles y en quien como funcionario pretende aplicar la ley? Claro que hay corrupción. Pero también está a la luz del día el quemeimportismo en concubinato con la ignorancia del aprecio a la vida y los derechos del otro, la deshumanización del individuo social, el oportunismo inmoral de atropellar y a sancadas trepar la escalera del estatus.
¿No es ya casi normal que el chofer que está al volante de un bus de pasajeros, si comete una infracción le da unas monedas al guardia de tránsito, y “aquí no ha pasado nada”? ¿Es qué importó, acaso, en esta miserable transacción, las mujeres embarazadas, los niños, los ancianos, los colegiales, los padres de familia que, como usuarios, viajaban al trabajo, a la casa, al mercado en dicho transporte? ¿Y los miles de accidentados por año, y todos los años, presidente Correa, deben ser aceptados por la alcahuetería politiquera de la impunidad? ¿Si no es por dinero, por falta de escrúpulos, por inconsciencia porqué, entonces, la Comisión de Tránsito o la Policía Nacional permiten que los carros de cualquier tipo transiten sin luces, con las llantas lisas, con deterioros visibles en el motor, el chasis, la carrocería y les entregan, sin asco, el revisado?
Por cada vehículo en mal estado que cause un accidente las autoridades que autorizaron su circulación deben ser penalizadas. ¿Dónde están los culpables de los accidentes mortales en las ciudades o en las carreteras? Deberían estar presos, pero de las sentencias contra estos victimarios muy poco se sabe. ¿Para qué están los fiscales, los jueces? Bendito dinero! Los peatones, sin embargo, también son culpables. Multas y cárcel también tiene que recibir el ciudadano que no acata las reglas y normas de tránsito!