21 noviembre, 2024

Cristo y la Iglesia

Ha causado revuelo la expresión del Papa Benedicto XVI en relación con la Iglesia verdadera. Las personas más radicales dentro de la Iglesia, defienden la expresión y las personas más ecuménicas, la critican. ¿Cuánta razón tiene el Santo Padre? Vale la pena analizar ciertos conceptos

En primer lugar, la religión monoteísta más grande del mundo, se inicia con el pueblo judío, con la Historia de Adán y Eva, Noé, Abraham, Moisés, el Rey David y los profetas. De ahí se sigue con el Catolicismo y los cristianismos que siguen a Jesús como continuación con el nuevo testamento, e incluso luego se sigue con los mahometanos (que seguían a Mahoma) en sus diferentes ramas, que tienen entre sus grandes profetas a Abraham, Moisés, Jesús y Mahoma y la única mujer a la que mencionan es a la madre del Profeta (la Virgen María).

¿Qué dijo Cristo de los que profetizaban en su nombre? El evangelio es claro. El que profetiza y cura en mi nombre no puede hablar mal de mí. ¡Déjenlos!

Ahora bien, también está claramente escrito en los evangelios que Jesús dejó muy en claro quien era la cabeza de su Iglesia: "Tú eres Pedro (piedra) y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Desde ese entonces, mal o bien, la Iglesia Católica ha seguido la línea Papal a través de los tiempos. Allá por el siglo X, se separó la Iglesia, quedando un Papa en el lado occidental, en Roma y otro en la Iglesia Oriental, que son los ortodoxos. Los ortodoxos han mantenido una cohesión en sus principios y en sus normas, sin embargo, hay varios prelados pues la Iglesia de cada lugar trata de mantener su propia línea de sucesión.

La Iglesia occidental, ha sufrido también varias crisis derivadas del poder y la ambición material, presentando actos como las cruzadas y la inquisición, en los que los horrores cometidos obligaron a nuestro recordado Juan Pablo II a pedir perdón al mundo por estos errores.

Estos errores llevaron a Martín Lutero a reclamar por un cambio y al no ser oído, se separó de la Iglesia y produjo un segundo cisma. Al romper con la Iglesia, rompió luego también con sus normas, lo que lo llevó a casarse con una monja y a varios actos más. Luego, del grupo de protestantes (que se llamaron así porque protestaban contra el poder del Papa), se fueron separando grupos que querían seguir las reglas que consideraban mejores o las que más les convenían y del grupo que seguía al Papa, se separó la Iglesia anglicana, para permitir el adulterio de su Rey, Enrique VIII. Actualmente hay varias líneas nuevas que van saliendo cada vez más permisivas, con el fin de ganar adeptos entre personas que quieren tener más libertades.

Si analizamos los capítulos de la Biblia, el gran pecado de Adán y Eva, fue el pecado de desobediencia a Dios, quien les había prohibido comer del fruto del árbol del bien y del mal. El gran pecado de Lutero, no fue el reclamar sobre el camino que seguía la Iglesia en su época, en lo que podría haber tenido razón, sino el gran pecado de desobediencia a la autoridad papal.

El demonio siempre se aprovecha del pecador y lo hace ver  mal las cosas, lo que lo lleva a cometer más errores, como en el caso del matrimonio de Lutero o el malinterpretar la veneración a la Virgen o a los Santos con la adoración que sólo se debe dar a Dios.

Para nosotros los católicos, la única Iglesia verdadera es la fundada por Cristo, pasada a Pedro (que no por coincidencia se encontró en el Vaticano, bajo la Basílica de San Pedro, la tumba de Pedro) y continuamos con los Papas, a los que debemos obediencia, pero debemos reconocer que seres extraordinarios como Gandhi, o Sócrates, sin ser católicos están en el cielo, porque creyeron sinceramente en su fe. Gandhi atinadamente comentó: “Me gusta Cristo. No me gustan los cristianos” y esta es una advertencia firme sobre la forma en que actuamos muchos católicos alejados de la Doctrina de Cristo, que está muy bien expresada en la secuencia papal, sobre temas tan candentes como los de la parte social, y que la Doctrina Social de la Iglesia, desde León XIII hasya Benedicto XVI, ha venido haciendo hincapié en la necesidad de un cambio radical, totalmente opuesto al Socialismo.

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