Iniciar una reunión de 130 elegidos para conformar una Constitución más para el país no pedía tanta faramalla, tanto circo, tanto espectáculo. Los ecuatorianos necesitamos más seriedad en el tratamiento a los problemas de la cosa pública. ¿Es que no podemos dejar atrás los enredijos políticos folklóricos, de la continua feria de vanidades del poder, que nos resta, incluso, capacidad de discernimiento racional? ¿O es que para gobernar seguimos necesitando de los escenarios y rituales de la vieja “partidocracia”, que tanto criticamos y en cuya crítica estamos agotando, día por día, todos los adjetivos con los que exigimos su destrucción definitiva? ¿No es que, por fin, había llegado el momento de encaminarnos hacia una democracia sinónimo de bienestar social creativo, en plenitud de libertad y de justicia?. O sea, lo que en términos de las relaciones vivas de la comunidad significa tolerancia, diálogo, reciprocidad, acuerdos y consensos en un contexto de amplia serenidad… ¿Y en qué estamos en estos momentos? En los instantes de los disfraces y los afeites…Pues, tal cual aclaró Voltaire en su Elogio de la locura, son los que mantienen la atención de los espectadores.
Los honores al general Eloy Alfaro nunca estarán de más, sobre todo cuando se trata de dignificar la patria, no con la formalidad del boato y ritual bizantino, sino con el cumplimiento de sus principios, que hoy deberían profundizarse, para avanzar sobre la modernidad hacia una nación en desarrollo solidario. Social, política, económica, culturalmente. Alfaro está más allá de la típica heroicidad. Jamás pretendió integrar ningún club histórico de intocables. Pues su posición, su lucha, su entrega fue para liberar al pueblo ecuatoriano de la camisa de fuerza del modo de vida colonial que no le permitía respirar, al bloquear, irracionalmente, las aperturas de oxigenación que el momento del país y del mundo exigía. ¡Qué nadie pretenda, ahora, so pretexto de rendir honores al “viejo luchador”, subirse al carro de la historia, que con su espada y sangre condujo; subirse sin garantía de validez y autenticidad de protagonismo propio!
Como que las acciones en la Constituyente van muy rápido. Por lo pronto, un reglamento de corte y confección de los 80 que, autocráticamente, es impuesto para los 130, cese y cambio ilegítimos de funcionarios por reemplazo temporal de otros nuevos que serán igualmente cambiados con la nueva Constitución, determinación de que la actual Constitución solo está en vigencia en lo que no se oponga a los caprichos de los 80 asambleístas… A este tipo de agilidad, planteada con tanta suspicacia, Lao Tse la llama, con mucho acierto, la “complacencia nociva”, pues como advierte “quien camina a grandes zancadas no irá muy lejos”, sin marginar, además, que “una hoja permanentemente afilada pierde su filo”. A ojos vista la idea es que los 50 asambleístas no directamente incluidos en el oficialismo, estén en calidad de simples corifeos que, como en la tragedia griega, aplaudan, denuncien o lloren los instantes en que los actores interpretan el drama, para cumplir con la consumación prevista de antemano.
¿Para este comportamiento, un tanto marginal a la democracia fue que el pueblo votó con tanto entusiasmo? ¿Dónde la diferencia entre los procedimientos tramposos de los partidos tradicionales de ayer y el nuevo, de propiedad gobiernista manipulando, con la magia de los comodines escondidos en las mangas, una asamblea sin fuerzas morales que la justifiquen, toda vez que ha roto el Estatuto legal por el cual tiene vida? “El pueblo, dijo alguna vez Alfaro, desea instituciones liberales que favorezcan su desarrollo moral y material, y una administración honrada que de garantí¬as a los partidos doctrinarios en sus luchas civilizadoras en el campo de las ideas”. ¿Es que en los 80 están subsumidas las decisiones de los 130, porque los 50, de forma libre y/o en oposición sobran, y están de más? Alucinante juego de ajedrez en que avanzando con exclusividad las fichas blancas logran todos sus peones coronar una nueva reina!
Sr. Arteaga:
Rafael Correa usa convenientemente a Eloy Alfaro como simbolo de sus doctrinas socialistas, que reflejan los sentimientos politicos de Hugo Chavez. De aqui su interes de crear el circo, con la mayoria de su partido gobiernista.
Correa ha creado tambien su propia «partidocracia», cuyos seguidores han dispuensado palo y garrote a sus disidentes, intimidando a los que se atreven a tener otra opinion.
Ojala que la nueva constitucion no sea el trofeo personal que sirve sus deseos. La constitucion debe servir y protejer a todos, dentro del marco de la ley. El caos en Venezuela es prueba de la autocracia politica de los chavinistas, y la patetica miseria de Cuba es otro ejemplo de un sistema impractico e inhumano.
Saludos cordiales de un lector lejano.
Abdon Long Pazmino
Detroit, Michigan, EE.UU.