Nuevamente la persona a la que escogimos como nuestro Presidente, vuelve a insultar a los guayaquileños, diciendo que las masas guayaquileñas huelen a Chanel. Hay un viejo adagio que dice que “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Nunca he sido de colonias ni perfumes, pero parece que a algunas personas el haber querido y no haber podido, les puede producir un síndrome de urticaria tiñosa (llamada envidia) que los lleva a usar peyorativos para tratar con ello de demostrar su superioridad. En el siglo XIX se inventaron algunos amorfinos que trataban de denigrar al pobre, diciendo, por ejemplo que: “El amor del hombre pobre / es como el del gallo enano / que en querer y no alcanzar / se la pasa todo el año.” Esta es una forma popular de expresión del hombre que ha alcanzado subir en la escala económica, pero que se quedó al inicio en la de la clase social.
El hombre de bien se diferencia justamente en eso. No en el uso de Chanel. Un perfume lo puede comprar cualquier persona con dinero, o cualquiera con poder lo puede recibir como regalo, por más caro que sea. La clase no se compra.
El hombre de bien no insulta ni desprecia al otro, sea rico o sea pobre. La gran diferencia entre la gente bien de antaño (ricos o pobres) y los que se han enriquecido por el poder o la política y se consideran gente bien (que parece que fueran las únicas personas que conoce Correa entre los que usan Chanel) está justamente en el trato igualitario para con todos. Le podemos dar la mano con respeto al pordiosero, al barrendero, al conserje. Eso nunca nos rebaja. Es más, me siento mucho más orgulloso dándole la mano a un hombre pobre que trabaja honradamente para llevar el pan a su casa, que saludando a muchos que nadie sabe cómo han llegado a poseer una fortuna, o que se sabe, pero de eso no se habla.
Conozco mucha gente modesta, gente pobre pero honrada, que tiene mucho más clase que los que se han dejado enloquecer por el dinero o el poder. No es cierto eso de que “Con clase, se nace”, también se la puede adquirir, pero para ello es necesario algo fundamental que no lo puede tener el nuevo rico: HUMILDAD.
La dignidad humana la tenemos todos. La hemos recibido en la concepción, pues todos somos hijos de Dios. Los envidiosos y los ambiciosos son los más miserables, pues nunca tendrán todo lo que anhelan tener. ¡Siempre querrán más!
Señor Presidente, no desprecie a los guayaquileños. Hay un límite para el aguante. Nuestros dos últimos Alcaldes han demostrado que sí se puede hacer obras y levantar una Ciudad que estuvo caída. Haga usted y deje de criticar. En vez de criticar, ¡Haga! Al buen político se lo recuerda por lo que hizo, no por lo que dijo.
Parece que Rafael Correa sufre de amnesia, olvidando que nacio en Guayaquil. Y ahora dice que los guayaquilenos huelen a Chanel. Talvez aquellos, como el, que estan gozando del lujo del Carondelet disfrutan de los costosos perfumes y ropas bordadas a mano, como aninados y mimados de la teta-grande.
En la vida diaria los guayaquilenos trabajan y sudan bajo el calor del sol tropical. No tienen tiempo ni los recursos para usar perfumes o seda, pretendiendo que son aristocratas o socialistas oligarquicos. Su trabajo no es afrenta, y con sus propias manos han levantado a la ciudad que quieren, han construido una ciudad prospera y llena de orgullo que la historia recordara. Mientras tanto las fragancias y bordados son pasajeros, asi como es el populismo y las modas.
Hablar mal de Guayaquil es como insultar a su propia madre. Es el colmo del sin respeto que un verdadero hombre de honor y dignidad no lo puede imaginar.
Correa deshonra a la ciudad que le dio una cuna. Desgracia a sus hermanos guayaquilenos actuando como Cain, lleno de envidia y rencor. Debe recordar que Guayaquil continuara en los siglos de la historia mientras su existencia mortal es limitada a poco tiempo, y todo poder humano es temporal.
Aproveche su tiempo a construir, a levantar y a edificar.
Don Canario Pelucon.
Ud. lo ha dicho muy claro y sin mucho rodeo; con la clase no se nace, no se la compra y el poder no nos la da.
Para mi el tener clase no requiere de titulos, de dinero y tampoco de posicion. Mas bien diria que la clase se la demuestra con el autocontrol de nuestra conducta, asi mismo con la generosidad de acciones y con la sabiduria de saber escuchar y el aprecio a los demas.
En mi poco entender de politica, me pregunto porque elejimos como presidente a una persona tan inmadura, a un bocon sin clase que mas bien actua como el guapo del barrio ?.
Un mandatario representa a un pais y como tal debe exhibir clase, autocontrol y madurez. El como tal es un modelo/maestro para nuestra juventud y para los ninos que seran los lideres del manana.
Ojala en el futuro el senor Correa tenga algun asesoramiento en como mejorar areas de autocontrol, paciencia y mas que todo apreciacion y respeto por los demas. Ya los tiempos de ataques personales pasaron a la historia.
Su ataque a Jaime Nebot es una total falta de respeto. El alcalde se ha ganado el agradecimiento y carino de los guayaquilenos, porque con sus obras y su sencillez ha demonstrado que el «ama» a su ciudad y a su pueblo. Todos sabemos que el es un hombre que vale y un guerrero de clase.
Alba Acuna
Muy acertados comentarios. Me recuerdan la historia fr aquel oliharca que siempre se jactaba de que su abuelo haía sido tal cosa y su tatarabuelo de tal nobleza y su trisabuelo primo de tal rey.
Un amigo le dijo: tu me recuerdas a la papa t él preguntó porqué y el otro dedijo: PORQUE TODO LO BUENO TUYO ESTÁ BAJO TIERRA.
Lo que vale es lo que se es y que lo que somos, no nos quede grande. Da pena que aparentemente a Rafael el puesto le queda grande.
La verdadera grandeza se demuestra con el buen trato, la magnanimidad, el respeto y la integridad (pensar, decir y hacer siempre lo mismo y en la misma línea) El hombre balsa, que sube con el que está arriba y el hombre inconsistente que hoy te insulta y mañana te alaba son los dos ejemplos más vergonzosos de la miseria humana. Dios nos libre de ellos
Canario pelucón… y vivo en Samborondón, como muchos amigos de Correa que son vecinos míos.
Es un periódico «on line» de primera. Gracias por permitirme ser un lector de ustedes. Quiero recibir todas las ediciones que sigan.