24 noviembre, 2024

La vieja pelucona

En psiquiatría hay una entidad patológica que se describe como estupidez relativa.
En ella se tipifica la conducta de las personas basada en la premisa de que un estúpido siempre tiene otros estúpidos relativos para que lo aplaudan.
El primer insultador de la patria ofendió públicamente a Margarita Arosemena Gómez Lince. Esta cobarde muestra de una falsa hombría, se ampara en la inmunidad que otorga un cargo que no merece tener por como lo utiliza. El verborreico pendenciero, ofende a las mujeres cuando arremete a través de  Margarita a todas las ecuatorianas. Este jactancioso valentón por su posición, a insultado cual vulgar apocado a la mujer Guayaquileña, por el crimen de no pensar como lo hace el machote de las camisitas bordadas.
Se que en la lucha política se puede llegar a la burla y al menosprecio de los rivales. Pero desde que yo era un niño, también sabía que los que insultaban o golpeaban a las mujeres se les llamaba maricas.
A todos los Guayaquileños de bien nos enseñaron a respetar a las mujeres y crecimos  bajo la convicción de que a una dama jamás se la puede ofender de palabra y mucho menos de obra.
El que insulta a una mujer no es un varón, sino un invertido que abusa de su condición física mediante el uso de la fuerza o su poder, para denigrar a quien por su inferioridad anatómica o condición social, no puede responder con la misma fuerza a su agresor.
En la comisaría de la mujer en la ciudad de Guayaquil, existen miles de denuncias de agravios verbales como el sucedido. La legislación ecuatoriana protege los derechos inalienables de la mujer frente a la agresión de los abominables machos anormales. Ahora con lo sucedido, solo falta que el mandatario envíe a la asamblea un proyecto de ley que permita a los cobardes insultar y golpear a sus mujeres.
Estos individuos de tendencias oscuras, se olvidan que también tienen una madre y a veces las mismas son más viejas que quienes insultan.
Una de las explicaciones psicológicas para entender la causa de estos agresores y sus resentimientos hacia las mujeres, se da porque sus progenitores golpeaban a sus madres y desde niños se acostumbraron a ver la flagelación femenina como parte rutinaria de su crecimiento. Otra teoría dice que hay individuos que flagelan verbal o psíquicamente a las mujeres,  por tener tendencias homosexuales y como las odian tanto; las insultan.
En un acto públicamente antivaronil, se ha ofendido a la mujer Guayaquileña.
Desde que yo era muy pequeño, mi padre, abuelo y tíos me enseñaron a defender el honor del sexo opuesto y castigar a cualquier costo a quien lo mancille.
!Que machazo es quien insulta desde una tarima teniendo a su alrededor un poco de estúpidos relativos para que lo aplaudan!
A este amujerado le advierto públicamente que tenga cuidado de insultar a cualquier mujer delante mío, porque me tendrá que responder como varón. Y que te quede claro, que lo mío no es bravuconada ni soy matón de barrio. Pero por eso mismo, si lo haces  dime donde quieres, como quieres y como sea.
Eso sí; cuando te decidas responderme, espero que lo hagas solo y no protegido por la policía o los matones de tus hordas garroteras.
A lo mejor dirás que no te llego ni a tus hombros. Te recuerdo que cuando caen al suelo los grandotes, suenan más duro que los chicos.
Este insulto a la mujer es una cobardía y un menosprecio hacia todas las mujeres del Ecuadorl.
Solo personas de tendencia dudosa, tienen una mujerofobia tan marcada.
Si así agraden a las mujeres que no conocen, se imaginan ustedes cómo tratarán a su madre, esposa o hijas.
Los varones que consideramos a la mujer como el eje central de la creación, rechazamos la procacidad del belicoso de los bordados.
Todos; incluso los insultadores,  provenimos de una madre, estamos casados con una mujer o tenemos hijas, tías y parientes mujeres.
Con lo sucedido, el calumniador del siglo XXI solo demuestra su verdadero yo. Tras una aparente fortaleza exterior, esconde debilidades que no puede controlar y las proyecta
El más grande ultrajador de la patria, grita y vocifera bascosidades, que solo son aplaudidas por un rebaño de estúpidos relativos que se ríen sin entender que en ese insulto a la vieja pelucona, también insultan a sus madres.   

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2 comentarios

  1. Viendo la actuacion de la Sra., el adjetivo calificativo regional esta bien aplicado. La sra. Lince es una vieja pelucona. Hasta que se despije de esa actitud.

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