24 de enero de 2008. Quince horas. Esa tarde todos nuestros íconos sociales guayaquileños convergieron en Malecón y Nueve de Octubre. La poética Canción al Nueve de Octubre, una guayabera sudada, la estrella de octubre en el pecho, la palabra AUTONOMÍA por doquier en carteles, gritos y por los parlantes. La “madera de guerrero” se encarnó en cientos de miles de guayaquileños y guayaquileñas que acudimos a gritar y agitar nuestra celeste y blanco con denuedo en esa tarde de invierno porteño. ¿Habrá imaginado José Joaquín de Olmedo que la bandera albiceleste que le cruzaba por su pecho es el símbolo patrio que une a tirios y troyanos en Guayaquil?
A esa tarde llegó el alcalde Nebot Saadi alzado en hombros y con nuestra bandera entre sus manos. Ese es el Guayaquil Independiente. Luego esa bandera se hizo una con la tricolor nacional. Ese es el Guayaquil por la Patria. Aquí no hay separatismo ni secesionismo. Aquí solo hay una sola cosa: AUTONOMÍA PROVINCIAL irrespetada desde el 23 de enero de 2000 por los detentadores del poder como servicio a sus intereses.
El poder enceguece. Y eso es lo que a toda la pirámide del poder público nacional le está sucediendo hoy. Se creen inmortales, perennes, eternos, infalibles, mesiánicos. Las repúblicas no necesitamos enviados divinos para funcionar en consonancia con la aspiración de bienestar de la gente. Necesitamos solo tres cosas. Elecciones honestas de representantes políticos cercanos a sus vecinos; un sistema procesal de justicia que sea rápido y efectivo; y autonomía política, fiscal y legislativa. Si algo de esto solo nos trajera la famosa “revolución ciudadana”, ninguna de estas marchas se organizaría.
Este 24 de enero también se dio tiempo para lo inusitado. “Quito con Nebot”. En la legendaria y quiteña Av. de los Shirys gente común y corriente se aglomeró pacífica y ordenadamente a ondear la bandera del Ecuador y a clamar con fuerza y firmeza libertad, estabilidad y seguridad. Hasta banderas de Guayaquil flamearon en esa avenida, como la chulla azul grana también en nuestro bulevar. Esto es definitivamente el comienzo de algo que es muy prematuro definir, pero me atrevo a decir que es el inicio de la nueva oposición que la minoría en la Asamblea –llamada a desempañar ese rol- no encuentra como hacer. Aquí, en Guayaquil (donde de cada 6 ecuatorianos uno de ellos vive en la urbe), se cocina la revolución al futuro que el correísmo promete pero ejecuta en reversa. Rafael Correa Delgado y sus acólitos nos quieren igualar a todos pero en la miseria, no en la bonanza. Con una Asamblea Constituyente que se amanece en el pleno aprobando temas propios de la SENRES y no resuelve nuestros entuertos políticos, qué cambios políticos podemos esperar.
¿Luego de la marcha, qué? LA JUNTA DEL GUAYAS. Aprovechando su popularidad en alza el alcalde Jaime Nebot debe aglutinar ordenadamente a quienes Lapentti Carrión no puede ni quiere: los alcaldes de Guayas. La reunión de los alcaldes se debe encaminar a discutir y sancionar LA CONSTITUCIÓN IDEAL DEL GUAYAS. Un documento sencillo, corto y eficaz que contemple elecciones distritales, autonomía plena y justicia efectiva. No queremos más.
Alcalde Nebot, queremos en Guayaquil la Junta del Guayas. Reúna a los alcaldes y consejos cantonales de Guayas y denos la unión que necesitamos para hacer fiel contrapeso apegado al sano estatuto de la oposición. Este es el momento. Esperar hasta mañana ya quizá otro se siente en el Sillón de Olmedo.