¿Podemos hablar de un Ecuador históricamente con fronteras seguras? ¿Cómo, entonces, es que el territorio nacional ha venido siempre de menos a menos? Lo de ahora, sin embargo, con todo el conocimiento del avasallamiento permanente al país, ya no es admisible. Es verdad, y antes que nada, repudiamos la violación armada aérea y terrestre, ordenada por Alvaro Uribe, en nuestro país, con el pretexto de asesinar a Reyes, el segundo de las FARC. No porque la capacidad militar del ejército regular colombiano no puede contener, bloquear o destruir a los irregulares en armas, Ecuador está obligado a soportar las consecuencias sociales, económicas y políticas de ese tira y jala. El alineamiento político, además, de aceptar como terroristas o no a dichos irregulares es cuestión de la decisión soberana de cada Estado, y no implica que nuestra tierra deba ser declarada objetivo de invasión. Un poco más, y con las declaraciones de la policía y diplomacia colombianas, seremos los responsables de la existencia de las FARC. Todo esto es reprochable e indigno de la gestión gubernamental colombiana.
Pero, de casa adentro, reclamamos al presidente Correa, enérgicamente, que la población ecuatoriana y su territorio no puede estar en manos de la negligencia e ineficacia militares, tal cual ha quedado al vivo en la frontera norte. ¿Dónde está la política idónea de seguridad nacional que, ciertamente, funcione y eficazmente? ¿Cómo así, coincidencia, voluntad o inoperancia, los radares, vigilantes técnicos continuos de la soberanía nacional, no funcionaban al momento del ataque colombiano? ¿Por qué un sueño tan pesado en los vigilantes militares fronterizos, mientras la población del entorno estaba bien despierta y hasta asustada por el tiroteo? ¿Qué puede decir, en concreto, mediando una justificación militar idónea, el Comandante de la región, el Ministro de Defensa y todas las altas autoridades implicadas en la Seguridad Nacional?
¿Por qué, igualmente, no fue aplicada antes, sabiendo las circunstancias de la frontera norte en que subsiste Ecuador desde hace tantos años, la operación rastrillo que ahora descubre campamentos guerrilleros, a las 24 horas de emprenderla? No seamos ingenuos. Pero tampoco nos pasemos de listos. Ninguna concordancia ideológica, de cualquier tipo, debe poner en juego de riesgos la soberanía nacional, que implica la máxima garantía de la sociedad que protege. A usted presidente Correa lo eligió una gran mayoría, que hoy, y está a la vista, aparentemente, no tiene protección. Asuma este momento como una reflexión coherente con la situación nacional. Que los militares, por lo pronto, ocupados en menesteres civiles que nada tiene que ver con sus funciones, vuelvan a los sitios de sus tareas específicas. Que sean castigados quienes no cumplieron, cuando era de hacerlo, con la misión de defender nuestras fronteras. Que se actúe firme. Pero con serenidad, ecuanimidad, racionalidad. No es el momento de las típicas palabrejas altisonantes, de las que estamos cansados… Es hora, por fin, de que el gobierno haga un alto, y para siempre, al adjetivo y de paso al sustantivo, a la sustancialidad de las cosas…