21 noviembre, 2024

Carretera al carajo

No me interesa leer el convenio de traspaso o devolución que firmaron el Consejo Provincial del Guayas a favor del Ministerio de Obras Públicas (MOP), acerca de la competencia sobre la autopista Guayaquil – Salinas. Sin interesarme su contenido, el hecho de su sola firma es y será un retroceso en materia de autonomía provincial, otro episodio fatal para Guayas que tiene a Nicolás Lapentti Carrión como protagonista.

Gracias al menosprecio, a considerar chico al interlocutor, la península de Santa Elena se separó de Guayas. Nunca, nunca en las dinámicas de los conflictos se debe ningunear al interlocutor, menospreciándolo o subestimarlo en su capacidad de conseguir sus pretensiones. Jugó el número y al cruzar Progreso, los guayasenses pisamos ya otra provincia. Nadie en la prefectura administrada por Lapentti Carrión asume responsabilidades por tal hecho: es más sencillo decir “esos” tienen la culpa.

La autopista Guayaquil – Salinas fue un viejo anhelo de los porteños, no solo por la comodidad de transportarse seguros por una vía de primer orden hacia los balnearios estelares de Guayas, sino porque tal obra pública permitiría desarrollar más el sector inmobiliario en los cantones peninsulares, promover el negocio turístico de una inexplotada Ruta del Sol. La vía, en resumidas cuentas, es una ruta al desarrollo industrial del turismo de la provincia del Guayas. Esto, empero, ya no lo será más, por lo menos mientras la prefectura tenga una visión de servicio público atada a la idea de rentabilidad propia del negocio privado.

Y estos dichos del suscrito concernientes a lo importante de la autopista se soportan en la novela dramática que por lo general acompaña a toda concesión de obra pública en el Ecuador: licitaciones formales y pomposas; concesiones a tira y afloja entre concursantes; contratos incumplidos; garantías de incertidumbre; y finalmente juicios entre tirios y troyanos. ¿Quién pelea algo que no le interesa? EXCAVAM S. A. debe conocer la respuesta.

Sin embargo como les digo, luego de los procesos judiciales, luego de unos 4 millones de dólares que se disiparon sin mover una sola piedra en la vía, y luego que se construyera la autopista OLVIDANDO LA EDIFICACIÓN DE LOS PUENTES (inverosímil, ¿verdad?), el Consejo Provincial del Guayas peleó a brazo partido con el MOP para hacerse de la competencia plena sobre tal obra. Y con esfuerzo lo logró… lo logró para ahora devolverla. Ganar batallas para luego perderlas a voluntad esconde intereses que no lograremos nunca desentrañar.

Con el caramelo que no se cobró el peaje de tal autovía (tasa de $0,25) por el feriado de Semana Santa, la devolución de la competencia ha pasado de agache. Mientras el municipio de Guayaquil multa y procesa a contratistas incumplidos, y reclama al delegado distrital de la Procuraduría General del Estado por los criminales -sí, criminales- retrasos en la Av. del Bombero, nuestro Consejo Provincial devuelve competencias por incompetente…

Reitero lo dicho en entregas pasadas: con administraciones de este tipo el electorado guayasense le dará la espalda a los que por ya casi 16 años nos han administrado. El poder agota, enceguece, y cuando la herrumbre disminuye la capacidad de acción, el electorado elige la novedad. Pasó con Alianza País y parece que seguirá sucediendo en elecciones futuras. Mala tos te siento Guayas.

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A saber, los costos de producir una onza de oro son aproximadamente el 60% del precio, es decir que la utilidad bruta de producir esta onza es del 40%. A ese 40% hay que restarle el 15% de las utilidades laborales, más los costos de transporte, seguros y refinación. Luego de todos esos gastos e impuestos se tiene una utilidad neta la cual es gravada con el 50% de impuesto a la renta, cumpliendo así con el mandato constitucional de que el estado “participará en los beneficios del aprovechamiento de estos recursos, en un monto que no será inferior a los de la empresa que los explota”.

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