Ecuador tuvo en Benjamín Carrión al promotor de la cultura y de la identidad nacional y mereció ser llamado el suscitador lojano cuyas obras sirvieron indudablemente para rescatar al Ecuador de la hora más negra de la patria humillada en la derrota y empequeñecida por invasores foráneos, bajo la frase “volver a tener patria”.
Su fundamento fue rechazar el “caramelo literario” y el “que-me-importismo”, el culto de la queja, dentro de nuestra realidad climática, el tropicalismo del llano y de la altura andina. Decía que nuestra patria era aparentemente boba porque nuestro pueblo es tranquilo, pasivo y aguantador pero intuitivo y que cuando despertaba ante gobiernos que intentaban engañarlo como a tonto útil para afanes electoreros, sabía poner en su sitio a los tiranuelos de turno porque en definitiva es amante de su libertad.
Cuando este suscitador de la realidad nacional escribió sus Cartas al Ecuador, las primeras en l943 y las segundas que fueron publicadas en l959, pocos ecuatorianos estaban conscientes de la realidad nacional y fue él, junto con Leopoldo Benites Vinueza, Víctor Emilio Estrada entre otros ecuatorianos que crecieron con el siglo XX, que con sus investigaciones y aportes literarios contribuyeron a la cultura e identidad nacionales.
El Ecuador vive un anhelo de cambio con una realidad socioeconómica todavía no suficiente madura. Esta situación bajo el criterio de Marx y Engels es propicia para la crítica y el esclarecimiento de los problemas sociales y crea un ambiente favorable para destruir el establecimiento pero con un resultado final frustrado por la falta de madurez para poder enunciar las leyes vigentes, recurriendo entonces sus promotores a la imaginación ajena a la ciencia para buscar leyes sustitutas.
Así se ha criticado a Benjamín Carrión de utópico y carente de conocimientos sociales profundos para esclarecer la realidad ecuatoriana, pero nadie puede discutir que con sus obras y opiniones nos dejó como legado el amor a nuestra patria, a su cultura y conocimiento de la realidad ecuatoriana.
Nuestro actual presidente ha confesado ser un motivador para obtener desde las urnas los cambios propuestos por la Asamblea Constituyente, cambios que sin un profundo análisis nos darán una norma constitucional producto de la imaginación y del apuro que terminará en la frustración del pueblo ecuatoriano. Olvida Rafael Correa que es mandatario de su pueblo para gobernarlo y administrar el Estado y no solo para dirigir su campaña política sino también para motivar la gran obra nacional.
El grave incidente fronterizo con Colombia no puede sesgar la atención nacional y descuidar la realidad, que la mitad de nuestro territorio está asolado por temporales, las inundaciones y los deslaves. Esta catástrofe nacional que vivimos es propicia para desarrollar una gran obra nacional con empleo de los habitantes damnificados, pero nada de esto se escucha en momentos que debería emprenderse con una planificación gubernamental para instalar una infraestructura que permita conservar el exceso de agua para regadío en épocas de sequía y con vías de acceso en el Litoral y Austro permanentes y no sujetas al capricho de la naturaleza.