21 noviembre, 2024

La Compañía de Jesús y el P. Adolfo Nicolás S. J.

Del 7 de enero al 6 de marzo del presente año 2008 la Compañía de Jesús celebró su trigésima quinta Congregación General en su cuartel matriz de Roma. Afincados allí, los electores jesuitas provenientes de distintos rincones del orbe, aplicando un sistema de elección isocrático -es decir entre iguales- y contemplativo (el sabio murmuratio), aceptaron la renuncia del saliente líder P. Peter Hans Kolvenbach, y eligieron como nuevo Padre General al padre Adolfo Nicolás Pachón.

El padre Nicolás Panchón es un jesuita de 71 años de edad. Español de nacimiento, ingresó a la orden jesuítica a los 17 años de edad, y desde aquel entonces su vocación ha sido la de servir como un soldado de Cristo donde la Compañía lo envíe, lleno siempre de aquella indiferencia ignaciana que le permite mirar los acontecimientos, juzgarlos y ejecutar controlando el lastre de nuestras querencias y desavenencias. Así es Nicolás, quien siendo cabeza de la Compañía de Jesús en Japón ocupando cargos de gobierno, ejecutando apostolados de acompañamiento y apostolados de catequesis, hoy está a la cabeza de la mayor orden sacerdotal del mundo católico. Y decimos esto no solo por el enorme número de sus presbíteros ordenados, sino por la elevadísima y rigurosa preparación y rendimiento intelectual en beneficio de la cultura y promoción humana. Sumemos a esto que el P. Nicolás domina seis idiomas y un talante sencillo y empático que es reconocido por sus pares. ¿Eligió la 35ta. Congregación General otro Pedro Arrupe para enfrentar los grandes retos de la Compañía de Jesús? Veamos.

El dicasterio de la Congregación para la Doctrina de la Fe (heredero actual del famoso Santo Oficio de la Iglesia) ha interpelado jesuitas últimamente, considerando que sus posiciones intelectuales -sostenidas en cátedras universitarias, en textos publicados para lectura común y en medios de comunicación, soportados en técnicas de investigación científica y filosófica- evidencian notables discrepancias con la fe de la Iglesia Católica. Jon Sobrino (español), Jacques Dupuis (belga), Anthony de Mello (indú), todos ellos jesuitas que desde una perspectiva cristocéntrica han estudiado y defendido la relación Cristo – hombre como relación de doble vía, entre hermanos, reconociendo la divinidad y grandeza del Cristo en haber transformado su halo de luz celestial, en carne, necesidad y presa de concupiscencia, para entender la circunstancia humana siempre proclive al pecado. Esto, como es de esperarse, choca y sigue chocando con corrientes más conservadoras dentro del catolicismo que, una vez muerto Juan Pablo II, consideran el diálogo ecuménico inter religiosos como un monólogo de arriba hacia abajo (como si la Iglesia Católica sea el magister dix it, y no exista posibilidad alguna de que la Verdad se haya revelado en otras manifestaciones de, como la nuestra, también fe).

Coincidencia o no, quien llevó a interrogatorio canónico a los padres jesuitas fue el antes cardenal Joseph Ratzinger, actual papa Benedicto XVI. Cuentan que en la elección dentro del cónclave purpurado que encumbró a Ratzinger, Carlo María Martini (cardenal jesuita integrante de tal convención, varón de altísima prestancia intelectual, eminente maestro ignaciano, liberal católico) fue el electo; pero la suerte estaba ya echada para la prelatura personal que hoy escala posiciones no sabemos si para su propia santificación en su obra, o para honrar la humanidad o divinidad de Cristo.

La Compañía de Jesús vive momentos de alta complejidad casa adentro. Con una reducción en el número de sacerdotes en todo el mundo y procesos de fe que empujan al silencio y no al debate, la 35ta. Congragación General no solo elige al padre Nicolás como General, sino que emite sendos decretos que marcan las directrices a seguir camino al reverdecimiento de la Compañía. El P. Nicolás tiene la sapiencia y fortaleza para seguir sin dobleces el camino trazado por los seis decretos emitidos por la congregación. Han elegido no a otro Pedro Arrupe: es Adolfo Nicolás Pachón. Nombre que por sus ejecutorias se grabará en la historia jesuita sea para que ésta continúe de paso trágico por el Gólgota, o sea para que vea la luz en el Tabor.

Todo esto siempre para la mayor gloria de Dios.

Artículos relacionados

¡Se cayó la venda!

Por fin se cayó la venda y el mundo, después de más de 60 años, ha podido ver el efecto de una dictadura comunista que, luego de los ajusticiamientos, asesinatos, robos, encarcelamientos, […]

No hay comentarios

  1. Muy interesante. Los Jesuitas siempre me han impresionado por su nivel intelectual. He tenido, no sé si la suerte, de conocer a algunos ex jesuitas, que han dejado el hábito para dedicarse a escribir o a cualquier otra tarea. Parece que siempre están en la polémica o su formación los empuja a ella. Agradezco este artículo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×