El hombre es el lobo del hombre

No fue una noticia más.  A primera hora de la mañana laboral  un hiper market de un centro comercial al norte de Guayaquil fue el escenario de un tiroteo entre compañeros de trabajo.  Unos hacían su labor y otros que habían tomado una equivocada y grave decisión, iban a asaltar ese lugar de trabajo.

No hay duda alguna que los que habían resuelto delinquir no tenían retorno y por ello la decisión de disparar a matar, pues sabían que serían reconocidos por sus compañeros de trabajo.  Las balaceras se sucedieron conforme se desarrollaba el atraco.  Un video registra el momento en que un  guardia franco asaltante amedrenta con su arma al cajero bancario y procede al asalto.  Sus compañeros de trabajo sospechan de este movimiento y despejan de civiles el lugar.  En el primer tiroteo el asaltante hiere a un guardia de turno que aún herido lo persigue.  Posteriormente nuevos guardias ingresan al parqueadero del centro comercial y se produce una nueva balacera.  Finalmente un asaltante resulta muerto en un vehículo abandonado. Al final tres muertos en el asalto aparentemente frustrado.

La audiencia oral por delito flagrante es otro episodio digno de resaltar.  Un fiscal y una jueza despistados, se curaron en salud y encarcelaron a todos, a asaltantes y a asaltados, cajero bancario incluido.  Justicia mal administrada no es justicia.

Los guardias de seguridad mal entrenados y mal pagados son los encargados de cuidar los valores que transportan o vigilan.  Ello da la pauta para tramar delitos que en realidad se constituyen en caminos sin retorno y decisiones que toman vidas y desamparan familias.  A ello se suma el hecho que nuestra policía no está preparada para responder inmediatamente a los asaltos y crímenes en las ciudades no se diga en el área rural.  El nivel de respuesta es negativo y la reacción policial es lenta y brinda a los asaltantes lapsos suficientes para desaparecer de la escena del crimen.

La falta de ingresos condignos para los guardias y policías hace que los sistemas de seguridad privados y públicos no cuenten con verdaderos profesionales que se dediquen a tiempo completo a hacer su trabajo para seguridad de la población.

Si no se corrige desde la raíz este anómalo manejo de la seguridad ciudadana, más el alto costo de los alimentos esenciales de la canasta familiar y el reducido ingreso per capita del pueblo por la falta de producción y empleo estamos sometidos a la inseguridad cotidiana y seguiremos lamentando muertes de más policías, guardias privados y ciudadanos inocentes a manos de aquellos que deciden tomar el camino de la delincuencia y del asesinato a mansalva en los asaltos.