¿Quién podría estar en contra de la alfabetización, que es uno de los más grandes dones que ejerce un maestro?
Más aún cuando sabemos que la situación social, económica y política de un pueblo está de acuerdo al grado de alfabetismo de su gente.
Mas, alfabetizar dentro de la didáctica educativa para adultos, es muy complicada; no significa solo enseñar las letras y a escribir su nombre es, sobre todo, educación compensatoria y de rescate cultural del hombre marginado por la ignorancia, con el objetivo de situarlo en el centro del desarrollo. Pero, vale preguntarse. -Si ésto se logrará con el programa diseñado hoy por el Ministerio de Educación, desarrollado por jóvenes estudiantes como alfabetizadores, sin conocimientos, ni la preparación pedagógica que requiere años de estudio y práctica.
El primer paso de la alfabetización es la lecto-escritura, que para todo maestro es conocida como un proceso en el que juega toda una dinamia didáctica involucrada en la vida sensorio-motriz y emocional del educando.
Pero el analfabeto (sin alfa, ni beta-sin a ni b), sea éste de cualquier edad, necesita un adiestramiento especial para el aprendizaje. Increíblemente un niño por su suave contextura e inconciencia natural, vence su torpeza motriz mucho mas fácil que el adulto, aunque éste sea un diestro albañil o carpintero, cuya torpeza está guiada por una actitud sicológica de tensión, producida por un agolpamiento de complejos: vergüenza, ansias por no fallar en el rasgo o la dicción, actitud egocéntrica de no perder su prestigio etc. Estas circunstancias demandan del alfabetizador mucha destreza para mover mecanismos especiales y lograr la primera predisposición sensorio motriz para la que, el adulto- igual que el niño-necesita la misma dinámica de expresión corporal, lingüística y emotiva. Luego viene la acción vital de la predisposición a aprender o lo que se llama la voluntad consciente de querer hacerlo y esto demanda tiempo.
Lograda esa actitud en el alumno está ganado el 50%, el otro 50% es el desarrollo metodológico que es una acción mixta entre la técnica y el afecto.
Dentro de esta parte está también el material didáctico que en el aprendizaje de la lecto-escritura es de primordial importancia, sea éste el libro de lectura, fichas, videos, cartillas, etc. los cuales deberán corresponder al METODO que se utiliza en la enseñanza.
De ahí nuestro escepticismo en la efectividad de “la alfabetización” que realizarán los estudiantes de 5to curso (16 a 17 años) sin preparación del conocimiento metodológico-didáctico, que no se puede hacer en pocos días u horas.
Por lo que, quienes estamos a favor de la alfabetización, creemos que el mejor material humano para realizar esta tarea serían los estudiantes de los Normales superiores que se preparan para maestros, o los profesores de las escuelas nocturnas que “sufren” por no tener alumnos en sus aulas y/o los aspirantes a cargos docente (como un requisito obligatorio para obtenerlos), sin dejar de lado aquellos colegios que tienen centros de alfabetización ya establecidos con larga experiencia.
Los jóvenes de 5to. Curso de las otras especializaciones serían los destinados a hacer la parte de la promoción social, comunitaria, cual es, la fase concientizadora y primordial de esta campaña: trabajando en la mentalización masiva en sectores marginados suburbanos, agrícolas, fabriles, etc., de convencimiento al analfabeto adulto de la importancia de aprender, unida a los programas de salud, civismo y valores humanos, igual que el trabajo de apoyo y ayuda para los alfabetizadores en la preparación del material didáctico o creación de estructuras de soporte como centros de recreación y estudio dedicados al cuidado de hijos de los analfabetos/as durante las horas que están en clase.
Son acciones de solidaridad y civismo que puede generar en los estudiantes de 5to. Curso una campaña como ésta, que bien merece ser revisadas, para que sus resultados no sean una farsa.