Mi abuela solía decir que “la ignorancia es atrevida”. Hoy, de lleno, los recordados y particulares aforismos usados por nuestros mayores para educarnos otrora –y este es uno de los que más me impresionan-, cobran vida cuando en el presente somos testigos por observación de las terribles consecuencias que un ignorante –persona que ignora- puede causar en cualquier ámbito que le toque vivir, familia, empresa, política, manejo profesional y hasta religioso…
Voy a utilizar el término “ignorancia” SIN TOMAR EN CUENTA sus connotaciones peyorativas. No, al contrario, he de definir a la ignorancia como el desconocimiento acerca de un tema, hecho o circunstancia que inhabilita la pertinente toma de decisiones y por tanto puede ser causa de profundos yerros en la conducción de una empresa, cualquiera que ésta sea. La cruel ignorancia es más dañina que la propia corrupción en las instituciones públicas o privadas, sobre todo cuando es propia de las “cabezas”, de los individuos destinados a dirigirlas y que tienen el compromiso moral de hacerlas crecer para el servicio a sus semejantes. Con el corrupto, al menos sabemos a qué atenernos, lo ubicamos, firmemente lo rechazamos y corregimos los desfases; con los ignorantes el asunto es delicadísimo pues algunos son… ¡hasta buena gente!, y por tanto suelen ser “disculpados” en sus desvaríos bajo la dizque “tolerante” actitud de “no quisieron hacer daño”, sin embargo lo hacen y… ¡vaya de que manera!
“Zapatero a tu zapato” es, sin dudas, otra manera de expresar el concepto. ¿Cómo puede ser que gente que no tiene la preparación ni la experiencia y que además ni siquiera le agrade la actividad esté a cargo de escuelas o colegios, por ejemplo; o tal vez operando a pacientes inocentes como en el deleznable caso de las iatrogenias descubiertas en un hospital italiano hace pocos días y que causó daños irreparables a pacientes inocentes en manos de ignorantes éticos, de gente inescrupulosa, criminales en potencia.
Quienes ejercen poder de decisión en cualquier sociedad civilizada tienen que reflexionar sobre el daño oprobioso de nombrar en cargos de alta responsabilidad a personas que por su “ignorancia” son peligrosísimos para la existencia misma de dicho conglomerado. Suele pasar que los ejecutivos y directivos se nombran por compadrazgos o “pagos de favores” y hasta por “limpias elecciones”, todo lo cual no limita ni un ápice las fatales consecuencias. Desde la posición en la que me desenvuelvo como educador considero que el peor flagelo para una sociedad moderna es vivir en una Cultura en la cual la ignorancia y la mediocridad son los problemas reales a vencer para salir del subdesarrollo. Me inquieta que los casos ocurran en las instituciones educativas y que proyectos extraordinarios se echen a perder por decisiones mal tomadas y el simple hecho de no contar con los conocimientos ni con la experiencia necesaria para hacerlo.
¡Cuán sabios han sido nuestros mayores!. La frase con la cual abro el presente artículo en el primer párrafo es una muestra más, en el fondo, estoy consciente que en ésta y en todas las épocas educar haciendo abstracción de pensamientos tan profundos como al que me refiero es lo correcto. Hoy me sirve para explicar una terrible preocupación que me acecha cuando veo que la ignorancia campea y que quienes de alguna manera deciden… ¡no aprueban los exámenes!. Me refiero, por supuesto, a los exámenes morales que todos los observadores acostumbramos a tomarles. ¿Verdad que es trágico?
Sr. Briones
Muy acertada su apreciación, dese invitarle entonces, aprovechando su preparación a que demos también una solución al problema, como ?…
Habemos quienes tenemos, en diferentes grados, la posibilidad de enseñar a la gente, no solo a mejorar sus conocimientos en tal cual rama, sino también a tener esos principios morales que nos enseñaron nuestros Padres y Abuelos, …
Es hora pues de sumarnos a la campaña general de «educación», como lo ha hecho el Alcalde de Machala, como lo está haciendo el Alcalde de Cotacachi, donde paso a paso, van preparando a su gente a dejar de ser analfabeta, pero además a tener la preparación adecuada para cada puesto.
Solo con un trabajo de educación al que apoyemos todos, podremos evitar estos «favores», pues para entonces, habrá los talentos suficientes para ocupar con dignidad y con derecho esos puestos.
Creo que además de ver y analizar los problemas que tenemos en el Ecuador, podemos también poner nuestro granito de arena, para construir ese país que soñamos.
Att.
Alberto Rosales
ralberto68@hotmail.com
Hola mi querido Dr. No dejo de leer sus articulos, y son el fiel reflejo de la persona y el preofesional que conozco. Le estoy debiendo una invitacion, pero me cambiaron el correo y perdi su telefono, le agradeceria mucho si me lo puede enviar de nuevo, gracias. Un abrazo.