Una de las conductas más cercanas a la patología psicológica debe ser lo que hoy daré por llamar “victimismo”. En la práctica la antítesis de la sana autoestima. Viene a mi mente después de recordar los legendarios aportes de Eric Berne y su “Análisis transaccional”, pues en efecto, y como el mítico autor decía… “la gente tiende a desarrollar transacciones interpersonales tramposas” cuyo propósito siempre termina siendo un conflicto…
¿Forma de manipulación psicológica?, sí, por supuesto, pero también estrategia de control de la conducta de otros. ¿Satisfacción de un morbo poco habitual en la gente sana?, indudablemente, pues mucha gente juega el famoso “triángulo dramático” para disfrutar –literalmente- de la reacción de otros tantos que “pican el anzuelo” y se involucran en situaciones confusas y que llevan a todos a establecer relaciones enfermizas desde el vamos.
Piense, amigo lector, en un niño que “aprende” a relacionarse y que como parte de su aprendizaje manipula… ¡oh, sí!. Llega a su mamá con la queja de una agresión de su hermano mayor y ésta sin más ni más toma la decisión de castigar al “victimario” para después averiguar que fue injusto porque nada de lo que le dijo el pequeño fue cierto. Allí, el ser humano comienza a elaborar sus primeros “triángulos dramáticos” diría Berne. Esquema en el cual debe haber una víctima, un victimario y un salvador. En las empresas habitualmente ocurre con los chismes, en efecto, usted es la víctima, yo –que le cuento el chisme acerca de usted- soy el salvador y por supuesto la recomendación es que arrase con el victimario… ¡y ocurre!. Entonces los conflictos se generalizan, la gente se pelea, la comunicación desmejora y hasta la productividad disminuye. Por esas y otras razones es que los nuevos “emprendedores” reciben una preparación en psicología durante sus estudios que les permita manejar este tipo de desfases que ocurren cotidianamente en todas las organizaciones.
El victimismo requiere una respuesta personal de quien lo observa y que debe ser, en primer lugar, llevando con firmeza a la persona a la reflexión a través, por ejemplo, de la técnica de la pregunta o del diálogo positivo y orientado por hechos objetivos y concretos. Es también factible trabajar en la capacitación y mejoramiento continuo de estas personas para que puedan entender sus fortalezas y percibir lo insano de su conducta. En fin, técnicas tantas, efectivas ciertamente. Un aspecto terrible es cuando se utiliza el triángulo dramático para controlar la conciencia de la gente.
Así pues, los largos discursos hitlerianos, empeñados en mostrar a un pueblo alemán víctima de los judíos y a un salvador desde el gobierno, provocó la sangrienta cacería de los supuestos “victimarios”, que pasaron a ser “víctimas en efecto” después de la manipulación mediática de los dueños del poder. Hechos como esos se suscitan constantemente en las familias, las organizaciones, los pueblos, los continentes y difícilmente son curables sino a través del tiempo y mucho dolor, sin embargo, no son ajenos al convivir diario de la gente. Tratarlos con los jóvenes estudiantes me ha dado más de un buen resultado. Captan rápido que este tipo de aprendizajes deben cambiar al mundo comenzando por ellos y además entienden lo que muchos de los políticos actuales han hecho de nuestro país, es decir, manejar la comunicación desde aspectos tales como los mencionados por Berne y aprovechar los resultados para sus obscuras apetencias. ¿Cambiará esto algún día?
Un articulo muy interesante, vemos claramente hasta que punto los roles adoptados pueden llegar a ser desconocidos por la propia persona. ¿Cómo es posible que un individuo que escribe un artículo así puede llegar a adoptar tan a sus anchas una posición de Salvador? En algunos momentos de Perseguidor incluso y para acabar la gran frase ?¿Cambiará esto algún día?? de la Víctima. Vamos que el señor Roberto debería aprender a conocerse a si mismo, a controlar su Padre Protector sobretodo antes de anunciarse como un experto sobre el tema. ¡Alucinante!
Por cierto, le recomiendo este enlace: http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Godwin Por favor, ¿dar un ejemplo sobre Hitler? A lo largo de la historia han sucedido mas hechos a parte de la segunda Guerra Mundial.
No falla, a la que se pone de moda algo en relación con la psicología humana empiezan a aparecer los expertos en ganar dinero.
Entiendo sus apreciaciones a nivel realista y como testigo imparcial, con una mirada objetiva, que pocos pueden captar, pues es este un juego en el cual, tarde o temprano, «todos» nos vemos involucrados, desde distintos ángulos. Anthony de Mello, menciona el triángulo, con los términos: Perseguidor, Víctima y Rescatador. Entiendo que es un juego donde el miedo y la culpa adquieren papeles preponderantes, pues la manipulación se basa en el manejo audaz y controvertido de estos dos sentimientos que tienden a mermar la autoestima, y aumentar cada vez más las tensiones. Una vez en el juego, nadie permanece ocupando un puesto fijo, sino que va rotando hacia los distintos vértices del triángulo.
Por supuesto, tratándose de una familia o un grupo de amigos, las alianzas que se forman son de dudosas características, y las frustraciones muchísimas, pues abundan las traiciones injustificadas. (El miedo, la culpa, incluso la compasión mal entendida, no ameritan que se defienda ninguno de los tres roles. Pero todos ellos buscarán aliados, en una batalla sin tregua, ni final). Mucho dolor, sea cual sea el caso, pues la única forma de sanar relaciones extremadamente tortuosas, es imponiendo distancia, cortando el diálogo, o limitándolo a la superficialidad. Una forma curiosa en que las personas suelen entrar en el juego sin involucrarse emocionalmente, es mediante el uso de la hipocresía y el disimulo: los daños son igualmente irreparables. Alcanza con que uno de los implicados se empeñe en buscar y decir la verdad, (al menos «su verdad», comprometida), para que el juego de roles triangular se acabe rompiendo, en su parte más frágil. Donde se carece de argumentos sólidos, o donde prima el peso de los valores y antivalores manejados por la mayoría.
Una relación familiar de esta índole, puede resultar desgarradora, y tarde o temprano acaba en ruptura.
Curioso es que víctimas y victimarios confundan sus roles, no así el rescatador, ¿por qué?