Las entrevistas matinales de los principales canales de televisión suelen ser mis preferidas. Pero no como pueda creerse por la “calidad” de lo que se expone ni por los exabruptos emocionales de algunos “periodistas” quienes más parecen artistas de teatro, no, no, más bien para mí son como “aprendizajes” vivenciales de aquello que debe mejorarse si queremos una mejor sociedad ecuatoriana.
Observo y medito acerca de la gente que “hace opinión” y que aparentemente de manera “docta” expresa su pensamiento ante la pregunta del inquisidor y también entrevistadores que parecieran “saberlo todo” y que en forma soberbia desautorizan todo lo que no vaya con su particular manera de pensar. Aquí hago dos abstracciones personales que son fruto de la observación directa de estos programas….
- Respuestas que confunden al televidente pues mezclan las variables con un desparpajo increíble –consciente o inconscientemente- que vence la paciencia del entrevistador quien claudica y termina la sesión con un cierre poco y menos que “compasivo”
- Personajes que transmiten el criterio de que “hay que hablar difícil para impresionar” y culminan confundiendo al espectador, quien por otro lado suele creer que el nivel de dificultad del discurso tiene que ver con la inteligencia del individuo… ¡craso error!
Otra de las interesantes vertientes “formativas” –para quien quiere aprender de la naturaleza humana- son también los programas radiales de opinión como uno que acabo de escuchar en el cual el radiodifusor realizaba una encuesta “libre y soberana” –entre comillas- con quienes llamaban al teléfono de su radio para decir si votarían por el sí o el no en la consulta. Por supuesto explicaban sus razones y puntos de vista, coincidentalmente todos favorecedores de la postura gubernamental. Discursos inentendibles en realidad, pues se supone que la verticalidad periodística obliga a orientar la opinión y dar cabida a todos los pensamientos por más discímiles que sean. En fin… ¡ese es el Ecuador de nuestros días!
Hoy, los discursos inentendibles se van en dirección a lo hecho en Montecristi, discursos totalmente contrarios a la opinión de algunos brillantes pensadores ecuatorianos a quienes admiro y que nos reiteran que… “hay que leer el texto de la propuesta de Constitución Política”, lo cual me parece adecuado. Sin embargo ya nos están atosigando en la televisión cuando se vuelca la opinión hacia el sí –por ejemplo-, ¡sin que los ecuatorianos en general tengamos ni idea de la propuesta de fondo que se nos hace desde la Asamblea!. Pero… ¿cómo leer tanto?. ¿Alcanzaremos?. Entonces… es inentendible el discurso de votar por una u otra opción si lo que deberíamos recibir es un mensaje diáfano y claro que debe sustentarse en el… “lee la propuesta, medita, razona y escoge aquello que te parezca lo mejor para el Ecuador, para su presente y futuro, para el de tus hijos y el de los que vendrán luego”… ¿verdad que ese debería ser el discurso?. Después de todo nos estamos jugando la mismísima supervivencia del Estado… ¡así de simple!
Una publicidad inentendible que nos induce a votar sin conocer qué, cómo, por qué y para qué no me parece correcta y lejos de ayudarnos nos divide como país, no se ve ética pues no se basa en promover la decisión libre del pueblo sino que se la sesga desde el vamos. Por supuesto que aquello sería políticamente inaceptable pero… ¿no es acaso eso lo que se nos muestra… que queremos alejarnos de los vicios del ayer?
Estimado Doctor, estoy completamente de acuerdo con usted, pero lamentablemente nuestro enfermo pais hace ya mucho tiempo que se rindio ante las mas espectaculares obras de *teatro* y sucumbre ante el mas minimo encanto bien maquillado y no nos importa saber mas alla de los enlatados morales y de medio discurso de nuestros respetados politicos.
en fin, la esperanza final es que DIOS ES ECUATORIANO