Si el economista Correa ha pasado todo el tiempo que lleva de su gobierno dándonos “CIRCO” sin “PAN”, los asambleístas de Alianza PAIS y sus adláteres no podían ser menos, y nos hicieron testigos de otro “CIRCO” grotesco en el que primaron las incongruencias, muchas de las cuales fueron producto de la improvisación, del desconocimiento de lo que estaba tratándose, de la casi nula preparación académica de una mayoría de asambleístas, pero sobre todo de la necesidad de “quemar tiempo” mientras llegaban los artículos desde Carondelet.
En estos días el país está asistiendo a una lucha por la captación de votos en razón de que en la Asamblea, para mal o para bien, se terminó de redactar el proyecto para una nueva Constitución muy tirada de los cabellos, dándole la espalda a lo ordenado por el pueblo en el referéndum de abril 15 del año próximo pasado.
Los hechos políticos se desarrollan en una forma tan acelerada que se hace necesario recordarle al país lo negativo de lo resuelto en la Asamblea, pues hay que decirlo con pesar que la frágil memoria de los ciudadanos puede olvidar cómo se realizó el proyecto de Constitución, esto es, pasando por encima de lo dispuesto por el soberano.
Es preciso recordar a los ciudadanos que desde el principio de sus funciones, los asambleístas de Alianza País y sus seguidores, siguiendo la tónica del economista, hicieron gala de un triunfalismo hiriente y soberbio al manifestar irreverentemente que eran poseedores de poderes absolutos por lo que estaban autorizados a hacer lo que a bien tuvieren. No podemos olvidar eso.
En efecto, violentando lo ordenado por el pueblo soberano, al interpretar a su antojo los artículos 1 y 23 del estatuto aprobado en el referéndum, procedieron a actuar de la manera ya conocida por los ecuatorianos, y que obliga, a quienes creemos en la democracia, referirnos a ello en toda oportunidad que se ofrezca a fin de que no sean olvidados los desaguisados producto del triunfalismo en que se encontraban.
Hoy que se ha terminado el gran sainete debemos tener presente que los últimos días de la Asamblea fueron demenciales; el Buró político de PAIS, siguiendo instrucciones del economista, echó de la presidencia a Alberto Acosta y lo reemplazó por el “corcho” Cordero a fin de tener un sumiso y obsecuente “su muchacho” quien dio muestras evidentes de manejar a la Asamblea sin criterio propio, sino acatando todo lo dispuesto en Carondelet.
El país pudo darse cuenta que los artículos del proyecto de Constitución ya no se los discutía, ni siquiera se los leía; se los contaba y aprobaba, y entre gallos y media noche se cambiaron muchos de ellos que habían sido aprobados con anterioridad, lo que todavía sigue siendo criticado por la gente, incluidos algunos asambleístas partidarios del gobierno; famosa se hizo la frase del “corcho” –que apareció en los medios de comunicación- cuando le gritaba a los asambleístas: “Despiértense para que voten” …éstos levantaban su brazos “cuasi” soñolientamente.
Parece duro lo hasta aquí señalado más corresponde a hechos consumados que no pueden ser desmentidos; es tan horrible lo sucedido que a la Asamblea puede parangonársela con el doctor Frankenstein al haber engendrado tal monstruo.
Los asambleístas del gobierno no rindieron culto al soberano, rindieron culto a lo que no debe hacerse, rindieron culto a las órdenes del economista que, ante la mirada cansada del país, los obligó a acatar sus designios en franco paralelismo a las actuaciones de la vieja “partidocracia” a la que tanto se empeña en criticar. Ninguno de los Congresos más abominables ha hecho tanto daño como la Asamblea.
Las viejas prácticas de los políticos del Ecuador no han variado; lo que sucede es que han cambiado de actores, lo que me lleva a recordar que entre los años 40 y 50, circulaban en el país 2 revistas de tinte político: “Momento” del CFP de Guevara Moreno en Guayaquil, y “La Calle” en Quito con el slogan “Porque es en la calle donde habla la gente”. No recuerdo en cual de las 2 revistas, aunque me inclino a pensar que era en “La Calle” en que aparecían unas rimas compuestas en función de los nombres y apellidos de los hombres públicos.
Estos versos a los que se dio en llamarlos “Versos Cojos” conducen a idear uno referido al economista, quien es el real factótum de lo hecho en la Asamblea; los mismos pueden escribirse de la manera siguiente:
Es hora de que tu prepotencia baje de nivel
RAFAEL,
Pues la ambición por el poder te marea
CORREA,
por eso es que estas perdiendo lo logrado
DELGADO,
Ya que con tu actuar, al pueblo ecuatoriano lo tienes hostigado
RAFAEL CORREA DELGADO
En la vida los hombres y las cosas no son del todo malos ni del todo buenos, pero si ponemos en la balanza el proyecto de Constitución veremos que lo mucho de malo vence en demasía a lo poco de bueno que tiene. No podemos estar de acuerdo con superficialidades como la “pachamama” ni el quichua como segundo idioma, ni temas más serios como dar luz verde al aborto cuando proclama el derecho de las parejas a tener los hijos que quieran, ni la Ley de Contratación Pública, ni tantas otras cosas que se enredan en palabrerías inanes; está muy mal que ahora pretendan arreglar las cosas leyendo los artículos como su conveniencia lo exige.
¿Es ese el proyecto de Constitución por el que debemos definirnos?
Pienso que NO, y en virtud de todo lo que vivimos en los 18 meses del actual gobierno, además de la labor de los malos asambleístas, y de lo negativo que nos vendrá en poco tiempo, reitero mi posición de votar NO en el próximo referéndum.