Quienes denunciaban que se estaba confeccionando una Constitución a la medida de Correa, dijeron una verdad a medias. Porque una parte de la misma es de aquellas que pronto violaría un presidente autoritario . Para un autócrata , la participación ciudadana a nivel presidencial , por ejemplo, sería imposible.
Las asambleas para que los ciudadanos expongan sus pretensiones, anhelos y reclamos, no se diferenciarían de las actuales audiencias semanales del gabinete itinerante. ¿Recuerda usted si algún disentimiento, por respetuoso que haya sido, tuvo respuesta tolerante y democrática de Correa? ¡Nunca!
La participación ciudadana en las decisiones públicas es un logro democrático de alta significación, pues se obtendría conclusiones válidas a través de la apertura democrática de un gobernante. De uno demócrata. Es demócrata quien es capaz de admitir que su adversario o su simple interlocutor, pudiera tener la razón. Correa, entonces, NO es demócrata. La razón está sólo con él. Para ser demócrata, hay que descartar radicalmente la violencia. Correa se nutre de la violencia verbal e intimida a sus detractores . NO es un demócrata. Es un autócrata. Un autócrata que, como la mayoría de ellos , tiene gestos caritativos y hace de la limosna una práctica gubernamental en un país que necesita sustancialmente de justicia, dignidad y oportunidades de desarrollo.
Quiero creer que todo esto obedece a fijaciones ideológicas. El marxismo , en su agonía, tuvo miedo hasta de sí mismo, de su mal concebida revolución. Y la abandonó, huyendo y dejando a otros sus ruinas. Entre esos otros está Correa. Y en el medio nuestro Ecuador.
Volviendo a las asambleas populares, éstas no serían escenario de propuestas cívicas sino de guiones previos. La participación ciudadana es la médula de la democracia, si no se la contamina con dirigismos o taras partidistas; pero no podría coexistir con un régimen de autoritario presidencialismo. La límpida participación ciudadana resultaría ser un ropaje que NO calzaría con las medidas de Correa. Riñe con el destino que él ha planeado para sí.
Y hay otra sinrazón más en el Proyecto de Constitución. A pretexto de pagar una deuda histórica, se cometería el error de constitucionalizar una discriminación poblacional que tendría disgregadores efectos. No se ha hecho justicia con los indígenas, los afroecuatorianos ni los montubios. Los indígenas interandinos y amazónicos pasarían a integrar sendos mundos aparte. Oficializar su justicia intergrupal , sus lenguas , sus ritos , costumbres y otras colectivizadas reivindicaciones, sólo servirían para marcar diferencias y contrastes con el resto de un país condenado a fragmentarse. La justicia indígena no pasaría de ser una práctica exótica. Quizás turística. No se maneja la diversidad étnica, lingüística, costumbrista, etcétera, con miras a una integración total; sólo se marca indelebles diferencias, instituyendo virtuales apartheid o comunidades que no tendrían la propiedad de sus tierras ancestrales, sino la simple posesión de las mismas, expuestas, por ende, a expoliaciones ulteriores. No hay integración sino aislamiento de nacionalidades indígenas, que pronto traerán problemas de gobernabilidad. La idea matriz debió ser la integración del indígena a la ecuatorianidad pluralista, en búsqueda abierta del prototipo ecuatoriano ; debió reconocer a todos los ecuatorianos el goce de los mismos derechos en la diversidad y no creando diversidad de derechos. Esto será aniquilador
La política no necesita de genios ni de mesianismos invasores que hinchan hasta nuestras orejas. Los problemas que nos aquejan son complejos y graves, pero son problemas humanos que deben ser resueltos por seres humanos de buena fe, tolerantes, tendiendo manos fraternas al resto del país. Pero se lo hace con iracundia revolucionaria y altanera, priorizando la gestión pública, negligente e ineficaz, que acabará con las individualidades forjadoras de riqueza. Un real atentado contra sus derechos humanos.
Lo que afirmo no es una opinión. Sólo apelo a la Historia, de la que no quiere aprender este gobierno, empeñado en encontrar el paraíso por la vía marxista. ¡No existen los paraísos! Existen los países que dejan de delirar y cuyos ejemplos nos negamos a seguir. Los únicos dos paraísos que se conoce, se perdieron: el de Adán y Eva y el de John Milton (“ El Paraíso Perdido”-1663) , célebre poema en el que Lucifer, tras haber sido desplazado por Dios, decide vengarse llevando el Mal a la Humanidad y corrompiendo al Hombre. ¡Y vaya que lo logró! Correa podría caer en sus manos por soñar en salvarnos en vez de limitarse a servirnos, actuando con sobriedad, desinterés, dignidad, tolerancia, lenguaje viril y no violencia. Cualidades humanas que Lucifer no pudo dañar del todo, pese a que con Correa tuvo éxito enviándole a una Universidad Católica a despotricar de católicos y a incitar enfrentamientos entre estudiantes. ¿Triunfará Lucifer ? No sé si exclamemos al final de la tragedia: ¡ A la Historia, Correa ,a la Historia! O, como plantea Camus, ¡ A la Historia, Calígula, a la Historia !