24 noviembre, 2024

El artículo 9

Desde mi espectro de educador me he negado permanentemente a decirle a la gente vote sí o vote no, pues me parece que es ofender la inteligencia de mis interlocutores, los cuales deben, tomar sus propias decisiones de manera argumentada y profundamente comprometida con la Ética personal, buscando sobre todo el bienestar de la gran mayoría de los ecuatorianos. Por tanto, procuro decirle… “lean la Constitución y entonces tomen la decisión que su conciencia les dicta con total libertad personal”.

Algunos me han dicho que esto no es muy realista habida cuenta de que se necesita haber llegado a niveles superiores a una lectura literal para poder comprender los alcances futuros de uno que otro artículo que el asambleísta nos plantea para nuestra decisión. Así pues, la lectura literal no es suficiente y se requiere también de una lectura crítica, analógica e inferencial, si queremos comprender lo que existe detrás de un texto… ¿verdad?

Es así que menciono el artículo 9 de la propuesta el cual expresa lo siguiente… “las personas extranjeras que se encuentran en el territorio ecuatoriano tendrán los mismos derechos y deberes que las ecuatorianas, de acuerdo a la Constitución”. ¿Qué debo entender de un párrafo en realidad clarísimo y que no deja realmente dudas?. Algún estimado colega y educador me decía… “bueno, hay que esperar que los reglamentos aclaren este enunciado y por tanto se haga lo que convenga…”, sin embargo, yo no creo que en este caso puedan haber si quiera inferencias, es un mandato y así ha de darse, por tanto me pregunto:

  • ¿Qué pasará con el desempleo si peruanos, colombianos, mexicanos, argentinos, etc, etc, en nuestro territorio, tienen los mismos deberes y derechos de los autóctonos?
  • ¿Cómo vamos a controlar las oleadas de inmigrantes?
  • ¿Y los desplazados por la guerrilla en el norte y los que son auto-desplazados por problemas legales en otros sitios del mundo?
  • ¿Cuál es realmente la sana intención del asambleísta al plantearnos este artículo?

Es una situación inusual y tal vez única en el mundo, pues no sé lo que pasaría con el gobierno estadounidense o el peruano si se le ocurre al Estado de esos países decir que los extranjeros tienen los mismos derechos y deberes que los nacionales… Es más, sabemos lo exigentes que son en todas partes, peor en la Unión Europea, y en España más específicamente, con los extranjeros y sus oportunidades, por más que vivan varios años allí. Me extraña sobremanera pues se dice que los asesores de los asambleístas fueron españoles precisamente, ellos mejor que nadie deberían saber de estos temas… ¿verdad?

En fin, los ecuatorianos debemos evitar las confrontaciones, pues son en realidad estériles, nuestros comunes enemigos son la pobreza, la mediocridad y la marginalidad no nuestros compatriotas. La elección por venir no es la primera ni será la última. Una manera de evitar conflictivos encuentros como el ocurrido en la Universidad Católica el último fin de semana –hecho del que fui testigo desde las ventanas del aula en donde imparto cátedra en la Escuela de Trabajo Social- no deben repetirse y el debate debe darse en torno a las ideas fruto de la lectura prolija e inferencial de los textos para poder escoger lo que en efecto convenga a todos y no solamente a los intereses personales de unos cuantos. ¿Le parece?

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  1. A mí me pareció muy extraño que se generalice «extranjeros», puesto que ellos pueden ser: a) turistas; b)residentes; c) residentes indocumentados; d)fugitivos de la justicia de su propio país o de cualquier otro; e)guerrilleros que transitan por nuestro territorio como por su propia casa, etc, etc. He escuchado de personas que encontrándose en el registro civil tramitando cédula de identidad por extravío o robo, han presenciado a numerosos extranjeros sacando cédula de ciudadanía ecuatoriana, ya que al parecer se está concediendo masivamente la ciudadanía a todo aquel que la solicita, sin mayores trámites. Tengo entendido que la ciudadanía sólo la puede conceder el presidente de la república. Le dejo este tema para que lo investigue y nos dé su opinión al respecto.

    Atentamente, I. Hurtado Y.

  2. Efectivamente, he leído el mencionado artículo 9 en la versión de la Constitución que existe en internet, y se menciona a los extranjeros sin más. Yo vivo en Suecia y acá los extranjeros que obtienen residencia tienen los mismos derechos que los suecos, es decir, derecho a trabajar, a atención médica, a educación para sus hijos, etc. Claro está, si el país le otorga la residencia debe garantizarle los medios para una subsistencia digna en iguales condiciones que los nativos. Quienes son turistas no pueden trabajar y si tuvieren necesidad de atención médica deberán pagarla. De igual modo, los que se quedan viviendo como ilegales con visa caducada, tienen que trabajar «negro» como se dice, porque no pueden aparecer con su nombre en ningún lado ya que podrían ser expulsados del país. Si tuvieren necesidad de atención médica, la reciben pero deben pagar. Muchos que están en situación irregular tienen a sus hijos estudiando en escuelas mientras esperan alguna decisión de las autoridades de migración, más que nada los que gestionan asilo por razones humanitarias. Suecia es un país rico pero Ecuador, que no tiene ni para su propia gente, cómo va a solventar esos derechos que está otorgando a todos los extranjeros sin distingo? La caridad empieza por casa dice un dicho. Creo que a los asambleístas se les escapó escribir la palabra residentes. Casos como este tipo de omisiones, existen en otros artículos, como en el que se trata sobre la justicia indígena que queda abierta y aplicable a todos no solamente a sus comunidades. Es cosa de seguir leyendo…

  3. «¿Cómo vamos a controlar las oleadas de inmigrantes?» Hilarante la pregunta retórica.

    No se preocupe Ud., Sr. columnista, el día que tengamos oleadas de inmigrantes agolpandose en nuestra fronteras, me sentiré muy feliz porque querrá decir que vivmos en un país próspero y rico de verdad, no de boquilla y cuento. Desgraciadamente, con este Gobierno infame, con sus absurdas políticas económicas, y su visión distorsionada de como se crea la riqueza, esa prosperidad jamás llegará.

    Así que, de momento, las «oleadas» de emigrantes que nos deben preocupar son las de Ecuatorianos huyendo de la miseria a la que nos condenan la burocracia y el estatismo clientelista y mercantilista, con sus oligarcas de arrimados viviendo de la teta del Estado. Mientras no comprendamos que es de ese camino de donde debemos huir, todo cambio será a peor.

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