Seguramente algunos se extrañarán del título de este breve artículo y se preguntarán: ¿qué tienen que ver quienes sustentan un poder político, generalmente autoritario y prepotente, con el humilde y dulce hermano Francisco?
Pues, aunque no parezca a primera vista, ¡bastante! ¿por qué? Ante todo, porque los políticos, si son sinceros y obran con la verdad, deben estar inspirados en los valores humanos, para lograr el bien y la armonía de las personas que integran una sociedad. Y, Francisco de Asís siempre se inspiró en los valores humanos, dados por Dios, para cumplir con su lema: “Paz y Bien”.
Ciertamente, los políticos actúan desde una posición que busca el poder, lo cual genera un determinado modo de proceder. Y, Francisco, actúa desde una posición humilde que busca únicamente hacer el bien para cumplir con el Evangelio. Pero, hay algo, que en el proceder debe ser común para ambos casos y, eso es el lenguaje, que debe ser veraz y claro de tal manera que, para quienes vaya dirigido, lo sientan como un mensaje, de buena intención y que se cumplirá. Es decir, sin subterfugios ni ambigüedades, llamando al pan, pan y al vino, vino, como Francisco, como Jesús, sin negociaciones del significado.
Y, en esto, el poder de la humildad y mansedumbre del pobre de Asís, que perdura a través de los siglos para la paz y el bien, mientras que las actitudes soberbias murieron, es siempre una lección para todos, incluso para quienes detentan un poder político, si quieren partir desde el alma con auténtico amor al prójimo (¿por qué no lo podría tener un político para el bien común, de todos, sin exclusiones?). Justamente, por esta razón, vale la pena repetir, al menos parte de una de sus oraciones:
Señor, hazme un instrumento de tu paz; que donde quiera que haya odio, infunda yo amor; donde haya injuria, perdón; donde haya duda, fe; donde haya desesperación, esperanza; donde haya oscuridad, luz; donde haya tristeza, alegría.
Pero, además por las circunstancias actuales en varias partes del mundo, donde se vive lo que bien podemos llamar “antivalores”, como el terrorismo y los abusos de poder, es oportuno recordar dos sentencias de Juan Pablo II: “El mal nunca es camino para el bien” y “Es más importante el anuncio de la verdad que la denuncia del error.”
Columnista
«Me han dicho que soy un Obispo Rojo, comunista. Yo me confieso cristiano. Un sacerdote, un obispo que se ha esforzado por ser cristiano. Y por lo tanto, no debo tener miedo a las calumnias, las amenazas, ni la muerte. Si trabajar cristianamente por la paz, la justicia y los derechos humanos de los más pobres es ser Rojo, ojalá que todos nos volviéramos siquiera colorados (?). Sí, aunque sea colorados: sonrojarse, tener vergüenza, conmoverse, dolerse de la miseria y la exclusión de las mayorías. No ser cómplices del oprobio que una minoría ha hecho y pretende todavía hacer del Ecuador, su Gran Hacienda. Ese fue Leonidas Proaño, que comprometido entregó su vida; su vida como hombre más que como Monseñor; como revolucionario, creyente en un Reino de Dios: ¡Ahora! Formado en la pobreza -con los pobres como maestros- su conciencia se labró en la lucha constante y no en medio de la riqueza extraída a otros: ??cuanto he vivido y he aprendido no ha sido extraído de las aulas universitarias de mi país o de algún otro país del mundo, sino de la cantera del pueblo, porque mi Universidad ha sido el pueblo y mis mejores maestros han sido los pobres en general y particularmente los indígenas del Ecuador y de América Latina, considerados en Puebla como ?los más pobres entre los pobres?.
El hombre con mentalidad capitalista se olvida de
la dignidad de la persona.
Hombre que se esforzó en comprender la dinámica de las relaciones socio-económicas de la explotación, desde y en la lucha social: Lo que perciben como remuneración los trabajadores en la industria, como los trabajadores del campo, no solamente es injusto por ser insuficiente, sino también porque venden su trabajo, es decir, su Capacidad Transformadora del Mundo (?). Y es lúcido en ver las consecuencias en la mente: ?El hombre con mentalidad capitalista se olvida de la dignidad de la persona. El hombre rico con su influencia, elaborará leyes que le favorezcan en su propósito de conquistar el dinero? (así) se corresponden las estructuras mentales con las estructuras sociales y, a veces, religiosas?Cada vez que se produce una alianza entre los representantes de las estructuras sociales de opresión y los representantes de estructuras religiosas, hay una complicidad, una colaboración en el mantenimiento de la situación de dependencia. La Religión, en este caso, ya no es Liberadora; es Opresiva (?). Lúcido por su pobreza. Proaño junto a los pobres; profundamente histórico y crítico, incluso denuncia a esa Iglesia de las minorías: Cada vez que la Iglesia se ha alejado de los criterios del Evangelio y se ha mundanizado, cada vez que ha puesto su corazón en la Riqueza, en el Poder, en el Prestigio, en el triunfalismo, se ha convertido también en Aliada de los Opresores y ella misma en Opresora?. El domingo 31 de agosto se cumplen 20 años de su muerte. Sus palabras son contundentes, proféticas: El Faraón que esclavizó a Israel, hoy en Latinoamérica es el monstruo conocido con el nombre de Capitalismo. Monstruo que silencia su destino: ?El hombre está llamado a hacerse Comunidad?, sentencia el Obispo Rojo, Obispo y discípulo de los Indios. ¿Dónde están los árboles que sembraste?
Esta semana y la próxima se van a dar muchas celebraciones en honor a Monseñor Leonidas Proaño, obispo de Riobamba, fallecido hace 20 años, tanto en el país y el continente como en otros continentes. Pues Monseñor Proaño fue un obispo de estatura mundial. En este sentido, su muerte ocurrida el 31 de agosto de 1988, fue su ?pascua?, es decir no sólo el paso a mejor vida, sino el paso a su resurrección, a una vida sin límite en todo el planeta.
En vida fue ?el obispo de los indios?, combatido por los poderosos de este entonces y marginado por sus propios colegas obispos. Su opción fue de la de Jesús: evangelizar desde los pobres. Como, en su diócesis, los indígenas eran la gran mayoría, ellos fueron su inspiración: evangelizar desde los indígenas hacia todas y todos. El pensaba que la cosmovisión indígena podía aportar mucho a la solución de los problemas del Ecuador. Por eso ayudó a los indígenas a recuperar su voz, su valor, su sabiduría. Colaboró a su organización, primero al nivel de toda la Sierra y luego al nivel de todo el país mediante la CONAIE (Confederación de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador). En 1994 la CONAIE proponía su proyecto de país desde su visión de pueblo originario.
Muchas de estas propuestas están en la nueva constitución: la centralidad y prioridad de la persona y de la colectividad sobre el mercado, la participación en las decisiones nacionales, una mayor equidad en la repartición de las riquezas, la unidad nacional en la diversidad de las culturas y los pueblos del Ecuador, los derechos de la naturaleza?
Estando en el Concilio Vaticano 2º en Roma (1962-1965), Monseñor Proaño hizo parte del grupo de obispos latinoamericanos ?Iglesia de los Pobres?, que permitió incluir textos importantes sobre los pobres y la pobreza en los documentos conclusivos. Luego, en la decisiva reunión de los obispos latinoamericanos en Medellín (Colombia, 1968), fue uno de los grandes mentalizadores con una ponencia introductora sobre la pastoral de conjunto. En una nueva reunión continental en Puebla (México, 1989), fue el hombre clave para la opción de la Iglesia por los pobres y las comunidades eclesiales de base, opciones luego olvidadas por la mayoría de los obispos; felizmente, la última reunión de los obispos latinoamericanos en Aparecida, Brasil, el año pasado, confirmó la validez de estas opciones.
Profeta de la Iglesia de los pobres, Monseñor Proaño logró configurar en su diócesis el sueño del Papa Juan 23: ?Frente a los países subdesarrollados, le Iglesia se presenta tal cual es y quiere ser: la Iglesia de todos y más particularmente la Iglesia de los Pobres?. Esta Iglesia de los pobres sigue viva en las comunidades eclesiales de base dispersas por todo el país y en el vicariato de Sucumbíos. Recientemente esta Iglesia de las comunidades de base de todos el continente se reunió hace mes y medio en Santa Cruz de Bolivia bajo la protección de Monseñor Proaño.
Que la evocación de la persona y de la obra de Monseñor Leonidas Proaño nos comprometa a celebrar la continuidad de sus mayores intuiciones, en particular las de la cosmovisión indígena, para que la aprobación de la nueva constitución se transforme en la creación de un nuevo Ecuador, más justo y participativo. Amigo Proaño, ¡?los árboles que sembraste? están dando flores bellas y frutos duraderos