Como que la palabra en el accionar político nacional está llegando a su máximo desgaste. Al parecer, el boicot, el chantaje, el encubrimiento protegidos por la mentira y el engaño iban, por fin, a ser cosas del pasado. Al menos, fue la oferta principal que prevaleció durante la campaña del candidato Correa.
Había que limpiar al país de tanta suciedad ideológica, corrupción de por medio, manipulada por un grupillo de sinvergüenzas e integrados, en un abanico de partidos políticos, burlándose de la sociedad pero amamantándose de las ubres de su economía. O sea, esta forma de destruir la comunidad ecuatoriana, deteniendo su progreso y bloqueando su esperanza concluía. No iba más! Pero el presidente Correa desvanece ahora, con su presencia en el gobierno, al candidato Correa acusado, con su decir y con su hacer, de un simple mentiroso… Los comportamientos de la tan vapuleada “partidocracia” de nuevo están en vigencia. Es repetición de todos los días. Otra vez el objetivo principal es el manejo de todos los poderes de control, para que el ejecutivo pueda llevar adelante “su regalada gana”.
Sólo que ahora con más descaro que antes las amenazas, por no estar de acuerdo con las conjuras de Carondelet, son dirigidas usando el insulto, la procacidad, la grosería. No importa el destinatario. La fuente es una especie de ventilador robotizado que echa porquerías. Una detrás de otra. Contra religiosos, jueces, estudiantes, profesionales, autoridades, amas de casa… Es el gobierno de la sinrazón. Del irrespeto.
¿Es que esta irresponsabilidad de administrar la cosa pública posee algo de majestad, que sin ninguna discusión debe ser respetada, tal cual pretende el primer mandatario? De nuevo el caciquismo. Otro “dueño del país” a la vista. Gritos arrogantes de mayoral contra los ciudadanos, tratados como conciertos, esclavos, siervos de la gleba… Pero majestad es grandeza, es señorío, es gravedad… Por eso toda divinidad es reconocida en tanto majestad. ¿Dónde está lo majestuoso en tanta impudicia que hoy soporta el país? ¿Cómo respetar lo irrespetable?.
¿De qué forma calificar, por ejemplo, eso de que la camarilla de Alianza País que terminó su levantar de manos, al concluir la Constituyente el 24 de julio, ahora quiera regresar, de aprobarse el proyecto de Constitución, para manejar por el tiempo que crea conveniente, la vida pública ecuatoriana? ¿Para qué? Hasta organizar las instituciones que entregan, en concentración, los poderes a la presidencia. Es que Gobierno, Alianza País, Asamblea todo es un mismo barullo. Ni sus propios integrantes pueden entenderse. Un atraco como en los mejores tiempos de la denominada partidocracia. Cinismo y sinverguencería.
¿Dónde está el respeto por la democracia, dónde el respeto por la ciudadanía, dónde el respeto por las ideas? Hay tanto descaro e insolencia que el mismo “corcho” Cordero declara que al instalarse el Congresillo, reformarán enseguida los errores y lo que se crea que no esté bien en el proyecto de Constitución… ¿Y esto que significa? Que su voto, ciudadano, no vale nada. Pues pese a que, estaría de acuerdo con el contenido de ese proyecto constitucional que usted acepta, igual será cambiado según al “congresillo” le venga en gana. ¿Para que ir a votación, entonces, si ahora con una mini Asamblea también de bolsillo, títere de la presidencia, cambiarán por sí y para sí los contenidos constitucionales?
¿Burla? ¿Degradación moral? ¿Corrupción política? Más que todo esto… Es un asalto al poder. Es un golpe de Estado. Es el umbral facistoide de la autocracia. Si en realidad se quiere una votación seria, en un contexto honesto de la democracia, debe ser retirado el anexo llamado Régimen de transición, no conocido ni aprobado por la Asamblea Constituyente, sino inventado por el partido de gobierno para eternizarse, por esta única vez, como siempre dijo la “partidocracia”, en todos los rincones del poder.
¿Qué dice la santa Fiscalía y su fiscal santón? Mientras reflexione, y según sus intervenciones le cuesta mucho, usted ciudadano está en la obligación de asumir una posición de resistencia. Sí, contra todas las intenciones dictatoriales, que pretenden tratar al país como un hato de borregos, y no como una población de hombres y mujeres libres. No olvide que el numeral 6 del Art. 3 de la actual Constitución “garantiza la vigencia del sistema democrático”. Obligue que su cumplimiento sea efectivo. Cada minuto. Cada hora. Cada día. Si todo queda para mañana, quizás mañana pueda ser demasiado tarde!