24 noviembre, 2024

Las 9 desdichas

Hace casi 100 años, Khalil Gibrán escribió ‘las nueve desdichas’, que describe a las naciones que, como la nuestra, funcionan con el hígado o con el intestino, a veces con el corazón, pero que se niegan a usar el cerebro para solucionar sus problemas:

‘Desdichada la nación que abandona la religión por la creencia, el sendero en el campo por el callejón en la ciudad, la sabiduría por la lógica.

Desdichada la nación que no hila lo que usa, ni planta lo que come, ni prensa la uva para el vino que bebe.

Desdichada la nación conquistada que ve la pompa del vencedor como la perfección de la virtud y ante cuyos ojos la fealdad del conquistador es belleza.

Desdichada la nación que combate los agravios en sueños, pero se doblega ante el mal en la vigilia.

Desdichada la nación que no eleva su voz salvo en los funerales, que sólo ante la tumba muestra aprecio, que espera para rebelarse hasta que su cuello está bajo el filo de la espada.

Desdichada la nación cuya política es sutileza, cuya filosofía es prestidigitación, cuya industria es remiendos.

Desdichada la nación que recibe a un conquistador con pífanos y tambores y que luego lo abuchea para recibir a otro conquistador con cantos y trompetas.

Desdichada la nación cuyo sabio no tiene voz, cuyo campeón es ciego, cuyo abogado es un charlatán.

Desdichada la nación en la que cada tribu afirma ser una nación.’

Hay algunas cosas que me preocupan, que deberíamos analizar sobre el proyecto de la nueva Constitución.

Uno de los más graves es en referencia a la última desdicha de Gibrán. Ya en el primer artículo se declara que “El Ecuador es un Estado constitucional de derechoS y justicia social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, PLURINACIONAL y laico. Se organiza en forma de República y se gobierna de manera descentralizada.” Luego explica solamente que la soberanía radica en el pueblo.

Me pregunto: ¿Somos un país o somos varias naciones, como se ratifica en el artículo 45, segundo párrafo, al hablar del derecho de los niños a educarse con los contextos propios de sus pueblos y NACIONALIDADES? Esto se repite en varios otros artículos. De acuerdo con esto, los guayaquileños podemos decir que somos la nación del Guayas, los lojanos, la nación de Loja, etc. ¿Es que queremos dividir más el país? ¿Estamos locos?

¿De qué Estado de DERECHOS hablamos? Somos un Estado de DERECHO. Los derechos son muchos y de muy diversos contextos. Especifiquen cuales. Además, ¿Derechos sin obligaciones? ¿Es que se nos quiere pasar gato por liebre?

Más grave aún. No se menciona cuál es la moneda oficial del Ecuador. ¿Es que desean pasarnos al Bolívar, al HuEvo o a otra moneda, para poder imprimir billetes y poner al pobre pueblo ecuatoriano en la misma condición que obligó a la debacle bancaria? ¿Podrá el pueblo soportar otra crisis igual? Otro golpe como el que recibió el país por la debacle bancaria sería mortal. Decir sí a esta nueva carta magna, equivaldría a firmar la muerte de las clases media y baja que luchan por mejorar su estatus de vida.

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Una parábola sobre Ecuador

Como decía Winston Churchill “Hay que ser valiente para pararse y hablar, pero también para sentarse y escuchar”. Y ese es un problema que hay en el país todos hablan. Todos opinan; pero nadie escucha. La gente pasa alardeando de lo que acaban de leer y estrangulando las conversaciones con sus citas impertinentes en vez de ser prácticos y escuchar y analizar. Demasiado tiempo ha estado relegada nuestra querida sociedad ecuatoriana en un esfuerzo trágico de vivir en un monólogo y no en diálogo.

Y sumado a esto, los hombres no quieren ser útiles sino importantes. Analizando desde un punto de vista individual podemos estar donde queremos; pero viéndolo desde el punto de vista del bien común, uno debe tratar de estar donde se lo necesita (ayudar). Y estando donde se te necesita, tu trabajo o ayuda siempre será importante. Porque la importancia de un trabajo es relativa a la necesidad de este y no dependiente del título o del cargo que poseas.

El adulterio

En 1983, el Plenario de la Honorable Cámara Nacional de Representantes, derogó del Titulo VII del Código Penal ecuatoriano, todo el Capítulo I concerniente al adulterio. Es interesante conocer que, hasta esa fecha, el adulterio era considerado un delito en el Ecuador, reprimido con prisión de seis meses a dos años: “a la mujer que cometiere adulterio; a el correo de la mujer adúltera; a el marido cuando tuviere manceba dentro o fuera de la casa conyugal; y, a la manceba del marido”.

Sin embargo, el artículo siguiente decía que no podía: “el marido proponer acción de adulterio contra su mujer si ha consentido en el trato ilícito de ésta con el adúltero; o si, voluntaria y arbitrariamente, ha separado de su lado a su mujer, o la ha abandonado”.

Seguramente en aquella época los honorables legisladores debieron tener sus fundamentadas razones para que el adulterio ya no sea un delito y dejarlo únicamente como una mera causal de divorcio según el Código Civil; el cual por cierto, es difícil de comprobar, pues sólo puede estar sujeto a prueba conjetural, que debe apreciarla el Juez tomando en cuenta las presunciones graves, precisas y concordantes que aparezcan en el proceso.

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