Debió haber sido espantosa la impresión que se llevó Caperucita Roja cuando se dio cuenta de que esa supuesta bonachona e inofensiva ancianita que se hizo pasar por su abuelita, era verdaderamente el feroz y sanguinario lobo que también se la quiso comer, a no ser por la oportuna presencia del valiente leñador que a tiempo evitó el engullimiento final de tan apetitoso y significativo bocado por parte del glotón lobo malo.
Esta historia que desde muy pequeños nos ha sido narrada a millones y millones de personas, sin lugar a duda alguna, estaría cobrando vigencia comparativa con la realidad de nuestro abusado país.
Por tal razón, muchos de los 14 millones de ecuatorianos, menos unos cuantos, estaríamos siendo identificados con la inocente caperucita. Obviamente que al presidente de la “revolución ciudadana” y sus acólitos, con partidarios, ministros, asambleístas y todo aquello que pinta color verde azulado, y que difieren abismalmente del rojo intenso de caperucita, les corresponde indudablemente el papel del lobo feroz en esta trama originalmente ecuatoriana.
Últimamente estoy notando cierto nerviosismo en la gente, y diciéndolo con mucha honestidad, dicho nerviosismo se manifiesta de parte y parte. Yo también me incluyo en el tema, y no debo negarlo, ni debo dejar de ser honesto conmigo mismo. Es que los acontecimientos en el país no están siendo halagadores. ¡Ya lo he dicho antes!. Es verdad que los escenarios políticos cambian constantemente, pero este es muy diferente a todos los demás, y para poner un simple ejemplo de aquello, debo indicar que si por el lado de Correa se esta manejando una agresiva y millonaria campaña a través de los medios, en donde se ofende directamente a Dios, a través de ataques dirigidos a las máximas autoridades eclesiásticas, no es menos cierto que por otra parte se están obsequiando estampitas con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, privilegiando el valor fundamental de la familia y el respeto a Dios, a fin de que el mensaje de fe cristiana deje huellas sinceras en quienes las reciben.
Personalmente yo comparto ese criterio, pues la agresividad constante en los remates electoreros de campaña y la propaganda del gobierno, cuya indiscrecionalidad permite que sus contenidos se soslayen en los que pensamos diferentes al presidente Correa, y por el indiscriminado, grosero, y salvaje ataque a nuestra fe cristiana, sin lugar a dudas que nos obliga a utilizar como recurso el obsequio de la estampita. Y he allí lo singular de estos hechos: La Iglesia Evangélica se encuentra al momento fuertemente unida a la Iglesia Católica por una misma causa, y en busca de los mismos resultados. ¡Que bueno!.
El vértigo que le esta causando al gobierno esta singular campaña, debe ser de incalculables proporciones, pues aun hurgando en la historia republicana de nuestra patria, no recuerdo similitud alguna entre los actuales momentos, con los históricos acontecimientos que datan desde la época de nuestros ancestros. Simplemente, nuestra historia no reseña, en ninguno de sus libros, que un político o primer mandatario, por mas predispuesto que haya estado al “cambio-país”, haya tenido que utilizar argumentos que ofendan y denigren a Dios.
Finalmente, cuando arriba dije: “en los remates de la propaganda de gobierno”, me estoy refiriendo sencillamente a que el presidente Correa no ha parado en su actividad tarimera y ofensiva desde el momento mismo de su posesión que data de casi 2 años atrás. Es que, utilizando esa abrumadora maquinaria electoral que posee, y con despilfarros de nuestros propios dineros, se esta convirtiendo en un personaje peor que el glotón lobo feroz de la fabula arriba descrita.
Para el mandatario, soberbio, intolerante y prepotente, cuyo lenguaje único esta siendo utilizado para atacar y denigrar a quienes no están de acuerdo con el, haciendo total apología de un lenguaje grosero con jóvenes estudiantes secundarios, resaltando el popular y callejero dicho: ándate a la casa de la v…, tratándonos de bestias salvajes, gorditas horrorosas, idiotas como tu.., care tucos, care rumiñahui, pelucones, aniñados, hijos de la oligarquía, majaderos, etcétera, etcétera, y dividiéndonos entre ecuatorianos, lo único que esta logrando es develar a muy corto plazo la única verdad de esas; “sus revolucionarias intenciones”.
Moraleja: Todavía existe un corto, pero respetable espacio de tiempo a fin de consignar nuestro voto el 28 de septiembre en las urnas, en donde seguramente tenemos que demostrar que, aunque inocentemente caperucita dejó que su humanidad sea engullida a través de las fauces del glotón y feroz lobo malo, quien momentos antes también había dado ávida cuenta de su abuelita, bien podríamos entonces asumir al final, y sin temor alguno, el papel del valiente leñador.
Genial, explicito y muy original.
Lo felicito por tan acertada comparacion, pues el presidente Correa si sigue asi y no rectifica, superara muy pronto al lobo feroz y nosotros seguiremos siendo la pobre caperucita del cuento, a no ser que nos pongamos las pilas y no permitamos tanto atropeyo y tanto abuso.
Sin ánimo de dramatizar, creo que las intenciones de Rafael Correa y de muchos de sus incondicionales, son mucho peores que la del lobo del cuento, que al fin y al cabo, lo que quería era saciar su necesidad fisiológica. Correa, Cordero, Bustamante, Rodríguez, Calle, Larrea, Romo y ahora también la antes modosita Buenaño, parecen más hienas que lobos. Su obsesión de someter a todos a su autoridad y a aceptar sus caprichosas posturas hacen temer los peores excesos en caso triunfe el sí. Me dá la impresión de que su real meta es castigar y someter.Lo peor de todo es que estas obsesiones las están asimilando sus partidarios a todo nivel y he podido sentir la hostilidad que emanan los verdes cuando se cruzan con alguien que de alguna manera demuestre que está en la oposición. Se está desarollando un fanatismo peligrosísimo, aún a nivel de de familias y amistades.
Gracias por su tiempo. Irene Hurtado.
En este articulo tambien comparto sus criterios.
Dejeme decirle que muchos ya nos estamos dando cuenta de que hace rato nos esta sucediendo lo que le paso a la caperucita roja.
Felicitaciones.
Una grafica para su excelente post.
Estoy de acuerdo con Ud.Pero como el pueblo es el que decide, una vez más saldrá decepcionado. Lamentablemente, ni electores ni electos hemos aprendido la lección y otra vez nos equivocaremos. La pregunta es ¿hasta cuando aguantamos? y cuando por fín los políticos van a entender que la política es para servir al país y no para servirse de ella.