Son sólo eventos. Sucesos y no procesos. Realidades cotidianas a las cuales el ser humano está expuesto cuando se trata de juegos, elecciones democráticas y hasta… ¡en los negocios!. Lo cierto es que la gente se prepara –o así debería ser- para ganar o perder y las consecuencias tanto como la manera de enfrentar los hechos muestran de cuerpo entero la estatura moral de los sujetos involucrados.
En educación, el aprender a ganar o perder, es considerado como una necesidad fundamental para la plena realización humana y para el cabal desarrollo de la personalidad del educando –objetivo básico de la educación escolarizada-, por lo cual usamos diferentes métodos y estrategias, una de las cuales me agrada mucho y es el deporte. En efecto, el deporte como verdadera escuela de valores –cuando es correctamente dirigido- prepara para ser honesto, solidario, puntual –entre otras cosas-, y…. ¡para saber ganar y saber perder!
Las elecciones culminaron con una clara preferencia por el sí… ¡era una verdad anunciada por las encuestas!… ¿verdad?. Quienes hemos vivido ya varias décadas lo sabemos… “hemos asistido a tantas elecciones”. Desde aquellas ganadas con la fuerza de una voz vibrante en el balcón y un dedo enorme señalando al infinito –recordando a Velasco Ibarra-, hasta los ilusionadores momentos de “La fuerza de los pobres” o de “Ahora le toca al pueblo”. Sí, en efecto, hemos visto Presidentes que fueron elegidos con gran fervor popular y esperanzas enormes, así como su brutal caída cuando no fueron capaces de cumplir con las promesas continuamente mencionadas a los grandes conglomerados. A la fuerza, hemos aprendido a ganar y a perder… ¡elecciones!, por supuesto.
Hoy el país sigue igual, no ha habido grandes frustraciones ni grandes alegrías después del día cívico que vivimos el domingo pasado. Un pueblo en su mayoría cree en las promesas gubernativas y los gobernantes cuentan ahora con una herramienta –una nueva Constitución- para hacer la vida mejor para todos los ecuatorianos… ¡absolutamente para todos!, hayan o no votado a favor de la propuesta. El camino comienza nuevamente porque ahora se esperan resultados y estoy seguro habrá un seguimiento puntual por parte de todos los sectores. ¿Qué esperar?, pues que todo le vaya muy bien al país y que el Ecuador sea por fin lo que los ideólogos de este nuevo “know how” nos han dicho reiteradamente en los spots publicitarios que será el “nuevo país”.
Si todo se cumple tal cual las promesas tendremos educación totalmente gratuita desde el preescolar y confiamos de alta calidad, salud gratuita para todos los sectores y combate frontal a la corrupción comenzando por las altas esferas gubernamentales de manera que se actúe sin compadrazgos ni padrinazgos. También –y si la nueva Constitución se respeta- justicia para todos, magistrados probos y legisladores que cumplan con su papel –sin dependencias del ejecutivo-, no habrá salida del proceso de dolarización y las relaciones del Presidente con los Alcaldes –particularmente con el de Guayaquil- serán dadas en función del bienestar de los ciudadanos. Los guayaquileños cumplimos y con creces con el país enviando un mensaje mayoritario de lo que aspiramos del gobernante para que nuestra ciudad siga siendo un emporio de desarrollo como hasta ahora.
La vida le va enseñando a uno que estos eventos ocurren y de manera cotidiana. Ganar o perder una elección parece meramente circunstancial cuando lo de fondo, lo realmente esencial es que la esperanza que la mayoría del país ha puesto en esa nueva Constitución debe recibir atención prioritaria, pues los pueblos no perdonan el engaño y la mentira, actúan con firmeza cuando no se les cumple y caminan con exigencia puntual, sobre todo en esta época globalizante signada por el cambio. Iniciamos pues, un nuevo camino… ¿será provechoso?. Esperamos que sí, por el bien de todos…