Una de las más importantes características de un ser humano, en la relación con sus semejantes, tiene que ser… “¡el cumplir con la palabra!”. Sí, en efecto, he escuchado que este concepto es -sin dudas- como “el primer mandamiento en el servicio a los clientes”, cuando se habla de empresas u organizaciones modernas y proactivas, aunque como premisa de vida igualmente es fundamental en la interacción humana… ¡ciertamente!
Pensemos… ¿qué sucede cuando alguien nos promete algo y no nos cumple?, padres, esposas, amigos, jefes, gobernantes…. ¿decepción?, ¿desánimo?, ¿desvanecimiento de la confianza en ella depositada?, en fin, tantos sentimientos causantes de una separación casi instantánea que de ninguna forma es favorable para el crecimiento de unos y otros. En ocasiones y sin reparos, exageramos las promesas y con ello creamos expectativas demasiado altas para ser cumplidas en un período determinado de tiempo y en otras, puede darse que nos quedemos cortos con la oferta y por tanto el efecto pudiera ser igualmente calamitoso. Ojo con la política, hoy por hoy, los gremios profesionales, los grupos estudiantiles y en general el pueblo estamos muy pendientes de la palabra empeñada por nuestros gobernantes durante la campaña última, se han visto ya beligerantes advertencias y se preveen reclamos airados de no cumplirse lo prometido…
A los padres y madres de familia, suelo recomendarles insistentemente… “nunca prometan lo que no puedan cumplir”, y luego complemento… “si ha prometido premiar, premie, si prometió castigar, castigue, pero no falle al concretar la expectativa abierta, pues puede ser fatal en la relación con sus hijos e hijas”.
Cumplir con la palabra empeñada no es tan solo una manera de “hacer marketing”. No, nunca. Muy por el contrario responde a los valores más importantes que desde la vertiente ética hemos aprendido a desarrollar en la vida. Personalmente lo considero un valor humano excepcional que tiene como influencia los modelos observados desde la infancia y el convencimiento consciente de que el respeto al otro, la servicialidad, la cortesía y la honestidad son crisoles que hay que cultivar al momento de relacionarnos con otros y otras que confían en nuestra palabra. Sin ser “santos” cualquier persona puede formarse de esta manera si desde el inicio aprendemos a valorar a los demás como semejantes y como “sujetos de nuestro quehacer”. Así pues, a través del tiempo, quien te observa y te valora, aprende a confiar en ti y a verte como un modelo a seguir, aunque te equivoques o falles, pues en efecto tu actitud de “cumplimiento” es lo que cuenta.
Vivimos y viviremos en el futuro etapas muy difíciles. Los problemas económicos mundializados, los altos índices de migración, la inseguridad incrementada –a pesar de las declaraciones poco afortunadas del Ministro de Gobierno-, las oscilaciones inesperadas de los precios del petróleo, la falta de empleo, los conflictos con nuestros vecinos, etc, etc, van a poner serios obstáculos en el cumplimiento de las promesas que se nos hizo previo al referéndum, estoy consciente de ello, sin embargo… ¿qué haremos?. Talvez desde ahora hablar con la verdad desde las altas esferas del poder. En el campo político la gente, los ciudadanos, hemos desarrollado expectativas realmente grandes, pues las promesas de campaña también lo fueron… ¿qué pasará si hay incumplimiento?. ¿Paciencia?, talvez unos pero no otros, los más necesitados esperan impacientes que se solucionen todos sus problemas de una vez… ¿ocurrirá?.
Estimados lectores… ¿verdad que cumplir con la palabra empeñada es un valor humano a considerar en nuestros niños y jóvenes para la vida?. ¿Lo hemos desarrollado en la familia, en el trabajo, en el barrio, en la política, en la vida misma?. Allí una pregunta clave… ¿verdad?
ASI ES, EFECTIVAMENTE CUMPLIR CON LO PROMETIDO ES DE GENTE HONESTA, PERO SOBRE TODO CUMPLIR BIEN……
EN TODO CASO PARA MI ES BELIEVE
UN ABRAZO
SERÁ VERDAD QUE EL EMPERARDOR ENVIÓ A CONFECCIONAR PLANTILLAS A LONDRES PARA LA NUEVA MONEDA NACIONAL O SUDAMERICANA…., POBRE DE NOSOTROS…