La crisis económica actual, teniendo como protagonista a los Estados Unidos de Norte America, indudablemente contamina a la economía mundial por la relación y su dependencia, aunque ésta fuera en forma indirecta, pero limita las inversiones en todos los niveles, haciendo entonces imprescindible conocer cual es el costo de las cosas y su prioridad en nuestras necesidades de consumo, para priorizar el gasto, eliminar el desperdicio y racionalizar las inversiones.
A nivel nacional es necesario evitar el exceso del gasto público, priorizando el gasto en función del beneficio y equidad social, beneficiando la inversión con fines productivos para lograr que no se produzca la disminución de puestos de trabajo, que es el peor daño que genera la crisis, con factores multiplicadores muy peligrosos como la corrupción y con ella la proliferación del delito callejero convertido en caos social.
Para nuestro país bajo las circunstancias actuales de tener una deuda externa baja con relación al PIB, con una Banca aún privada y sana con suficiente liquidez y un factor de exportación sanamente manejado, además de tener varios Municipios con un régimen de autonomía positivo son y constituyen los principales puntos fuertes de nuestra economía, para manejar con sigilo y cautela la influencia de la crisis generada a nivel mundial.
Pero por otro lado, el bajo crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), el exceso del gasto público generado por los compromisos políticos que han motivado un exagerado crecimiento burocrático, junto al subsidio de los combustibles y al incremento de los bonos, también ofrecidos como acto de campaña política sin una equilibrada evaluación, sumados al bajo precio del petróleo, son nuestros puntos débiles que nos obligaran a encarar con firmeza la crisis económica que sin duda afectará la evolución económica de nuestro país.
De todo golpe o crisis que se vive, es necesario hacer una exhaustiva evaluación para con la experiencia obtenida sacar el mejor provecho o beneficio para futuras complicaciones similares. Hoy nuestra situación es indudablemente mejor que la que vivimos en los años 90, cuyo colapso se produjo en el año 1998, como expresó el Econ. Luis Iturralde en el conversatorio del martes 21 realizado en el Auditorio de Diario Expreso, señalando que nosotros ya habíamos vivido un crack económico similar y que eso nos había generado, por experiencia, una mejor situación para combatir la crisis actual, sugiriendo irónicamente que podríamos enviar a los Estados Unidos nuestros asesores para crear una AGD que los ayude a capear el temporal.
La crisis ya no sólo es de los Estados Unidos de Norte America, sino mundial, generará desempleo, disminución de ingresos, limitará el gasto, reducirá la inversión y el turismo, lo cual incidirá notablemente en nuestra economía por la falta de clientes inversionistas, por la disminución del monto en el envío de las remesas de nuestros compatriotas exiliados, por la disminución del crédito externo y la inversión extranjera. Todo esto nos obliga a priorizar nuestros gastos y olvidarnos de las inversiones superfluas producto de los ingresos fáciles, que genero por ejemplo el alto precio del petróleo que multiplicó los ingresos fiscales, ahora es necesario realizar un mejor análisis del gasto público y efectuar una razonada y técnica evaluación de nuestras inversiones.
La causa de la crisis fue generada por la equivocada o mala intención en el manejo crediticio de los bienes raíces en Estados Unidos, sobre valorando las propiedades en venta y entregándolas sin ninguna calificación del crédito otorgado. Como ejemplo el conferencista PhD Manuel Madrid-Arias se refirió al crédito de 8 millones de dólares concedido a una señora con ingresos aproximados de $ 200,000.00 dólares anuales. Al no poder pagar, el Banco recibió los 4 bienes comprados, por la deuda de los 8 millones, pero sabiendo que esos bienes no valían más de 3 ó 4 millones de dólares, la diferencia quien la cubre y a donde se fue o donde está la plata.
Pongamos nuestras barbas al remojo, revisemos nuestras cuentas, tengamos austeridad en el gasto y lograremos capear la crisis, con la menor incidencia posible, expreso el conferencista Manuel Madrid-Arias.
“Guayaquil por la Patria, con Autonomía”
Cuando leo y escucho sobre la desazón debida a la crisis financiera, no puedo dejar de sonreír. ¡Sí!: miro las imágenes de rostros desencajados y manos crispadas de aquellas mafias de Wall Street, y de sus acólitos y sirvientes nacionales, y no dejo de sonreírme. Pero, con la suspicacia de la vida aprendida tras duros golpes, ?usted es medio malvado?, me dice, porque ?esa crisis nos afectará a todos?. ¡Imagine!, ya viene la navidad y parece que será muy triste.
Mmmm, aunque intento entristecerme con su argumento sobre el origen de tan triste tristeza, no puedo dejar de sonreír. Permítame: los seres humanos establecemos muchas formas de relación en sociedad; una de ellas, la económica, nos atraviesa con toda su fuerza material y configura, de múltiples y complejas maneras, nuestras subjetividades: son nuestras formas de ver y estar en el mundo. Usted, afligido pero estimado lector, mantiene, defiende, disfruta, exige maneras de vida económica. La actual crisis capitalista, entonces, se llena y desborda de angustia porque le obliga a mirarla y sentirla como restricción del consumo. El temor que se convierte en congoja y abatimiento es ese: limitar su disfrute del consumo. Gran parte de la propaganda gira en ubicar a los seres humanos como consumidores: más gastos, más compras, significan más felicidad. ¿No me diga que usted piensa en ser feliz de esa manera? En época de crisis: menos compras, menos gastos, significarían menos felicidad, y es también crisis de una subjetividad y una sensibilidad dominadas por la psicología de la tarjeta de crédito? ¿y eso le entristece? ¡No sea tan malvado!
Pero, hay algo más fundamental que sí le afecta. Cuando vive su vida económica, un conjunto de relaciones sociales básicas le atraviesan y condicionan. Usted, como dueño de una capacidad para producir y como ejecutor de la producción, dota de sentido a lo que genera y crea. Pero, dentro del sistema capitalista, ese sentido es arrebatado, alejándolo de su origen, de usted. Cualquier mercancía que le entristece no comprar, ha sido despojada de ese sentido creador y refleja una relación social en permanente crisis. Los aprietos del sistema financiero internacional reviven, entonces, esos conflictos aparentemente superados, pues visibilizan lo que usted y miles de millones más efectivamente producen, aunque la especulación se encargue de inventar valores con cada operación financiera realizada? gigantescos valores inexistentes que se han evaporado.
Si algo me permite sonreír es ese ?retorno? a la materialidad, ese ?regreso? de la mirada hacia quienes producen aquella materialidad. Aunque, no se confunda: sé que la crisis la pagaremos los países y sectores menos favorecidos. Y el golpe será fuerte. Sin embargo, hemos aterrizado nuevamente desde la esfera especulativa en la esfera productiva. Y esa es la tristeza de Wall Street, que no tiene porqué ser la suya, amigo lector. Hoy, soy sonrisa, pero no aquella nacida de la contemplación de la caída, sino aquella comprometida, de raíz, con esa caída.Siempre.