De modo usual transito por la calle Aguirre, para llegar a la Av. Barcelona y dirigirme a mi domicilio. Me gusta el ver el Malecón del Salado, o pasar por los túneles de San Eduardo, avanzar por la Av. Del Bombero, en fin, me gusta Guayaquil como esta luego de los doce años de administración del Ing. Febres Cordero y de Jaime Nebot.
Esto no se puede negar, si se compara con lo hecho con alcaldías anteriores a ellos podemos establecer gran distancia en todo sentido, que no viene al caso intentarlo porque no hay comparación. Lo anterior no existe, es irreal, escritorios usados como urinarios, robo del dinero municipal, etc. Por esto si me gustaría que Jaime Nebot o alguien de su línea, de trabajo, no me refiero a la Social Cristiana, siga en la alcaldía, para poder tener una ciudad mejor que la de ahora, por muchas razones.
Pienso que el Alcalde debe de iniciar una campaña ya por su reelección, eso implica apostar un poco a dar una mejor imagen, incluso entre aquellos que se esta apretando para que cumplan con una ciudad limpia, ordenada, arreglada, pero sin dejar de considerar lo humano, la crisis económica, no la del mundo que es un pretexto de idiotas para decir que las cosas están mal en el país y en la ciudad por la crisis mundial, las cosas están mal en nuestro país por todo lo mal que se lo a administrado. La excepción es nuestra ciudad.
Traía al principio a colación que transito por la calle Aguirre, porque hace unos días una sirena me llevo, en cumplimiento a la ley de transito, a ladearme para dejar pasar el vehiculo de auxilio, que resulto ser la camioneta 202 del M.I. Municipio de Guayaquil, pensé que seguramente iban en respuesta a un asalto de los tantos que hay en la ciudad y que seguramente con el uso de las cámaras habían visto una acción delincuencial que ameritaba una respuesta rápida. Avance unas dos cuadras y encontré el hecho que causo la urgencia, al pie de la revista Vistazo, donde no hay regeneración, el delito lo había cometida una mujer de origen serrano, aparentemente indígena, con un niño en sus brazos, estaba vendiendo frutillas y se negaba a que le incauten la canasta, lo que hizo que algunas personas, alrededor de unas 20, se opongan a la acción de los mas de cuarenta policías metropolitanos, de gran físico, unas 9 camionetas municipales comandadas por dos fulanos que con comunicación radial pretendían atemorizar a quien osaba decir algo en contra de la tonta acción. Al ver que se estaba agrediendo fuertemente a la mujer de marras, tome fotos con mi celular, lo que indigno mas aun a los dos individuos cuyas fotos ya las tengo a buen recaudo en varias computadoras, los que procedieron a amenazarme y luego a seguirme para determinar seguramente mi domicilio y tratar de emprender acciones de algún tipo en mi contra. No me atemorizo, nunca me han asustado las amenazas ni las persecuciones de ningún bando.
Pero si me preocupa que las acciones de este tipo pongan en riesgo la simpatía hacia nuestro alcalde, creo que deberá proceder a dar instrucciones la guardia metropolitana que actúe con prudencia y usando métodos correctos en el plano humano para poder detener turbas como esa, de una mujer con un niño en brazos, enfrentándose a cuarenta cuasi gorilas, los que al ver que la fuerza de la razón no estaba de su lado, en magnifica demostración de su grandeza y poder procedieron a regar las frutillas en media calle para que sean aplastadas por los caminantes y por los vehículos.
Este lamentable hecho espero que sea una triste excepción que debe corregirse, estamos en campaña señor Alcalde y la prepotencia y soberbia de los Policías Metropolitanos no tiene que emerger como otrora, cuando se los denominaba Roba Burros, esos son tiempos pasados, hay que usar la autoridad que da la solvencia y el comportamiento, hay que entender que se quebranta la ley por ignorancia y necesidad ambas son graves, pero no podemos responder igual, peor aún un cuerpo policial que esta hecho para garantizar la paz y no para incrementar la violencia.
La violencia genera violencia. Existe un bocón o bravucón que insulta y ofende a todos los ecuatorianos. Ese mal ejemplo del primer violador constitucional lo están siguiendo el ejército, la policía, los pobres, los pelucones,los ladrones y ahora veo que también la policía metropolitana de Guayaquil. La violencia ya es de todos.
El tema que planteas, estimado Alberto tiene un contexto algo más amplio que la relación jefe-subordinados (Alcalde-funcionarios).
Hay una cosa que me gusta mucho de mi hermosa Guayaquil, y es que si tiene una buena cabeza, hace tabla raza de su anterior comportamiento.
Por ahí me decían que no puedo hablar porque no he vivido allí, pero aunque no lo he hecho, gracias a Dios tengo cierta capacidad de asimilación y de comprensión de los hechos que ocurren lejos de mí… y mucha gente la tiene Por esta razón, y sin hacer comparaciones fáciles y apriorísticas entre el lugar de mi residencia, Quito (que no soy quiteño), y la Perla del Pacífico, procuro comprender las dinámica de cada una… (OJO: sin compararlas en lo que no se puede).
Patricio bien dice: «La violencia genera violencia», y lo apoyo totalmente. Detesto y rechazo totalmente los altisonantes adjetivos que ha usado Correa en varias (demasiadas para la dignidad que ostenta) ocasiones… «Adjetivos», digo, porque a pesar de que le lleguen o le duelan a alguien en particular, no llegan a ser insultos como los que se acostumbraba en la antigua lid electoral (tan antigua como no se ha usado por más de 35 años…, pues antes era más digna).
Repito: «La violencia genera violencia», pero: ¿es que la violencia de Correa es inédita?, ¿acaso su caso es nuevo y no se había visto antes? La respuesta es «No», pues la violencia política, verbal y física, fue mucho más usual en otros momentos de nuestra historia… Y me parece que Correa simplemente es un mero reflejo de la violencia de otros.
¿Cuál es la diferencia entre Correa y sus maestros en este «arte» (a los que, por cierto, no supera)?
En que Correa es un «cholo prepotente», como diría una lectora en un comentario, un advenedizo que no tiene derecho a ser prepotente; y los otros eran los prepotentes tradicionales, acostumbrados a tratar mal a la mujer, al pobre, al cholo, al indio, al montubio, al serrano… al funcionario que no les hace los favores, simplemente porque ellos eran los dueños de la prepotencia.
Pero dicha prepotencia no es patrimonio de nuestras élites socio-económicas, sino es parte de las élites a través de la historia y a través de las fronteras. Pero lo más gracioso es que nuestras élites son: «dominantes hacia dentro, pero dominadas desde afuera», como dijera un escritor izquierdoso en uno de los libros más leídos de América.
Nuestras élites, al ser dominadas desde afuera, al igual que el milico o el chapa (por lo general serrano), dan el palo al de abajo de igual manera que lo recibieron del de arriba.
A mí me parece que esa es la violencia que Correa usa: la que aprendió de los políticos del «enano hdp, ven acá para mearte» y del «prostitutas y ladrones».
Un abrazo,
omalvara@yahoo.es