La fiereza con la que fue anunciado el fin de los tiempos para el problema de la no posesión de un cobijo familiar en la “Patria de todos”; el arma temible y, a la vez gloriosa, de los bonos de la vivienda, incrementados con solera; el discurso encendido y patriota –entendiendo las buenas intenciones del Presidente-, se están diluyendo en los más antidiluvianos problemas domésticos que este País haya presenciado.
Presumimos que, la presencia de funcionarios –en el Ministerio respectivo-, de buena formación académica, de ideales y sueños frescos, amigos del Presidente y dispuestos a mojarse el poncho por la Patria, daría al traste con ese prematuro dinosaurio denominado Ministerio de Urbanismo y Vivienda. Presumimos, decimos, que al fin se pensaría en el mediano y largo plazo sin abandonar el corto. Que se actuaría para el ser humano como el centro del universo.
Que sí… Que construiríamos de inmediato casas, casitas y casotas para los diferentes estratos y geografías abandonadas, que diseñaríamos una política de vivienda acorde con los tiempos, y, planificaríamos para la protección del futuro familiar y, por supuesto, para el desarrollo de las áreas rurales y la amenidad de los centros urbanos.
Pero la desilusión es mayúscula. Las respuestas a un viejo problema son más viejas y corroídas que el mismo problema. Los hechos demuestran que no existe una ruta correcta en el avanzar (¿?) del Ministerio. Las molleras nuevas siguen pensando –más aún, creyendo- que la inexistencia de mercado de viviendas de interés social se soluciona construyendo cajas de fósforos de zinc y ladrillo. Es decir erradicando una arquitectura vernácula de guadúa o tierra, por metal y ladrillo como alternativa de cambio de suburbios por Suburbios.
Este ministerio, que lo reconocieron hijo adoptivo en los tiempos del Arquitecto Durán Ballén, arrancó baldado y sus taras se siguen exponiendo a la luz de una historia que un día pedirá cuentas a través de los hijos de los hijos.
La dignidad de los seres humanos está por encima de cualquier conjetura electoral, económica o política. La protección a la familia es una ineludible obligación estatal. El cobijo es un derecho universal que debe ser suplido (sin ser obsequiado) por los gobiernos que se suceden en la conducción del País.
No discutimos la calidad buena o mala de las construcciones porque eso es, solamente, el efecto de causas mucho más profundas que ningún gobierno las ha querido ver y, éste, que tiene el poder en sus manos, está asentado sobre medidas inmediatistas y apuradas.
Es que existe una política de vivienda?
Cuál es la definición oficial de vivienda de Interés Social? ¿Acaso es una reducida caja de mampostería (cercana al ataúd)?
En dónde están las especificaciones mínimas que debe tener una vivienda? ¿En dónde los espacios, las superficies, los materiales mínimos?
A dónde han ido las garantías a exigir en el tiempo, obligación de todo constructor?
Qué pasó con el desempeño de los diseñadores, o, estamos condenados a seguir repitiendo los mismos errores del pasado antiguo y reciente?
Qué pasó con la función de los fiscalizadores? ¿Se hicieron de la vista gorda o nunca existieron?
Qué obras urbanas fueron ejecutadas para el bueno y digno funcionamiento de las viviendas?
Muchas y muchas preguntas se ponen en fila para ser respondidas.
Las molleras nuevas resultan faltas de acción dirigida. Desilusionan y hasta desdicen de su fidelidad con el Gobierno. La falta de eficiencia es una deslealtad, no sólo con el Presidente para el que se trabaja, para la Universidad que los graduó, para la “Revolución Ciudadana” y, por sobre todo, para la “Patria de Todos”.
¿El cobijo es un derecho universal que debe ser suplido? falso, y además es la puerta abierta a los socialistas prestos a crear un elefantiásico estado burocrático como el que vivimos y del que lucran vivarachos como Correa y compañía ¿cuándo nos sacaremos de la cabeza esa falacia de que el Estado debe ser papá, mamá o financista de todas las causas de todos los grupos de presión por ricos o pobres que sean estos grupos?, con esta clase de artículos estatistas intervencionistas mejor cierren el kiosco y escriban en El Telégrafo.
Roberto: Me da gusto ver que vuelves a la palestra. Por mi parte me he ausentado por falta de tiempo pero creo que es hora de regresar. Muy bueno tu analisis de la vivienda especialmente cuando se trata de imponer en el agro un sistema que no es acordo con el medio de vida. No puedo creer que en las universidades no se ensene algo mejor.
Danny, nunca vas a saber lo que significa responsabilidad social y que este concepto no se contradice con la teoría liberal, sino que más bien la apoya.
¡Cierto, ¿no?, Danny! Pienso que debe dejarse de intervenir en las empresas privadas y en en todo, para que los amigos de Greenspan, Bernanke, Paulson, Iglesias, Felipe Herrera, McNamara, Preston, Wolfowitz, Zoellick, Bush y demás (que son los mismos que apoyan a fundacioncillas como el Movimiento Libertario y religiones así) se queden sin piso y hagan de las suyas más de lo que ya han hecho.
¿Alguien cree que existe o que puede existir alguna vez un «libre mercado»? ¡Jamás!
Los Austria/Chicago bien quedan para escribir un Libro del Mormón, con ángeles que enseñan placas de oro con la solución a los males del mundo y con mandamientos y definiciones como: la poligamia, el sexo entre ángeles y esas cosas.
En cuestiones prácticas, Marx = Vos Mises.