Cuando toda la nación ecuatoriana está en suspenso por la pérdida de la vida de León Febres Cordero, uno de los más grandes magistrados que tuvo la patria; levanto mi voz, que más que oración, es rúbrica ciudadana de reconocimiento a la valía de este hombre que ejerció sus magistraturas decantadas en la democracia y respeto constitucional del poder que, en buena lid, le otorgó el pueblo ecuatoriano para gobernar el Estado en 1984 a 1988 como Presidente y en 1990 al 1998 la ciudad de Guayaquil, como Alcalde.
Líder excepcional, forjado en la lucha política como demandante de justicia en problemas políticos económicos del País, que lo llevó a sufrir prisiones para lograr luego en el escenario del Congreso defender la integridad nacional.
Cuando llegó al poder presidencial, no era un advenedizo y por eso pudo ejercer la magistratura con firmeza, haciéndole frente a los avatares económicos que se sucedieron.
Haciendo un paréntesis, para los que hoy se dan “golpes de pecho”:
(La historia de los pueblos se la escribe día a día, hora a hora para siempre, no hay espacio de regreso, ni se puede “echar tierra” a ninguna de sus páginas, para taparlas, menos aún si en ellas están impresas los actos de felonía. Como igual no cabe expresar “solidaridad – ¿Con quién? -¿Con la muerte? – “pidiendo a Díos lo reciba en su seno” ¡Qué mascarada!-Eso no borra el odio, la burla y el plan trazado “para exterminarlo” que se frustró gracias a que el renunció la curul del Congreso).
Mas, en las páginas de la historia ecuatoriana quedan imperecederos los aciertos de León Febres Cordero como político y persona, quien afrontó con valentía, en nombre de la patria todo el ultraje, de los que salió avante para bien del pueblo ecuatoriano que siempre le dio su espaldarazo como al líder Presidente.
Hombre enérgico sin claudicaciones que supo desenraizar, cual lo hizo con los sembríos de estupefacientes, al movimiento “Alfaro Vive” que germinaba en nuestro suelo, salvándonos del terrorismo.
Y luego, como Alcalde, luchó por la ciudad desde el Municipio de Guayaquil, para sacarla del caos.
Por eso el mejor símbolo representativo de este hombre para ponérselo en su epitafio serán dos jalones entrelazados: el tricolor de la Patria ecuatoriana que se honró de tenerlo como Presidente y el celeste y blanco de la bandera de Guayaquil, de la que fue su Alcalde.
¡Salve León!
¡La Patria toda y Guayaquil, están de pie, églogas de sentimiento, viendo el resplandor de los rayos del sol que se hunde en el ocaso, prometiendo, en tu nombre, hacerlo renacer con más brillo!
Distinguida señora:
Le recomiendo revisar el diccionario y ver qué significan las palabras magistrado y magistratura. Parece que se equivocó un poquito.
Otra observación, considero un poquito exagerada la expresión de que ‘toda la nación ecuatoriana está en suspenso’, pues le contaré que Esmeraldas, que es donde vivo en estos días, la muerte de Febres Cordero no fue más que una nota más para la crónica roja. No sé cómo se estará ‘en suspenso’ la provincia de Sucumbíos, pero no creo que haya mucha conmoción.
Es una pérdida histórica, es cierto, pero hay que tratar de ver las cosas con una visón más amplia.
Siga escribiendo, lo hace muy bonito.
Corrigiendo al «corrector»… Desde cuando los fallecimientos por enfermedad o vejez son crónica roja? No permita que su bilis le nuble la razón.
La felicito Sra. Arenas por su magnífico artículo, que en realidad es un pálido reflejo de la personalidad del estadista, deportista forjador de campeones, empresario exitoso, brillante y lúcido polemista, insobornable defensor de la democracia y los intereses de su patria y su ciudad, amargura de los resentidos izquierdistas envidiosos y mediocres, apasionado hípico y bonsaísta, leal amigo y sobre todo, hombre de honor y de bien. A León FC se lo recordará siempre por todo lo que creó, por todo lo que produjo para bienestar de su ciudad y su país. A sus detractores, se les acabó el sustento de su miseria humana.
Guayaca Corazón de León.
Doña Irene, lo que he hecho es contarle cómo se vive aquí, en Esmeraldas, la muerte de Febres Cordero… Es diferente que en Guayaquil, por eso le digo a la autora del artículo que es mejor no generalizar.
Yo no soy esmeraldeño, pero trato de comprender a la que ya es mi gente, pues comparto y vivo con ella. Aquí, sólo los socialcristianos o la gente conocida se ha manifestado por León, nadie más. No les interesa.
Estos son datos, no es bilis.