Cuando suelo hablar de “coherencia”, o congruencia y lo relaciono con el liderazgo, las relaciones humanas o los valores organizacionales, no dudo de poner como ejemplo la actitud política de León Febres-Cordero. En efecto, para mis particulares fines educativos, los estudiantes llegan a entender que el éxito muchas veces no tiene que ver con otra cosa que con la generación de confianza y credibilidad en otros seres humanos, todo lo cual puede lograrse a partir de pensar, decir y actuar en consonancia, reiterada y permanentemente.
No debe pensarse en la “santidad”, no es ese el tipo de coherencia al cual quiero referirme, el ciudadano, el político coherente simplemente es, con igual fuerza y frontalidad frente al rico que al pobre, al serrano que al costeño, a la familia o a los extraños, simplemente se… “es”, igual en todas partes. Y esa, a mi humilde entender es en gran parte el legado del patriarca. Con él todos sabían a qué atenerse…
La coherencia demostrada por los líderes no tiene que ver con lo bueno o malo de su persona, pues quien ha hecho de tal valor su forma de vida simplemente cumple con lo que considera correcto, sin importar los juicios de valor que en muchos casos sabemos son fruto de las percepciones de quienes juzgan. Los seguidores los han observado y evaluado durante mucho tiempo, aciertos y errores, los han medido y los aceptan tal cual. Que tengan o no voz estentórea, que fumen o que beban, que su preparación haya sido local o internacional, eso es importante, pero para el seguidor talvez eso no sea lo más importa, para la gente de esta y todas las épocas les basta con saber que “cumple lo que promete”, que es igual aquí que allá, que dice lo que piensa y que actúa en consonancia, que no le tiembla el pulso para tomar decisiones y que sobre todo obtiene resultados, el tiempo lo ha hecho cambiar en la forma pero nunca en el fondo. Así fue don León Febres-Cordero, feroz defensor de lo que consideraba correcto y cumplidor –para bien o para mal- de todo aquello en lo cual creía… ¿coherente?
Un diario quiteño expresaba en uno de los titulares que “murió el líder de los guayaquileños”, y en efecto lo fue por sus obras y resultados, el rescate a la ciudad después de años de abandono y ostracismo no tiene como pagarse y eso lo inició el Alcalde Febres-Cordero, sin dudas. Ese mismo hecho de que Guayaquil renaciese de las cenizas debería enorgullecer a todo el Ecuador, siendo como es nuestra ciudad el emporio económico que fortalece a la Nación toda, por ello me temo que el titular del medio informativo, tal vez por error, se olvidó de expresar que la figura del político desaparecido ejerció su liderazgo en todo el Ecuador. En ciertos lugares de nuestra geografía… todavía incomprendido, rechazado por su vehemencia típica y su fortaleza de carácter, por otro lado típica del costeño, pero nunca soslayado en su liderazgo.
La coherencia, estimados lectores, es uno de los valores más requeridos por los liderazgos. Cualquier sencillo escrito o investigación hecha sobre el tema alrededor del mundo me exime de mayores comentarios. Cumplió LFC durante su prolífica vida al pie de la letra con aquello que predicó, para unos bien para otros mal, eso no está en discusión en este pequeño artículo, simplemente… “siempre pensó y actuó en consonancia”, por lo tanto gozó del afecto y del apoyo de un considerable grupo de electores de todo el Ecuador que lo llevaron vencedor a todo cargo de elección popular por el cual compitió. Hoy que ha bajado al sepulcro no se cierra realmente una historia con su muerte física, más bien se abre la oportunidad para que otros y otras desarrollen modelos de liderazgos desde la perspectiva personal, teniendo como eje central la coherencia con la que este ex – Presidente manejó su accionar, para unos con extraordinarios y positivos resultados, para otros con serios cuestionamientos… ¡Paz en su tumba!
El partido lo enjuició en el Congreso por malversación de fondos en los gastos reservados. No obstante, el juicio político, transmitido en cadena nacional, también se convirtió en un juzgamiento a Febres- Cordero. Dahik lo acusó de haber duplicado su patrimonio luego de la presidencia; de usar el poder judicial para perseguir a enemigos, periodistas y golpear a diputados; de haber conspirado con el dictador panameño Noriega para poner un paquete de droga a Abdalá Bucaram; de destruir la economía para complicar al gobierno de RodrigoBorja. ?Soy víctima de un caudillo absolutista que no tiene límites. Podré haber cometido errores, pero estas manos están limpias y sin sangre?, finalizó.