La mitología griega sostenía que Zeus envío a Pandora a la tierra para castigar a los hombres, dotándole una caja, instruyéndola de no abrirla, pues de hacerlo ocurrirían grandes males. Pandora fue conducida ante Prometeo, a quien había sido destinada, más este, astuto por naturaleza, no quiso recibir a Pandora ni la caja que portaba como regalo; y puso en guardia a su hermano Epimeteo.
Este prometió ser muy precavido, pero, al ver a Pandora tan hermosa, olvidó su promesa, la aceptó por mujer y así se abrió la caja misteriosa donde se encontraban encerrados todos los males que pueden afligir a la raza humana ( enfermedades, guerras, envidia, hambre, odios, etc).
Asimismo, después que hubieron salido tales desastres, al fondo solo quedaba la esperanza que, volando cual libélula, salió. Es esa la esperanza que tenemos todos los ecuatorianos con el nuevo año, y después de haber padecido por múltiples motivos, esperamos que las cosas cambien para felicidad del gran conglomerado social.
Esperamos, y esperar es tener esperanza, que el Presidente de la República se dedique a gobernar y actúe como estadista y no como político. Confiamos también que se realice una austeridad en el gasto público para poder enfrentar la crisis económica. Deseamos y ojalá Dios nos oiga que en el 2009 el Presidente Correa no desdolarice la economía llevando a nuestro país a una catástrofe económica.
Por otro lado, que se termine el bárbaro centralismo que tanto daño hace al país, y especialmente a la costa, lugar donde viven más de la mitad de los ecuatorianos. Nos queda la esperanza que en el nuevo año se combata la delincuencia, se mejoren los sistemas de salud y se castigue la ineptitud administrativa que se nota en algunos sectores del gobierno. También confiamos que las autoridades trabajen con eficiencia, tenacidad y honestidad, porque al fin para ello se los eligió.
Que la pequeña libélula que emergió de la caja de Pandora, se vigorice y permita que el Ecuador salga del limbo que los malos gobiernos han dejado a nuestra patria. Salir del limbo es tarea ineludible de los gobernantes, a ello están obligados y nada les perdonará el futuro si no cumplen con vigor y honestidad su compromiso; y, por supuesto, esa es nuestra esperanza.