21 noviembre, 2024

Otra vez se acabo la navidad

Vinieron con alegrías, con sonrisas, nos trajeron buenas nuevas, nos contaron de sus vidas, de lo que hacen cuando se levantan, como toman el metro, el subterráneo. Nos llenaron de anécdotas de sus estudios, de sus trabajos, quisieron en quince días llenar el vacío de una ausencia larga y meditada, unas veces necesitada, otras por que la vida lo impuso así.

Las tardes nos reímos y censuramos cosas, aconsejamos otras, procuramos envolver esa estadía de una vez al año en la magia de una vida, de tender un puente hacia la ausencia, hacia esa vida que se alejo y que sabemos ya no es mas nuestra. Doble dolor, la ausencia del hijo y la incertidumbre del futuro en un mundo que cambia estructuras y se derrumba como castillo de naipes.

Supimos de un mundo que unos conocemos otros no, que lo viven en el día a día, con sueños y aspiraciones nuevas, con realidades ajenas a las nuestras, afincadas en trabajo y quehacer diarios. De ese mundo que se teje arriba de la línea del trópico con el frío que te obliga a trabajar para moverte y crear calor, que algún momento ayuda también a crear fortuna. Supimos de una fusión de razas y de sueños, sin credos ni separaciones de intereses, entendimos porque también fuimos emigrantes de sueños.

Regresaron a sus nuevos hogares, a sus nuevas patrias, acariciaron por unos días la de sus orígenes, pero no pensaron en quedarse, vieron las ciudades de sus amores, recorrieron los sitios donde alguna vez fueron felices donde dejaron la dulzura del primer beso y se manifestaron al mundo como guerreros de un futuro de condiciones diferentes y con tristeza afirmaron que las condiciones que los llevaron a irse, seguían presentes, mas afincadas, mas negativas. Que todavía no estaba presente el porque propicio para hacer la maleta y volver.

Partieron llevándose la alegría que unos días nos dieron con su compartir, con su compañía de veinticuatro horas, otra vez las casas quedaron sin sus bullas, sin sus risas, sin sus conversaciones de la cocina, sin sus historias de encuentros con la vida y con la gente. Se fueron con la promesa de volver a traernos en el año siguiente nuevas historias, de contarnos desde la distancia como se van tejiendo los hilos de la vida. Como ellos van haciendo su propia historia. Con sus propios errores con sus propios tropiezos, triunfos, éxitos, logros.

Acá nos quedamos con los que aún no han querido irse, o si lo quieren no tienen las alas maduras para volar, pero que también están fabricando sus sueños, con los que escriben con la tinte invisible de la presencia que de serlo se torna sombra. Están aquellos cuyas ausencias no lloramos, pero cuya presencia es una costumbre sin celebraciones. Ellos merecen otro capitulo, una historia separada y diferente.

Unos y otros nos dieron tardes de recuento, de repaso de anécdotas de cuando el “nosotros” era mas grande, de cuando era cercana la tarde o la mañana de preparación de planes de esta misma fiesta pero con distintos sabores. En fin, los que vinieron nos trajeron el regalo de su presencia, pero nos recordaron que en cada familia del Ecuador tenemos por lo menos un ausente.

Las causas la han estudiado los sociólogos, de izquierda y de derecha. Los remedios los han propuesto todos los gobiernos de izquierda y de derecha. Las promesas las han hecho todos los anteriores, pero la verdad es esa, solo podemos aspirar a tener a los nuestros completos en calidad de regalo de navidad, una vez acabada, se van, se regresan a sus nuevos destinos, a sus nuevas direcciones, a esas realidades que les permiten vivir y hacerse a la mar con buen viento y aguas calmas. Simplemente sus presencias nos recuerdan que en nuestro país no hay esa opción siendo la única la de irse. Así veremos irse en los siguientes años muchos más jóvenes y adultos, sin deseo ni esperanza de volver sino únicamente para navidad. Feliz navidad y buen año, a los que vinieron y se volvieron a ir, y para aquellos cuya esperanza solo se hizo realidad más allá de nuestras fronteras. Para los que no se han ido, aparte del buen deseo, las gracias por acompañarnos y ayudarnos a mitigar la ausencia de los que dejamos en el aeropuerto cada año, en la misma fecha.

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  1. Me encantó el artículo y además me ha hecho derramar unas lagrimitas. Y me he quedado pensando que aunque ocurriese el milagro (que lo veo cada vez más lejano) de que las cosas cambiaran aquí, tal vez para la mayoría de los q se van seguirá la convicción de que se encuentran mejor allá; ya que muchos de sus sueños nunca se realizarían aquí.

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