21 noviembre, 2024

Tres pensamientos para reflexionar

Hace poco más de 50 años, un político (Guevara Moreno) tuvo la maquiavélica visión de cobrar pequeñas cantidades de dinero a los que se afiliaban a su partido y a cambio, cuando llegara a un puesto de elección popular, daría a sus afiliados un puesto de piponazgo, donde puedan recibir un salario. Luego le robaron el partido y en forma un poco menos desvergonzada (sin cobrarles a los pobres, sino a cambio del voto), esto se ha mantenido a lo largo de los gobiernos que hemos tenido que soportar. Luego hemos soportado que en forma aún más vergonzosa que en sus inicios, los afiliados a los diferentes partidos cuando llegan al poder, se pelean el botín cual ratas en el basurero.

El mundo entero anda como nave a la deriva. No creo que nadie sepa a ciencia cierta hacia donde nos encaminamos. Las autoridades y las economías de los grandes países están tan cambiantes como el clima y no sabemos en que momento vamos a afrontar un temporal, un huracán o un tornado, que nos haga zozobrar en el mar de la desventura.

Los buenos marinos usan los elementos que pueden tener a su alcance (brújula, mapas, sextante, sonda de medir profundidad, barómetro, etc.) para elegir el rumbo más conveniente a puerto, sin encallar ni enfrentar situaciones difíciles.

Es indudable que la pericia de un piloto no se improvisa. Se aprenden sus reglas en la escuela, pero se adquiere en la práctica. USA ha tenido a mi modo de ver un rumbo errado y acaba de hacer un cambio de Capitán, El fenómeno Obama ha calado muy hondo en todo el pueblo americano y siendo USA el líder mundial, Barak tiene una oportunidad de oro para enrumbar a su país y al planeta hacia puerto seguro.

Hay tres escritos que pueden ser muy útiles para encontrar el rumbo. Al igual que los instrumentos, se conocen desde hace mucho tiempo y, como ocurre con todos los principios morales, su validez persiste sobre el tiempo. La decisión que tome la persona que gobierna la barca es vital para los que tenemos que permanecer a bordo. Disfrutemos lo que dicen sobre el tema nuestro más insigne prócer, José Joaquín de Olmedo, el más grande Presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln y uno de los grandes filósofos del siglo pasado, Khalil Gibrán.

Olmedo: El poder público no es una propiedad que se adquiere, no es un fuero, no es un premio que la nación concede; es una carga honrosa y grave, es una confianza grande y terrible, que lleva y consigue grandes y terribles obligaciones. El ciudadano investido del poder no tiene más derecho que el de tener mayores facultades para el bien, y la de ser el primero en marchar por la estrecha senda de las leyes; ni debe proponerse otra recompensa que la esperanza de merecer un día, por su moderación, por su constancia, por su cordial sumisión a las leyes, el amor de sus conciudadanos y la gratitud de la Patria.

Lincoln: La propiedad es fruto del trabajo; la propiedad es deseable, es un bien positivo en el mundo. Que alguien sea rico, muestra que otros también pueden hacerse ricos y por esto, es un estímulo para la industria y la empresa.

No dejéis que aquel que no posea una casa, destruya la casa del que sí tiene, antes bien, apoyadlo para que trabaje con diligencia y que construya la suya propia, asegurando así con su ejemplo, que su casa no esté expuesta a la violencia cuando esté construida.

No se puede lograr prosperidad, desalentando una economía prudente.

No se puede fortalecer a los débiles, debilitando a los fuertes.

No se puede ayudar al asalariado, restringiendo al patrono.

No se puede llevar adelante la hermandad del hombre, alentando el odio entre clases.

No se puede ayudar a los pobres, destruyendo a los ricos.

No se puede establecer una economía sana con préstamos.

No se puede evitar una calamidad, gastando más de lo que se gana.

No se puede forjar carácter y valentía, quitando al hombre su iniciativa y su independencia.

No se debe ayudar al hombre permanentemente, haciendo por él, lo que él puede y debe hacer por él mismo.

Gibrán: Las Nueve Desdichas

Desdichada la nación que abandona la religión por la creencia, el sendero en el campo por el callejón en la ciudad, la sabiduría por la lógica.

Desdichada la nación que no hila lo que usa, ni planta lo que come, ni prensa la uva para el vino que bebe.

Desdichada la nación conquistada que ve la pompa del vencedor como la perfección de la virtud y ante cuyos ojos la fealdad del conquistador es belleza.

Desdichada la nación que combate los agravios en sueños, pero se doblega ante el mal en la vigilia.

Desdichada la nación que no eleva su voz salvo en los funerales, que sólo ante la tumba muestra aprecio, que espera para rebelarse hasta que su cuello está bajo el filo de la espada.

Desdichada la nación cuya política es sutileza, cuya filosofía es prestidigitación, cuya industria es remiendos.

Desdichada la nación que recibe a un conquistador con pífanos y tambores y luego lo abuchea para recibir a otro conquistador con cantos y trompetas.

Desdichada la nación cuyo sabio no tiene voz, cuyo campeón es ciego, cuyo abogado es un charlatán.

Desdichada la nación en que cada tribu afirma ser una nación.

Como dice Stephen Covey, los principios son como faros: uno puede respetarlos o estrellarse contra ellos. Depende del Capitán lo que le pase a su embarcación. La elección de Barak Obama como Presidente de USA ha abierto para el mundo una puerta grande de esperanza. Gracias a esta luz podremos encontrar la paz, la justicia social y el amor fraterno.

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