“Tiene un doctorado, dos maestrías, sabe tanto… ¿por qué no consigue un buen trabajo?”.
“Habla tan difícil, no le entiendo nada… ¡debe ser muy inteligente!”.
En las líneas anteriores expreso en palabras dos abstracciones que me he cansado de escuchar durante mi vida, por supuesto en diferentes contextos y en distintos tonos, aunque ambas dejan traslucir el hecho de que muchas personas asocian el éxito personal y profesional con el número de títulos que acumule –“enfermedad” a la que suelo llamar “titulitis”-, en tanto otras tantas están convencidas que el sólo hecho de conocer cosas garantiza la inteligencia… ¡ambas premisas totalmente falsas, irreales y limitantes!
Mientras ejercía el rectorado de uno de los colegios más grandes de Guayaquil tuve la oportunidad de contratar a un asesor que… ¡sabía tanto!, maestrías y diplomados avalaban su “currículo” personal. Me aseguraron era la persona indicada y decidí darle la oportunidad. Sus confusiones conceptuales, sus complicaciones comunicacionales, las faltas y atrasos, la inconsistencia al argumentar sus ideas y hasta sus devaneos emocionales me convencieron en pocas semanas que sufría de algo que mi maestra Margarita Amestoy de Sánchez y su hijo Alfredo Sánchez Amestoy, reputados investigadores educativos venezolanos, medio en serio, medio en broma dieron el nombre de… “intoxicación cognitiva”
¡Hay tanta intoxicación cognitiva en este mundo!, me reiteraba siempre Margarita Amestoy. Y es que no es suficiente saber cosas, acumular conocimientos no es lo único importante, tener decenas de diplomas no es lo principal. Cuando alguien padece de “intoxicación cognitiva” se preocupa únicamente de “depositar” conocimientos con el aparente convencimiento de que el cerebro sólo cumple una función de acumulación. Además esta gente suele leer todo lo que le dicen que lea o “lo que caiga en sus manos”, sin diferenciar lo realmente importante de lo intrascendente. No ha comprendido que el cerebro humano además tiene funciones procesadoras, relacionadoras y generadoras de conocimiento nuevo y jamás han pensado en que los procesos encargados de la utilización de lo acumulado deben también merecer su preocupación de manera que puedan “usar” lo adquirido para tomar decisiones y para resolver problemas cotidianos.
¿Inteligentes?. ¡Qué va!. Una persona inteligente es aquella que con lo poco o mucho que ha podido aprender es capaz de resolver cualquier dilema vivencial y salir favorecido en el intento. Esa es la razón principal por la cual tu éxito personal y profesional no depende sólo y exclusivamente de la cantidad de conocimientos que hayas acumulado, pues entonces bastaría con un PC para resolver conflictos y dilemas cotidianos. No, absolutamente no. Se necesita un cerebro que procese información, que relacione una variable con otra, que analice de forma ordenada, que sintetice adecuadamente, que evalúe con experticia, que emita criterios de forma argumentada, en muchas ocasiones de manera creativa, pues la gente espera que se den nuevas formas de enfrentar situaciones. Ya alguna ocasión lo decía Einstein… “ningún problema puede resolverse en el mismo contexto en el cual se creó”, por ello es que… “la imaginación es más importante que el conocimiento”.
La “intoxicación cognitiva” puede entenderse como un fenómeno producido como resultado de una educación enciclopédica, memorística y basada sólo en contenidos. Muy buena para el siglo diecinueve, pero totalmente desfasada para la modernidad. Observe y recuerde a cada momento a la gente con la cual interactúa, descubra a los intoxicados y recomiéndeles pronto una revisión de sus esquemas. ¿Antídotos?, por supuesto los más jóvenes necesitan prever para el futuro. ¿Cómo?, prepárese como padre o madre de familia, busque una institución educativa que asegure que su hijo e hija no sólo será un mero y mal repetidor de información, en tanto se convierta en crítico, argumentador y creador de nuevas alternativas de expresión y de solución a las necesidades personales y de su entorno. Así debe funcionar… ¿le parece?
Querido Roberto: hace tiempo esperaba que alguien escribiera algo como tu artículo. En la actualidad es casi una epidemia aquella de acumular maestrías, diplomados, y otros, lo que está bien, pero hay que saber qué hacer con todo ese bagaje de cnocimientos. Hay tantos que tan sólo con sentido común tienen logros más importantes…
Una vez más reitero lo que siempre he dicho: hay pocos maestros que dejan huella en sus alumnos, y tú fuiste uno de ellos, con tu paciencia, entereza y conocimientos.
HOLA DOCTOR, QUE BUENO LEERLO NUEVAMENTE, ESTOY DE ACUERDO CON USTED NO BASTA TENER UN EXTENSO CURRICULO PARA SER Y TRASCENDER SE NECESITA CRITERIO FORMADO Y TODAVIA NO EXISTE UNA PASTILLA EFERVECENTE PARA ADQUIRIRLO, SIN EMBARGO ME PERMITO HACER UNA ACOTACION, LA MORAL Y LOS BUENOS PRINCIPIOS SON VALORES QUE LA MAYORIA DE «DIRECTORES» DE COLEGIOS CARECEN, CONOZCO POR EXPERIENCIA PERSONAL UNA DIRECTORA QUE ES TAN POBRE DE ESTOS VALORES QUE HA DESTRUIDO UNA GRAN INSTITUCION _SOLAMENTE_ CON SU AUTORITARISMO Y MEDIOCRIDAD.
SE DEBRIA DER TRABAJAR MUCHO CON LOS EDUCANDOS DE ESTA EPOCA PARA QUE EN EL FUTURO NO SUFRAN DE TANTA «INTOXICACION».
¡ Excelente artículo !. Muy claro y preciso, característica que siempre destacan en los artículos de mi querido amigo, Roberto Briones
LUEGO DE LEER SU ARTÍCULO HE LLEGADO A ESTA CONCLUSIÓN: DEBERÍAMOS ENJUICIAR A LAS UNIVERSIDADES QUE DAN TÍTULOS Y CONTACTOS PERO MUY POCOS CONOCIMIENTOS, POR EL DAÑO QUE PUEDEN CAUSAR CUANDO SUS TITULADOS LLEGAN A UN CARGO PÚBLICO.
TAMBIEN PARECE QUE HAY UNIVERSIDADES QUE NO ENSEÑAN PERO SÍ «INDUCEN».
GRACIAS POR SU ESCRITO,
GABRIEL AQUIM CH.
Estimado Roberto, soy de Monterrey, Mexico y en su oportunida tuve la oportunidad de trabajar tanto con la Dra. Sanchez como con Alfredo en el Colegio Nuevo Mundo de Guayaqüil.
Comparto ampliamente el comentario sobre ¨intoxicacion cognitiva¨. Por favor, me podria proporcionar su e.mail para contactarlo. Mil gracias…ATTE. César Davis/ México
Es claro Dr. que el problema no es en la cantidad de conocimiento. Está en la poca productivad de esos conocimiento, la poco o ninguna habilidad del manejo del procesos de pensamientos, es sin duda alguna la falencia en la cual nos han educado, el conocimiento como parte esencial de nuestro vivir, la evaluación solo hace referencia a los niveles de conocimientos y no a como se aplica, se transfiere y generaliza y porque no pensar en una trascendencia.
Somos lo que son nuestros objetivos de evaluación son, evaluamos para medir o diagnosticar?, para comenzar o terminar el proceso educativo?.
Si nuestra educación tiene claro que el aprendizaje tiene varios niveles ; conoce, comprende, concientiza, aplica, tranfiere y generaliza, y que somos capaces por medio de la práctica deliberada, conciente y sistemátima de mejorarnos, esa si sería una revolución en el Ecuador.
Felicitaciones Dr. por su aporte a la educación.