Todo se inició cuando Correa evadió el obligatorio juramento de respetar la Constitución vigente. A muchos pareció una veleidad , un pueril berrinche ; pero pronto se descubrió el real significado de esa calculada evasión : debía desligarse de la Constitución . Y si en los Estados Unidos se cuidan de preguntar al presidente que se juramenta si no hay “propósito de evasión” en sus palabras , nadie preguntó a Correa tal cosa. Hubo manifiesta intencionalidad en él, a pretexto de una revolución en marcha.
Mirándolo bien, su omisión fue la antesala a la violencia que fracturaría desde ese instante el orden constitucional vigente, seguida por diatribas e improperios casi diarios que, con algo de cinismo y pésimo humor, podríamos aseverar que nos acostumbramos.
Lo que observamos, en definitiva, es un afán de legitimación e institucionalización de la violencia por parte del gobierno. Comprendió desde un principio que la violencia es la única fuerza que podría sostener las mentiras que nos insufla, confirmando que la mentira y la violencia suelen estar indisolublemente ligadas. Pero no sabe – aunque debiera saberlo – que las soluciones de fuerza para zanjar problemas humanos o sociales, encierran en sí mismas la destrucción final de quien las emplea . Lo dijo Gandhi haciendo un recuento histórico que, por desgracia, nunca sirvió, no sirve , ni servirá de ejemplo para los fascistoides.
Se afirmaba que el marxismo en el poder generó la oportunidad del “desquite” de la ignorancia contra molestosos burgueses que predominaban dentro de la sociedad derrocada. El “desquite” en épocas del nazismo, en cambio, fue contra la etnia judía. En el socialismo del siglo 21, se emprende contra todos cuantos hayan podido prosperar en sus vidas económicamente activas. La propiedad en el Ecuador resulta ser ilegal e ilegítima, parafraseando expresiones favoritas de este gobierno al referirse a una deuda externa de la que abominó y terminó luego pagando, con entretelones que descubriremos en su momento.
La violencia se identifica con este gobierno. Rompieron a puntapiés las puertas del Tribunal Constitucional. Violencia brutal. Una mujer honesta denunció, sometiéndose con éxito al detector de mentiras, haber sido acosada sexualmente por un Subsecretario que, por su parte, no pasó la prueba . Infame e impune violencia . Se alentó a ciertos trabajadores a adueñarse de un medio de comunicación que no le cae bien al régimen. Torpe violencia . Y el colmo : involuntariamente suprimí el audio de una cadena presidencial y descubrí, con asombro, cómo la violencia dominaba la gesticulación y ademanes presidenciales. Su rostro, sus manos, sus brazos, hasta su risa, escupían violencia por doquier. No hacían falta palabras para difundirla. Y concluí que ésa es la peor de las violencias, por provenir precisamente de un Presidente llamado a concordar y transigir.
El burdo y vergonzoso fraude que se consumó a medias en las primarias electorales de Alianza País, puso de relieve la identificación de las huestes gobiernistas con las manifestaciones brutales de violencia, canibalismo y fraude . Se quiso hacer publicidad para elegir candidatos anticipadamente escogidos por un Buró y , de paso ( la uniformidad de los hechos a nivel nacional nos obliga a pensar así ) , incursionar en prácticas reñidas con la limpieza electoral, con miras al compromiso de Abril. La idea nació fraudulenta , aunque el tiro les salió por la culata y concitó la indignación de sus seguidores . “Ladronismo” , “pillerìa” y ” sinvergüencería” fueron de las expresiones más benévolas, captadas por la televisión. Y Correa tuvo que referirse a ellos como “primitivos”. Mas, lo sucedido debe alertarnos para impedir que en Abril se repitan bajo la mirada auspiciosa y complaciente de una Función Electoral correista .
No pude dejar de admirar el cinismo político de ” el señor de los pativideos”, al condenar los actos de violencia, ajenos – según Patiño – a los principios revolucionarios que él representa. Su cinismo sólo fue superado por el del denunciado acosador sexual de esa joven negra, al revelar su descontento por la divulgación dada a un simple “problema interno” de Alianza País. ¡ Qué desparpajo ! Este individuo sostiene que se pueden cometer fechorías, que se pueden revolcar gozosos en sus propias cloacas, que pueden incurrir en inmoralidades cívicas y ciudadanas, guiados por su revolucionaria y “primitiva” naturaleza, siempre que no trasciendan al público. Que , en definitiva, es el escándalo lo único que denigra . La inmoralidad, puertas adentro y a escondidas, es hasta meritoria si se trata de socialistas revolucionarios.¡Esa es la revolución que se nos avecina!