24 noviembre, 2024

La Narcopolítica

No es nueva en América Latina la intromisión de los cárteles de la droga en la política como manera de obtener la protección para exportar hacia Estados Unidos o Europa cocaína, heroína y en menor cantidad marihuana, producidas entre Colombia y Perú.

Protección que ahora la requieren también para lavar el dinero obtenido en este comercio ilícito que no paga impuestos a la producción, a la renta, al valor agregado; pero que si paga fuertes sumas a quienes protegen su realización. En esto continuamente se revelan inmersas autoridades, comerciantes, agricultores que permiten y se hacen de la vista gorda con su producción, refinamiento y coparticipan utilidades por el lavado del dinero.

La participación de un Subsecretario del Ministerio de Seguridad, en actividades con individuos cercanos al narcotráfico hace pensar que lo menos que esta ocurriendo es que los interesados en ese comercio maldito están hace rato penetrando los círculos de gobierno. Asumo que también en gobiernos anteriores, así como lo han hecho con la banca, el comercio y otras actividades en las cuales es vox populi que intervienen personas allegadas al narcotráfico.

La gravedad de la participación de Ignacio Chauvin está en la relación con la narcoguerrilla colombiana, esto es, con las FARC, de quienes se sabe que son los que proveen protección militar y son parte en el negocio del tráfico y que utilizan los fondos provenientes del narcotráfico en sostener y financiar las actividades de estos movimientos y toda su parafanalia a lo largo de América. Ya se conoció que otro supuesto líder izquierdista, Noriega, el de Panamá, recibía los barcos cargados de cocaína que provenían de Colombia y Perú, dándoles tránsito hacia el norte y usando algunas veces las mismas bases norteamericanas en Panamá. Se hablo también que en algún momento el presupuesto de la isla de Cuba se completo con algunos embarques provenientes del Cartel de Medellín.

Entonces, no se por donde hay que examinar con mas detenimiento el tema; si por el lado de la participación en el negocio ilícito del narcotráfico o en el contacto con el grupo guerrillero de las FARC. El tema pasa en que la tan defendida tesis del injustificado ataque Colombiano en Angostura tuvo sustento en la participación en el proceso de protección a la narcoguerrilla por parte de altos funcionarios del Gobierno Ecuatoriano y más aún si realmente se ha producido el reiterado encuentro entre Raúl Reyes y nuestro Comandante Nacho. Esto implicaría que el Presidente esta rodeado de quintacolumnistas que tratan de hacer su revolución aparte, lo que es muy grave porque significa que hay muchos comprometidos, tantos que nadie fue capaz de descubrirlo, y mas aun teniendo a su servicio todos los aparatos de inteligencia del estado, incluyendo el nuevo control del servicio de inteligencia de las fuerzas armadas, ejercida por civiles de la misma línea de la revolución ciudadana.

Es importante para la credibilidad del gobierno que se determine que mismo ocurre; porque, si el Presidente que se ha manifestado públicamente socialista pero que planea un gobierno apegado a las libertades esta realmente rodeado de personas que lo quieren llevar en la línea del socialismo tiránico, despótico, debe de apartarlas de su lado, porque debe cumplir su promesa y mantener un gobierno respetuoso de la libertad, pero de la verdadera libertad, no de la libertad controlada, considerada como la verdadera, por los seguidores de la libertad marxista, esto es la de las conveniencias del partido.

El ingreso de los marxistas simpatizantes de la lucha armada por el socialismo al estilo cubano, disfrazados en mantos de funcionarios para obtener la fuerza y la permisibilidad de sus acciones así como para tapar y disfrazar sus actividades desdibujan las intenciones del presidente, de ahí que es tan importante que Rafael Correa demuestre su real distancia de esta quinta columna narcoextremista. Esperamos las acciones que no deberán ser meros discursos, sino verdaderos actos de contricción.

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  1. NARCO PERIODISMO

    Al menos el 50% de la infraestructura hotelera construida en los últimos años en la costa ecuatoriana es financiada por el narcotráfico; poblaciones y ciudades que lindan con Colombia, que no tienen grandes industrias y que apenas sobreviven con el trabajo agrícola para el auto consumo, ven florecer grandes edificios, almacenes, farmacias, locales de compra venta de oro, que no es otra cosa que el blanqueo de narco dólares.

    En algunas poblaciones costeras de Manabí aparecen alijos de droga flotando en el mar y muchas ejecuciones producto de la lucha entre bandas de narcotraficantes.

    La policía y las fuerzas armadas descubren por toneladas la existencia de droga en diferentes partes del país.

    El sistema financiero ecuatoriano, representado por la banca, constituye una de las principales herramientas del lavado de narco dólares, según lo afirma un estudio del BID y se encuentra en 8vo. lugar en Latinoamérica.

    Los narcotraficantes no traen el dinero en el bolsillo para adquirir la infraestructura, comprar a funcionarios, policías, banqueros o periodistas, ni tampoco reciben los millones de dólares de la comercialización de la droga y la guardan en sus casas. Las guardan en los bancos.

    Es lógico pensar que si los dueños de algunos bancos son también dueños de medios de comunicación, la función de los periodistas de esos medios será encubrir el lavado de dinero de esos bancos.

    Ahora nos explicamos por qué muchos medios de comunicación que pierden millones de dólares anualmente pueden seguir subsistiendo, o por qué algunas revistas económicas o de opinión que apenas se venden unas 20 a la semana, pueden permanecer en el mercado. Están subsidiados por el narcotráfico.

    Aquella fábula del ladrón que asalta y luego grita ¡¡agarren al ladrón!!, es la que podemos aplicar exactamente a algunos medios de comunicación y periodistas, en la actualidad.

    Ecuador necesita un baño de verdad. El gobierno nacional esta en la obligación de perseguir a quienes estuvieren involucrados en el narcotráfico, sea cual sea su función o amistad. Pero debe de una vez por todas desenmascarar y enjuiciar a los banqueros que permiten el lavado de dinero en sus bancos y que ahora lo tienen acorralado a través de sus medios de comunicación y periodistas, que están financiados por el narcotráfico.

    El narcotráfico esta carcomiendo las bases de nuestra nación, destruyendo a nuestra juventud y corrompiendo a los que en otra hora fueron honestos periodistas.

    Sr. Gobierno, queremos ver la Revolución Ciudadana en la lucha contra el narcotráfico. Es hora de luchar contras las mafias y los mafiosos que destruyen a nuestro país. ¡¡No queremos ser otra Colombia!!

    Luis Torres Rodríguez*
    PRESIDENTE DE FUNDACION AVANZAR
    C.I.1703257657

    *Autor del título: «La Banca de la Usura al Narcolavado» Web: http://www.fundacionavanzar.org

  2. Artículo de un colombiano residente en Ecuador. POR FAVOR, leer completo.

    ¿NARCOPOLÍTICA O CASO AISLADO?

    Sí, es posible que la oposición y quienes han servido de caja de resonancia se estén anotando un pequeño triunfo en su confrontación con el Régimen, ad portas de las elecciones de abril. Pequeño en sus alcances, en sus motivaciones y en las miras que motivan el artificioso escándalo que ha suscitado un individuo posiblemente vinculado con el narcotráfico, seguramente partidario y amigo de los altos dirigentes de las FARC, empezando por el asesinado Raúl Reyes, y, por cierto, amigo y funcionario a las órdenes del ex ministro Gustavo Larrea, contra quien están apuntado las baterías con más sospechas infundadas que con razones válidas y comprobables. No se le perdona a Larrea su ideología izquierdista -de la que ahora parece que hay que avergonzarse- ni, mucho menos, sus acciones siempre del lado del socialismo y de los derechos humanos de quienes nunca han tenido ninguno.

    Sin embargo, se olvida que el Gobierno -cualquier Gobierno­ representa al país en su totalidad, a la nación, al pueblo. Y, por lo tanto, ese Gobierno es la imagen del país en el exterior. Imagen que está siendo deteriorada por un escándalo que no merece ni siquiera el nombre y que se remite, en su exigua pero magnificada importancia, a los hechos siguientes: el señor José Ignacio Chauvin, afiliado al partido Alianza País y ex subsecretario de Coordinación Política del Ministerio de Gobierno, conversó en algunas ocasiones con Raúl Reyes sobre asuntos que deben investigarse, como ha dicho el mismo Gobierno que tiene que hacerse. Y, posiblemente, tenga vínculos con una familia de narcotraficantes ecuatorianos, al igual que algunos miembros o ex miembros de la Fuerza Pública.

    Todo eso hay que probarlo y, de ser hallado culpable el acusado, ha de ser condenado a la pena que merezca y se establezca en los códigos, en unión de sus cómplices, si los tuviere. Pero el caso es que, hasta el momento, todo no es más que presunciones circunstanciales. Y me refiero a los motivos de sus charlas con los guerrilleros de las FARC y a sus posibles conexiones con el narcotráfico, no al hecho simple de haber hablado con Raúl Reyes media docena de veces, porque eso no es delito hasta donde se me alcanza. Como no lo es que algunos acusadores gratuitos de hoy hayan sido íntimos amigos y contertulios de Augusto Pinochet, por ejemplo, él sí comprobadamente un genocida y un ladrón. El caso debe dejarse a la Justicia: no son los propietarios de la inocencia y la virtud los llamados a juzgar y a condenar sin pruebas evidentes y sin que el reo haya sido escuchado en un juicio imparcial. Y menos pueden extenderse las presunciones a todo el Gobierno, por prurito oposicionista, sin pruebas en la mano.

    Quien debe estar feliz es el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, a quien se le dan argumentos contra el Gobierno ecuatoriano. No es lo mismo un funcionario quizás culpable de sedición y de narcotráfico, que medio partido político -el uribismo- interdicto por sus vínculos mafiosos, con la mitad de sus miembros en la cárcel y con un consejero presidencial que fue familiar y defensor del mayor narcotraficante de la historia de Colombia. No es justo que un caso aislado, por importante que sea y como en efecto lo es, se califique como ?narcopolítica? en términos tan generales.

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