Esta es una expresión popular que refleja una realidad que está viviendo el actual Gobierno del Ecuador. Anda de tumbo en tumbo en cuanto a su moral política y pública, pues son uno tras otro los casos de corrupción que se hacen públicos gracias a que aún gozamos de un buen grado de libertad de prensa.
No la hay total porque el Gobierno manipula de manera artificiosa sus varios recursos para tratar de acallarla, ya sea comprándola a través de la publicidad que le da vida a los medios de comunicación, ya sea obstaculizando su trabajo usando varios mecanismos abiertos y otros subrepticios.
El tumbo en tumbo también se aplica al accionar gubernamental, pues día a día vemos como el país está sumido en un desgobierno que se trata de ocultar con las obras demagógicas que ha logrado completar, que por demás son generalmente de mala calidad y terminan decepcionando a los presuntos beneficiarios.
Para lo que este Gobierno se ha probado muy bueno es para todo lo que tiene que ver con el campo electoral. En eso nos demuestran que son maestros, en gran parte gracias a la “flexibilidad moral” de quienes se prestan para servirlos en las varias tareas electoreras, lo que les presagia nuevos éxitos electorales en las elecciones venideras. No es posible negar que parte de la predilección que logra del pueblo está basada en la esperanza que tienen de que este Gobierno les mejore su calidad de vida. ¿Pero, cual ha sido el resultado hasta ahora, a más de dos años después de tomar el poder? Pues lo estamos viviendo todos los días con un decreciente estándar de vida y no hay visos de mejoría.
Tal vez es por eso que las autoridades electorales están tan ávidos de implantar sistemas de cómputo al estilo venezolano, de tal forma que se aseguren un triunfo aunque sea por un pequeño margen. Sigo siendo de la opinión que los sistemas de cómputo para procesos electorales no deben aplicarse en países notoriamente corruptos, como el nuestro, pues todo programa es manipulable. Sólo aceptaría de buena gana los sistemas de cómputo si los programas vinieran certificados por algún organismo de las Naciones Unidas y si fueran protegidos para que no puedan ser manipulados.
La corrupción va más allá de pequeños casos como el jueguito de los papelitos que siguen entregando en el peaje de la vía a la Costa, y que seguro mantendrán durante los lucrativos feriados. Llega a nivel de política de estado al permitir la instalación y permanencia de campamentos guerrilleros en nuestro suelo patrio.
El Gobierno lo hacen sus integrantes pero la responsabilidad final siempre recae en el Presidente, pues es él quien nombra a los funcionarios que lo sirven. Este Gobierno ha hecho que crezca el Estado de manera insólita, como lo demuestra la multiplicación de ministerios, pero ¿qué beneficio ha representado ese crecimiento insólito para el pueblo? Sólo han obtenido más demagogia, más cuentos y engaños para lograr objetivos electorales. Mientras tanto, la gobernabilidad va de tumbo en tumbo…
Tomado de Diario El Expreso