Cao Quinto Chauvín

El país se ha escandalizado con el culebrón de José Ignacio Chauvín, ex Subsecretario de Gobierno y ex asesor del también ex ministro de la misma cartera de nombre Gustavo Larrea. ¡Puros ex es este gobierno! Tremendo quilombo este de Chauvín que incluye confusamente a policías antinarcóticos, fiscales implacables y aviones fantasmas que aterrizan y despegan sin nadie saber el por qué.

Y lo que es realmente sorprendente en este Gobierno de manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes es que nadie, absolutamente nadie responde por nada. No hay explicaciones. Ni los obligados a responder como por ejemplo los burócratas que operan el espacio aéreo de la aviación civil y comercial, lo hacen convincentemente. El avión vinculado como posible vehículo de transporte de materia prima de narcóticos simplemente se desapareció.

Sin embargo es provechoso recordar a otros personajes que habiendo empuñado banderas verdes en las camionetas de campaña, y regalando camisetas con la cara de Rafael Correa, luego se pelearon con aquel y se mandaron a la casa del palo mayor del barco. Hablemos de Cao Lay Muñoz. ¿Lo recuerdan? El que personificó al famoso hombre del maletín de la década de los ochenta y noventa. Personaje oscuro de piel y conciencia que cohechaba y pasaba de curul en curul ofreciendo sus servicios. Si no que lo diga el ex asambleísta Logroño que se ensució en este evento maletinesco. Una vez preso Cao Lay dijo que hablaría todo lo que sabía desde la cárcel. ¿Dónde está Cao Lay? El pasado 12 de febrero salió en libertad. Nunca habló ni cantó siquiera en la ducha de su celda.

Floresmilo Quinto Pazmiño. Este personaje, más anterior su escándalo que el de Cao Lay, es de grata memoria, pero no porque no se haya visto envuelto en ropajes delictivos su accionar dentro del Gobierno de Correa Delgado, sino por las reacciones graciosas de este manabita que también dijo hablaría con megáfono en mano (o tal vez con ventilador) hasta desde la cárcel. Y, me preguntó, ¿habló? No, gracias.

Ahora cae el señor Chauvín. ¿También va a cantar? Mucho se dice y difunde en los medios de comunicación, pero todo sigue siendo confuso, sin responsabilidades precisas ni responsables directos o indirectos. Igual que Cao Lay y Quinto Floresmilo, Chauvín está preso: preso físicamente y preso de conciencia por ser parte – niéguenlo o no – de un gobierno de máscaras que sostiene su antifaz de revolucionario con adhesivos petrodólares que hoy se agotan en despilfarro, malgasto que pronto nos pasará factura.

Pero qué va. Lo de Chauvín es secundario. La campaña presidencial ya comenzó hace rato. ¡Rumbo a la década del Socialismo del Siglo XXI con Correa Delgado a la cabeza! A la muerte de Febres Cordero Ribadeneyra el mejor homenaje que debió hacer el Partido Social Cristiano, esperado y lógico antagonista de este socialismo reciclado de Correa, era presentarse a elecciones generales con candidatos propios, revitalizando su militancia y cuadros y enfrentar en comicios a Alianza País, remiendo de movimiento político.

Pero no. Muerto el rey no hay quien reine y el una vez delfín con sus tiburones terminaron de matar al partido. Atropellaron a Luis Fernando Torres, viejo militante partidista y hoy se amalgaman raramente con tucos de madera blanca y otros en algo que no se sabe qué es. Dicen ser lo mismo, pero a la vez niegan nexos con los socialcristianos. Me pronunciaré en próxima entrega sobre este tema agridulce.

Finalmente y volviendo a este enredo policíaco de Chauvín, vemos como la maquinaria millonaria de publicidad oficial nos echa tierra en los ojos minuto a minuto, columna a columna, hercio por hercio. Chauvín no cantará ni una nota. Dará declaraciones borrosas, confusas así como la primicia que le diera a Carlos Vera. Así sea con modista reina de belleza, mercadeado medallista olímpico o alpinista incluido, la consigna del Gobierno Nacional es clara. Convencernos a como dé lugar. Su verdad es la real; la crítica es de apátridas. Consume primero Ecuador, somos gente honesta… ¿Será cierto?