¡Qué gusto!, y… ¡qué satisfacción!
Ver a tantos –más de mil- maestros y maestras fiscales de Bachillerato capacitándose en el tema de “Desarrollo de Habilidades del Pensamiento” usando el texto ofrecido por el Municipio de Guayaquil para su labor en las instituciones educativas de la ciudad de Guayaquil.
Trabajo concertado extraordinario del Alcalde Nebot y su dinámica Concejal Marcia Gilbert de Babra, así como la válida participación de una institución que hace muchos años trabaja incansable y calladamente por el bien del mejoramiento de la calidad educativa del país, la FUNDACIÓN ECUADOR.
El Ingeniero Pedro Aguayo Cubillo, principal ejecutivo de esta organización es realmente el artífice de tan maravillosa amalgama de buenos auspicios que además logró conseguir que Margarita Amestoy de Sánchez y su hijo el doctor Alfredo Sánchez Amestoy, investigadores venezolanos de talla mundial, accedieran a aportar con su intelecto diseñando pedagógicamente los libros que hoy por hoy se usan para preparar a nuestros jóvenes en los colegios fiscales.
Don Pedro Aguayo y su equipo saben lo que están haciendo y sirven desinteresadamente al bienestar de nuestra Nación desde la educación, esta vez de las organizaciones públicas. Recordemos el exitoso programa de “Escuelas Proactivas” que hace varios años fue liderado por don Pedro y su gente con la colaboración del Rotary International. Esta vez la capacitación se dio en el colegio Mariscal Sucre y me cupo en suerte ser parte del equipo de facilitadores dirigidos por el PhD Alfredo Sánchez.
Esta semana que celebraremos el DÍA DEL MAESTRO ECUATORIANO, recordando el natalicio de Juan Montalvo es tal vez la propicia ocasión del presente artículo de opinión. Don Bosco –el mítico santo salesiano- acostumbraba a decir que… “no debe ser maestro quien no ame a los niños y jóvenes” y vivir la extraordinaria experiencia de ver a maestros fiscales con niveles altos de conocimientos y de capacidad para el trabajo fue enriquecedor para todos aquellos que siempre están viendo lo malo de los procesos educativos ecuatorianos. Y me preguntaba durante el evento… “¿por qué entonces el Ecuador no mejora ni cambia, si existen tan excelentes prototipos?” y la respuesta salió de ellos y ellas… “la politización de los gremios educativos”, “la falta de confianza y la baja autoestima de los maestros”, “el escaso control sobre la gestión de las instituciones educativas”, “la capacitación de bajo nivel a la que se exponen por parte del Ministerio”, “los recursos económicos insuficientes”, “la poca Visión de futuro de las autoridades del ramo”, en fin, tantas respuestas que salieron de la boca de muchos y que en el entusiasmo del mejoramiento continuo suele darse y que no se dicen frente a los poderes centrales ni ante los jerarcas del gremio…
El maestro ecuatoriano es un ser humano ansioso por mejorar, por aportar y por crecer. Tiene las mismas necesidades que cualquier ecuatoriano al cual le falta el dinero, el tiempo y las oportunidades. Ama a sus educandos pero a veces no sabe cómo llevarlo por mejores rumbos. Quiere referentes válidos, autoridades que sepan qué hacer y que los orienten hacia el éxito y la prosperidad. Son padres y madres que querrían lo mismo para sus hijos e hijas pero que ven con dolor cómo se terminan las oportunidades. ¿Hasta cuándo?.
La próxima vez cuando critiquemos al sistema educativo pensemos por un momento que podemos estar equivocados cuando señalamos a los maestros y maestras como los culpables, hay más, mucho más, que debe debatirse. Hasta tanto me quedo en la retina y en mi corazón con las imágenes de los educadores observados esa estupenda semana de marzo en el Mariscal Sucre, positivos, propositivos, llenos de esperanzas y de sueños, con sinceros deseos de mejorar para sus estudiantes y confiados en que son y serán sujetos de cambios, oportunidades válidas para sus alumnos y alumnas, tal vez la última opción de muchos de ellos y ellas para ver al mundo con optimismo y con esperanza.
Enhorabuena, maestro y maestra ecuatoriano(a), sólo quien ha tenido su misma experiencia de aula frente a los niños, niñas y jóvenes puede comprenderlos(as), valorarlos(as) y reconocerlos(as) en toda la magnitud que merecen… ¡Feliz día del maestro!