21 noviembre, 2024

¿Qué tiene este Muerto que a tantos vivos fastidia? ¡Que está vivo!

1.      “¿Qué tiene este muerto que a tantos vivos fastidia? ¡Que está vivo!” Ignoro a quién se le ocurrió este genial razonamiento en torno a Jesucristo. Ciertamente, Él es el personaje histórico que más oposición ha desencadenado y  desencadena en la Historia humana; nadie con tantos e incondicionales amigos, pero nadie también con tantísimos y furibundos enemigos…. Hoy, sin ir más lejos, toda la terrible oposición y combate que soporta el cristianismo por parte de la masonería, la sociedad secreta más influyente de la historia[1], no es otra cosa que odio a Jesucristo, Dios y hombre verdadero. La creencia masónica en el ‘Gran Arquitecto del Universo’ es, en el fondo, la negación de la divinidad de Jesucristo; porque, Dios es el Gran Arquitecto, Jesucristo ya no es Dios, hasta tal punto que si crees en el Gran Arquitecto, no puedes creer que Jesús es Dios; si crees que Jesús es Dios, no puedes creer en el Gran Arquitecto. No se puede ser verdadero masón y verdadero cristiano. La pregunta es: ¿A cuento de qué la persecución masónica al ‘hecho cristiano’?… Y ¿por qué  la oposición actual a toda las Enseñanzas de la Iglesia? Toda la doctrina moral católica cuenta con la frontal oposición y rechazo del mundo de hoy; pero, en el fondo, todo es simple ‘fastidio’ por Jesucristo, y tanto es así que ante tanto rechazo, oposición y odio, la Iglesia puede decir a Jesucristo: “El odio del que te odia, en mí recae”…[2].  El odio a la Iglesia, no es sino odio a Jesucristo.  Pero, ¿por qué Jesús es tan combatido? ¿Se puede combatir tanto a un muerto? ¡En modo alguno!: “¿Qué tiene este Muerto que a tantos vivos fastidia? ¡Que está vivo!” Veámoslo.

2.       ¿Qué es lo más característico del cristianismo? Los cristianos poseemos creencias excepcionalmente sólidas – nuestro Credo –  y elevados principios morales que orientan nuestra conducta – los Mandamientos y las Bienaventuranzas –. Sin embargo, esto no es lo más específico de nuestra identidad en el contexto de las demás religiones.  La clave para entenderse a sí mismo de un cristiano y el eje en torno al cual gira toda su existencia es la Persona de Jesucristo. Pero Jesucristo, no como un personaje del pasado al que simplemente se evoca con veneración y se recuerda con admiración: No. Nosotros afirmamos rotundamente que Jesucristo está vivo, como dice Él mismo: “Yo soy el que vive. Estuve muerto, pero ahora, como ves, estoy vivo por los siglos de los siglos”[3].

3.      Efectivamente, ¿qué es aquello que determina que Jesús hoy esté vivo? Su Resurrección. Para nosotros, la muerte de Cristo es muy importante, por supuesto; pero más lo es Su resurrección. Lo afirmaba San Agustín: “No tiene importancia creer que Cristo ha muerto, lo creen los paganos, los judíos, los pecadores, lo creen todos. La fe de los cristianos es que Cristo resucitó. Para  nosotros lo decisivo está en creer en la resurrección”[4].  A fin de subrayar la radical importancia que la resurrección tiene para el cristianismo, recurro a un ejemplo absurdo; pero, justamente, por ser absurdo, posee toda su fuerza demostrativa. Imaginémonos el caso imposible de una familia, hijos y nietos, que se dispone a celebrar las bodas de oro matrimoniales de los abuelos, y de pronto descubren que los abuelos jamás existieron… Todo se viene abajo; no ya la fiesta, sino la misma existencia de esa familia. Todo cae por su base: si jamás existieron los abuelos, tampoco existen los hijos y los nietos… Quiero decir que si, en el caso imposible de que se descubriera que Jesús vivió, murió, pero no resucitó, se vendría abajo todo, absolutamente todo, en nuestra fe: más de dos mil años de expansión del cristianismo, la vida entera de la Iglesia, el sentido último de la vida de los santos, la razón del martirio de los mártires, el fundamento de nuestros intentos por ser fieles… San Pablo lo dejó claro: “Si Cristo no hubiera resucitado nuestra fe sería vacía y seríamos los más desgraciados  de todos los hombres.  ¡Pero no! – afirmó rotundamente el Apóstol – ¡Cristo resucitó de entre los muertos!”[5].

4.      La resurrección de Jesucristo es un hecho histórico. Es verdad que nadie vio su resurrección, nadie vio resucitar a Jesucristo; pero no importa, porque hay algo de mucho más probatorio: Sus apariciones: Nadie vio la resurrección, pero muchos vieron al Resucitado. Durante 40 días se apareció a los Apóstoles, comió en su delante[6], le tocaron (Tomás); a las mujeres; a más de 500 testigo, la mayoría de los cuales viven[7]. La mentira de los guardias[8]: Si estaban dormidos, cómo vieron que los discípulos robaron el cadáver, y si no lo vieron, cómo pueden ser testigos (San Agustín).  No fue un invento. Los Apóstoles y discípulos no estaban predispuestos a favor de la resurrección; todo lo contrario. Incluso contra la incredulidad de los mismos discípulos: María: se han llevado al Señor y no sé dónde lo han puesto… Tomás… Juan… los de Emaús&helli
p; Pedro… Tuvo que comer con ellos porque creían que era un fantasma… Si se hubieran inventado, no se habrían contado los hechos de este modo.

5.      La importancia del sepulcro vacío. En el mundo hay muchos sepulcros que son famosos por lo que contienen: los restos de personajes famosos de la historia: emperadores, reyes, presidentes… Todos, personajes que murieron, y hoy muertos están. Hay, sin embargo, un sepulcro en el mundo que es famoso, no por lo que contiene, sino por lo que ‘no’ contiene: el sepulcro vacío de Jesucristo en Jerusalén… El que estuvo allí, hoy vive: ¡Resucitó! No está aquí. Ha resucitado”[9]. Desde ese momento histórico se produjo una honda expansiva, que aún no se detiene, a pesar de la oposición del mundo. La resurrección de Jesucristo explica la expansión del cristianismo. Es el contenido del mensaje apostólico: “Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jerusalén; a quien llegaron a matar  colgándole de un madero; a éste, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos  con él después que resucitó de entre los muertos. Y nos mandó que predicásemos al Pueblo, y que diésemos testimonio de que él está constituido por Dios juez de vivos  y muertos”[10].

6.      ¿Quién es Jesús de Nazaret, que hoy vive y es parte de la Historia universal y de la historia personal de millones y millones de seres humanos?[11]

a.  Nació en una humilde aldea; hijo de una campesina. Creció en un pueblito donde trabajó como carpintero de barrio hasta sus treinta años. Luego, por tres años, fue un predicador errante. Nunca formó un hogar. No vivió en ninguna gran ciudad, ni viajó lejos de donde nació. Jamás escribió ningún libro, ni ejerció cargo alguno. No hizo ninguna de las cosas que normalmente se relacionan con la grandeza.

b.  Cuando todavía era joven la opinión de su pueblo se volvió en su contra. Sus amigos lo abandonaron; fue entregado a sus enemigos; sufrió la farsa de un tribunal de justicia y fue clavado en una cruz entre dos ladrones. Mientras agonizaba, sus verdugos se disputaron su única propiedad: su túnica. Nació en un establo, vivió en una chabola, trabajó en una carpintería de barrio, sus íntimos amigos fueron gente de clase baja (como Él mismo lo era), murió en una cruz, le enterraron en una tumba prestada… 

c.  Es el único personaje histórico que ha tenido el ‘atrevimiento’ de decir cosas tan descomunales como “el que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío” [12]o “el que ame a su padre o a su madre más que a mí, no puede ser mi discípulo” o “el que ame su vida más que a mí, no es digno de mí”; cosas que sólo podían se dichas por un demente o por Dios mismo.  Sin embargo, ha tenido y tiene masas incontables de seguidores incondicionales a través de los siglos,  y hombres y mujeres de toda edad, clase y condición que han muerto por Él. Sería muy raro que la humanidad entera acepte dividir su historia tomando como punto de referencia a un demente…

d.  Veinte siglos han pasado y sigue siendo la figura central de la humanidad.  Sin ser artista, las piezas musicales más sublimes se han compuesto para él, y todos los grandes pinceles le han retratado. No fue escultor, pero acapara la mejor madera, el mejor metal, el mejor mármol, el mejor marfil. Tampoco fue arquitecto, pero la filigrana en piedra de las catedrales se bordó para darle culto. Aunque no pisó la universidad, las universidades se erigieron en su nombre.

e.  No es cierto que todas las religiones sean iguales. En realidad, ni lo son ni lo parecen. Pero, aunque lo fueran, el cristianismo sería una clarísima excepción. Porque la religión islámica no es Mahoma, sino lo que Mahoma dijo. La religión budista tampoco es Buda, sino lo que Buda dijo. Y el confusionismo no es Confucio, sino lo que Confucio dijo. Y así, todas las religiones son doctrinas, no personas. Excepto la cristiana, porque el cristianismo es una persona: Jesucristo. ¿No es, entonces, la doctrina de Cristo? Sí lo es, pero dicha doctrina versa precisamente sobre Cristo mismo, que se presenta como Dios y Juez, como Camino, Verdad y Vida.  El partió la historia en dos, y es el único hombre al que se ha asociado sin mediación el nombre de Dios.

f.  Pascal nos recuerda que Jesucristo nos resulta imprescindible por el simple hecho de estar embarcados en una existencia abocada a la muerte. Carecemos de pruebas para asegurar que después de la muerte no hay nada. En cambio, Cristo es el único Hombre de quien se afirma con rigor histórico que atravesó el túnel de la muerte y regresó para declarar sobre el más allá. Antes y después de Cristo, los cielos y la tierra callan como muertos, pero el cristianismo habla desde el hecho histórico de la resurrección de Cristo.

g.  Es, por ello, la única religión que no se basa en una doctrina. En los libros del Antiguo Testamento desfila una procesión de hombres que, durante cuatro mil años, han profetizado la encarnación de Dios. Es todo un pueblo quien lo anuncia. Si las profecías mesiánicas de la Biblia son más de trescientas, Buda, Confucio, Lao-Tsé, Mahoma y todos los iniciadores de las grandes religiones aparecen por generación espontánea, sin que una tradición religiosa anterior los haya anunciado. Jesús, en cambio, viene precedido por una expectativa milenaria, y su Iglesia prosigue su obra durante dos milenios. Ese desarrollo ininterrumpido a lo largo de cuarenta siglos es contrario a las leyes que rigen los fenómenos históricos. Se hundieron irremisiblemente los grandes imperios —Egipto, Babilonia, Roma—, pero en los veinte siglos transcurridos desde la aparición de Jesús, su reino ha demostrado ser el Único que no lleva camino de terminar de la misma forma. Todos los ejércitos, todas las marinas, todos los parlamentos y todos los monarcas juntos no han conmovido la vida del hombre tan poderosamente como esta “Vida Solitaria”.

7.      Su resurrección es el milagro más grande de todos los que Jesús hizo, porque por él prueba que realmente es Dios (Ha habido santos que han resucitado a muertos – Pedro, Pablo… –  pero Jesús es el único que se auto-resucitó: Jesucristo es una Persona divina con dos naturalezas, la divina, con la que ‘bajó’ del cielo, y la humana, que la tomó en el seno de María Virgen por obra del Espíritu Santo.  Jesús, la segunda Persona, muere como hombre  – mueren las personas –, y luego, esa Persona, que pervivía como Dios – Dios no muere – viene en ayuda de su Humanidad. Jesús es, en verdad, Señor de la vida y de la muerte. Y todo esto, Él lo advirtió de antemano, estando aún vivo: Doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo la doy libremente. Tengo potestad para darla y tengo potestad para recuperarla.[13] Nadie jamás pudo decir esto… y hacerlo.

8.      La resurrección es la clave de todo lo que Jesús hizo y dijo; de todo lo que le sucedió: Por su Resurrección todo adquiere proporciones infinitas, porque el “protagonista” de todo, resultó ser Dios mismo en Persona: la encarnación, el nacimiento, sus hechos y dichos, su misma muerte… Todo adquiere profundidad y contenido a partir de la Resurrección.

9.      Las resurrección es la clave para entender el cristianismo:

a.  La Eucaristía: los católicos, cuando comulgamos,  no recibimos ‘algo’, sino a ‘Alguien’: Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo… El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.[14]

b.   La oración de un católico: no es un monólogo, un soliloquio o reflexión, sino un tú a Tú de amor: Mira que Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, Yo entraré en él y él en mi; yo cenaré con él y él conmigo[15].

c.   Nuestra lucha por ser fieles, carecerían de sentido y razón sin la persona viva de Cristo; sería la fidelidad a unos valores, normas, principios y enseñanzas; pero no una relación de amor de persona a Persona.  Toda la vida de la Iglesia y la nuestra personal gira en torno a la Resurrección y, mejor, al Resucitado.

d.  Los domingos recordamos la resurrección de Jesús, como los primeros cristianos, que cambiaron el Día del Señor del sábado judío al domingo cristiano, precisamente porque ellos captaron la trascendencia de la resurrección del Jesús: El primer día de la semana.

e.   La resurrección de Cristo es la garantía de nuestra resurrección. Jesucristo no sólo ha resucitado Él, sino que nos ha prometido que nos resucitará también a nosotros. “El que cree en Mí tendrá vida eterna: y yo lo resucitaré en el último día”[16].


[1] César Vidal, Los Masones Editorial Planeta

[2] Salmo 68

[3]  Ap 1:17-18.

[4] Breve enciclopédia, B. Martín Sánchez, nº 113

[5] 1 Co 15:17-20.

[6] Jn 21: 5 ss

[7] 1 Co 15:3-8

[8] Mt 28: 11-15

[9] Mt 28:6

[10] Hch 10: 37-42

[11] Lo que viene a continuación no es de mi autoría, me vino un día a mi correo.

[12] Lc 14:26-27: Si alguno de ustedes quiere ser mi discípulo, tendrá que amarme más que a su padre o a su madre, más que a su esposa o a sus hijos, y más que a sus hermanos o a sus hermanas. Ustedes no pueden seguirme, a menos que me amen más que a su propia vida. Si ustedes no están dispuestos a morir en una cruz y a hacer lo que yo les diga, no pueden ser mis discípulos. Por eso, piénsenlo bien. Si quieren ser mis discípulos, tendrán que abandonar todo lo que tienen.

[13] Jn 10:17-18

[14] Jn 6

[15] Ap 3:20

[16] Jn. 6,40

 

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Es difícil que quien ha estado acostumbrado a opinar libremente a favor o en contra de algo, tenga la prudencia de opinar sensatamente. La maravilla de la libertad de expresión nos permite expresar lo que sentimos y si bien es cierto que se puede a veces herir, no es menos cierto que una persona inteligente, como estoy seguro que lo es nuestro Presidente, puede sacar provecho de las críticas y convertirlas en algo positivo.

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  1. Gracias padre Toral por su exposición tan clara y certera que aviva y fortalece la fe de quien la lee. Gracias. Si me da permiso la podría reenviar a algunos amigos.

  2. Rev. Padre, estoy feliz de leer su artículo, que bueno que usted pueda por este medio evangelizar y educar a la gente en la Fe. Lo digo y repito, la Santa Iglesia tiene grandes sacerdotes y por ello sigue viva, porque Jesucristo el Señor la mantiene viva. Dr. Juan Diego Donoso Pérez.

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