Los romanos refiriéndose a la vejez señalan que esta no era una desventaja, ya que los ancianos tenían un papel importante dentro de la sociedad. La sabiduría de los mayores surgía de la experiencia, habiendo perdido “esa fiebre ambiciosa” que hace tan peligrosos a los jóvenes, motivo por el cual se les concedían peso a sus opiniones.
Eran tratados con respeto, al saludarlos, al abordarlos, al cederles el paso, al ponerse de pie en su presencia, al consultarlos. El prestigio de los ancianos configuraba todo el poder del Senado, pues ellos eran por excelencia los senadores, el mismo nombre se deriva de la palabra “Senex”, es decir anciano. Estos antiguos magistrados velaban por su ciudad, y su papel era normalmente el de conciliadores.
Paradójicamente, en el Ecuador, la Jubilación que es una forma universal reconocida por todos los países de premiar al ciudadano que después de aportar durante muchos años, reciba una pensión que le garantice seguir viviendo, se ha convertido en un mito, pues se tiene la impudicia de otorgar pensiones jubilares de una irrisoria cantidad. Un ejemplo de lo que afirmo es que el 80% de los jubilados viven en la mayor pobreza y nada o casi nada se ha hecho. Muchos discursos, muchas promesas electorales, pero todo queda en aguas de borrajas.
En fin de fines, el problema de los jubilados es cada día más acusiante, pues el número de estos seres que oyen mal, ven poco y sufren de enfermedades, aumentan con el tiempo.
En una sociedad como la nuestra que enfrenta problemas como la delincuencia, inseguridad jurídica, crisis de valores, el aumento inconmensurado del costo de la vida, a todos estos males, se suma el panorama nada prometedor para las personas que les tocara ejercer el derecho de una jubilación que les permita, por lo menos una pequeña pensión y la entrega de sus ahorros de toda la vida, ahora eso no va hacer posible, pues, al disponerse que los fondos de reservas se los entreguen mensualmente , al momento de jubilarse no tendrán el pequeño capital que los podía sacar de sus apuros más urgentes .
No podemos comprender el motivo o la razón suficiente que ha llevado a la mayoría del “Congresillo’’ a plantear tan absurda medida. En efecto, en todos los países mediadamente institucionalizados se propende al ahorro nacional, más para esa mayoría parece que no le interesa el bienestar de los futuros jubilados.
Nótese que al carecer los futuros jubilados de un modesto ahorro, se verán en muy críticas situaciones. Tanto es así que es fácil imaginarse que un jubilado con un mínimo de edad de 65 años, es una persona en la que la fuerzas han decaído, se han presentado diversos tipos de carencias físicas y, por lo tanto, deberán de destinar parte de sus exiguas economías lo correspondiente a los honorarios de médicos, laboratoristas y remedios.
Se podría decir, y así se lo ha publicitado por los canales del gobierno que se han incrementados los hospitales, aumentado el número de médicos, y laboratoristas, pero la realidad es muy distinta. Así, por ejemplo, en los medios masivos de comunicación se ha señalado que en tales hospitales entregan citas para los enfermos de más de seis meses en el futuro. ¿Qué pasará entonces? ¿Podrá un menesteroso jubilado esperar 3. 4 .5 o 6 meses para poderse atender?. Posiblemente no. Esperemos que la recta razón, el sentido común haga reaccionar a la mayoría del “Congresillo” y no persistan en una medida demagógica, inconsulta y a todas luces negativa.
SERÍA BUENO QUE SU MAJESTAD LEA EL SALMO 92, LA CAÍDA DEL INÍCUO DOLERÁ MUCHO MI ESTIMADÍSIMO DOCTOR.
Carlitos: El problema es que el dinero no es ni del Presidente peor de los asambleístas. Sólo los jubilados pueden decidir qué hacer con vuestro dinero. Te felicito por tu brillante artículo. Dios te bendiga.
Mayra
gracias carlos por su comentario muy interesante, me sirvio de mucho en mi trabajo de maestria, buen enfoque – byron G.
Ambato – Ecuador