Una de las características más comunes que suele observarse en quienes vivimos este siglo, para muchos individualista y deshumanizado, es aquella de ser “mezquinos con el elogio” entre seres humanos. Nos cuesta realmente aceptar lo bueno del otro y decírselo… ¿por qué?. El egocentrismo gana adeptos cada día. ¿Cuándo fue la última vez que le dijo a alguien… “te admiro”?, “reconozco en ti estas cualidades”. ¿Recuerde si recientemente ha sido capaz de abrazar a su madre, a su esposa o a sus hijos y expresar un sincero “gracias”?.
En efecto, la manifiesta incapacidad que parecen tener muchas personas para no reconocer en sus congéneres lo positivo, lo maravilloso, lo plausible, y por tanto expresarlo en la comunicación se vuelve un difícil problema en las relaciones interpersonales al punto de que en ciertos casos no se puede superar ni aún en el lecho de muerte. ¡Cuánto bien espiritual haríamos a quienes reciben el obsequio maravilloso de un reconocimiento en el amor!.
Cuando el tema involucra a madres e hijos, es decir en el momento en el cual los hijos o las hijas son incapaces de estimular… ¡en vida! a quienes dice amar se pierde la oportunidad propicia de acercarse a Dios y se dan dolorosos hechos que ni con el tiempo logran superarse. En esos terribles casos perdonar se vuelve una “misión imposible” y reconocer errores una dificultad. Todo esto es “moneda corriente” y podemos decir que… ¡ya estamos acostumbrados!, nótese la crónica roja y los incrementos en las cifras de hogares destruidos, parricidios, infanticidios, etc.
Conviene por tanto decir con firmeza y convencimiento… “¡en vida hermano, en vida!”. Tal vez ahora es la oportunidad de expresarle a tu progenitora todo el cúmulo de sentimientos y emociones que puedes producir, de razonadamente agradecer desde el mismísimo hecho de traerte al mundo hasta los desvelos y oraciones que aún, a pesar de tu adultez, recibes de esa mujer capaz de entregar su última gota de sangre por tu bienestar. Ahora es el momento, tal vez mañana no haya tiempo y te quedes con el cruel remordimiento de no haber podido vencer tus temores y filtros condicionantes para decir… “¡te quiero madre!”.
El concepto de “madre”, para los católicos, está representado sin dudas por el de la Virgen María, modelo de amor y de humildad, capaz de los más grandes sacrificios basados en una fe inquebrantable y una capacidad infinita de perdón. Algo de todas esas características reconocidas en el mundo católico toca con pinceladas a la mujer que encuentra en la maternidad la realización única y privilegiada que como premio el Creador le ha concedido. Entonces los modelos terrenales de madre pasan por una mujer capaz de dejar todo por la vida de sus hijos e hijas, de cuidarlos y protegerlos, así como de expresar un incondicional sentimiento de amor que supera el tiempo y el espacio. ¿Por qué a muchos se nos hace tan difícil expresar nuestro afecto a la madre en vida?
Ana María Rabaté, escribía “en vida hermano, en vida” y la idea me conmociona a punto de compartir las presentes ideas con mis amables lectores a propósito del “día de la madre”. Todos los modelos que conozco en mi propia familia y en la de otros me permiten expresar con firmeza que la madre es la piedra angular del mantenimiento de la familia y la roca firme en la que se basa el comportamiento ético de la humanidad. Sin ella, muy difícilmente será posible sobrevivir como especie. Jóvenes o entradas en años, el amor que son capaces de dar les viene de Dios y se expresa con cada uno de sus hijos, con aciertos y errores, ciertamente, pero con la seguridad excelsa de hacer lo mejor por ellos y ellas.
Que este sea “el momento” para, dejando de lado las limitaciones propias del condicionamiento social, seamos capaces de acercarnos a nuestras madres con el homenaje sincero… ¡en vida!, créanlo, quizás el mundo necesita más este tipo de cosas, después de todo el antídoto contra el odio suele ser… ¡la actitud de amor!, que repetida configura una disposición permanente para expresarlo en cada ser humano tal cual nos enseñó el gran Maestro. ¡Feliz día de las madres!
Que bonito su escrito. Soy madre de tres hijos y tengo 7 nietos. Son lo mas grande en mi vida, siento que no he vivido en bano.
Vivir, es para en todo momento decir te quiero, dar lo mejor de uno, y buscar esa felicidad que Que Dios nos da, para compartir con los demas. «En vida hermano en vida»
«EXELENTE»
si, realmente a veces por nuestro trabajo y el ir y venir diario nos olvidamos de nuestra madre quien siempre nos espera para darnos su inmensa ternura y su gran consuelo, es verdad en vida pero falto poner HOY…..ya que ademas de ser MAMA TAMBIEN ES UN SER HUMANO QUE SUFRE PADECE Y SOBRE TODO AMA, y daria cualquier cosa por nuestro bienestar NO LE PARECE¨¨¨¨¨¨