Por noticias aparecidas en los medios de comunicación colectiva se conoce que el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE) Omar Simon, analiza postergar la entrega de resultados oficiales de las elecciones generales. Esto se dio luego de que, el miércoles pasado, Simon se reuniera durante dos horas con el ministro de Coordinación Política, Ricardo Patiño.
Asimismo, la candidata y actual asambleísta del gobierno María Paula Romo, famosa por sus desatinadas intervenciones públicas, pidió a Simon tomar medidas para evitar la difusión de datos no oficiales sobre la conformación de la nueva Asamblea Nacional ya que se encontraba muy preocupaba por los resultados extraoficiales que señalan que el candidato Gilmar Gutiérrez de Sociedad Patriótica tiene más votos que Fernando Cordero del Gobierno. A esto se suma también que la Misión de Observadores de la OEA pidió también al Consejo Nacional Electoral informar de manera clara y enfática el avance de los resultados totalizados para cada uno de los cargos a elección, así como el estado del proceso de escrutinio en cada una de las Juntas Electorales Provinciales.
En pocas palabras, fácilmente se desprende que el cambio de nombre de Tribunal Supremo Electoral a Consejo Nacional Electoral y su nueva integración obedeció casi exclusivamente a los intereses de la “revolución ciudadana”, impidiendo el tan anhelado perfeccionamiento del sistema electoral ecuatoriano.
La Constitución de 1945 tuvo muchos aciertos y, entre otros, vale la pena mencionar la creación del Tribunal Superior Electoral, organismo que estaba integrado por un Ministro de la Corte Suprema de Justicia, designado por ésta; un Miembro del Tribunal de Garantías Constitucionales, elegido por este organismo; dos ciudadanos elegidos por el Congreso y tres representantes de las tendencias de derecha, centro e izquierda. Los redactores de la Constitución de 1945 quisieron en esa forma que el Tribunal actuara lo más independiente posible.
La Constitución de 1946 hizo algunos cambios y denominó al máximo organismo como Tribunal Supremo Electoral Autónomo. En el artículo 23 se detallo la conformación de tal organismo que estaría integrado por tres vocales designados por el Congreso, dos por el Presidente de la República y dos por la Corte Suprema de Justicia.
Nótese que hay ocasiones en las cuales se hace realidad el aforismo “en tiempos pasados las cosas fueron mejores”, por la simple razón que cuando se piensa más en los intereses de la nación y no sólo de la” revolución ciudadana”, la situación indudablemente mejora.
¿Tenemos los ecuatorianos derecho a protestar por la forma en que se organizó este proceso electoral? Indudablemente que sí, pues no son pocas las denuncias de los candidatos y la demora en la entrega de los resultados , olvidándose los miembros del Consejo Nacional Electoral que están allí para hacer triunfar la voluntad popular y no la de sectores determinados.
Ahora bien, la negligencia del Consejo Nacional Electoral ha hecho que su imagen frente a la ciudadanía se deteriore de manera tan grave, por lo que no les queda otra alternativa a la nueva Asamblea Nacional que reformar la conformación de este organismo con ciudadanos capaces, independientes, diligentes y que tengan, además, una inmaculada hoja de servicios.
NO PUEDO ENTENDER AL ECON. CORTÉZ QUE ALGÚN MOMENTO DIJO, LO OÍ POR CADENA TELEVISIVA,: «NO CONOCÍ JAMÁS DEL CENTRO DE COMPUTO IMPUTADO», PARA LUEGO HECHAR EL TRASTE AL MONTE Y DECIR «SÍ CONOCÍ EL TAL CENTRO», QUE PASÓ?, LE DIERON TAS EN EL POTITO, O LO BILLETEARON.